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Título: Zaqueo y su  encuentro con Jesús

Autor: Herman Hartwich
PE1386

Zaqueo, era un Judío y cobrador de Impuestos para el imperio romano. Un hombre de una muy buena posición, pero con un gran vacío en su corazón. Acompáñenos en este programa a ver lo que le sucedió a este hombre cuando se encontró con Jesucristo, y lo vigente de este hecho para nuestra vida.


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Que tal mis queridos amigos es un maravilloso privilegio para mi estar junto a ustedes una vez más con el intenso deseo de compartirles las maravillosas palabras de nuestro Señor Jesucristo que son palabras de vida. El Evangelio registra cosas maravillosas realmente, que son un desafío para todos nosotros y que también podríamos decir son una respuesta, es una puerta que se nos abre y que posiblemente muchos de nuestros oyentes en este momento se podrán identificar, se podrán sentir como que se alude a su persona, en cuanto a su situación de una profunda necesidad y yo quisiera invitarles a dar lectura en la palabra de Dios, en el Evangelio según San Lucas capítulo 19.

Tenemos allí un relato muy interesante dentro de la historia del ministerio terrenal de nuestro Señor Jesucristo y quisiera tener una exposición de este pasaje, o sea una manera de reflexionar en lo que registra este médico sobresaliente, creyente en Cristo Jesús como lo fue Lucas capítulo 19, versículo 1 al 10, voy a estar leyendo, dice: Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.

Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.  Mis queridos amigos quisiera entonces como le dije recién reflexionar sobre este acontecimiento en la zona de la ciudad de Jericó. Dice aquí que salió un hombre como para ver qué era lo que estaba sucediendo, lo identifica como Zaqueo, ese era su nombre, indica la profesión, era publicano, era cobrador de impuestos esto equivalía a decir que era un hombre repudiado y era odiado por sus conciudadanos porque éstos serán judíos que trabajaban para el imperio romano cobrando los impuestos y esto provocaba una reacción muy negativa de sus compatriotas.

Por lo tanto era una persona bastante despreciada y rico, o sea era un usurero, era una persona que había mal adquirido sus riquezas. Tenía otra característica, este hombre tenía quizás una desventaja, podríamos decir así, de que era bajo de estatura. Los altos tienen ciertas ventajas, pueden ver por encima, no tiene que estar subiéndose, bueno, este hombre era bajo y esto le produjo en esta situación una limitación, porque el procuraba vera a Jesús entre ese gentío, a ver qué pasaba, quién era ese hombre, que pasa que todo el mundo está detrás de él, todo el mundo quiere oírle, y aunque se ponía en puntillas de pie no lo lograba, quizás se colgaba de los hombros de la gente, pero la gente le da un codazo para qué se bajara, porque este era un atrevido, entonces como última opción este hombre hace algo inusual, inusual para su persona e inusual para su posesión, inusual en todo sentido. De correr por una calle, quizás por una calle que posiblemente Jesús iba a pasar, porque él así lo creía y se trepa a un árbol. ¿Se imaginan ustedes un hombre mayor ya, con cierta posición, con cierta presentación personal haciendo el ridículo de treparse a un árbol del ornamento público?.

Bueno, saben que posiblemente él se escondió allí entre las ramas del árbol, con el fin de poder ver a Jesús pero que la gente no se percatara de que él estaba así con cierta curiosidad, por su propia posición. Yo creo que muchas personas también tendrían deseo de ver a Jesucristo, pero se esconden en las ramas de que su religiosidad, de su agnosticismo con el fin de evitar un encuentro cara a cara, o también tienen interés pero la posición que ocupan les impide manifestarse públicamente. Pero qué maravilloso que Jesús pasando por ese lugar, y que Jesús todo lo sabe, lo ve y le habla. Mi querido amigo Jesús te está mirando en este momento para sorpresa tuya, no sólo te está mirando, que está llamando te invita a que le recibas en tu vida.

Y Jesús le dice desciende date prisa. Esta premura también rige hoy el Señor te dice amigo date prisa yo quiero entrar en tu vida. Muchas personas postergan y postergan y postergan y postergan y parece que van en cámara lenta en tomar una decisión de carácter espiritual en su vida pero Jesús dice date prisa. Dice el Evangelio que Zaqueo fue a su casa y le recibió gozoso. Al fin y al cabo era lo que él deseaba, que alguien entrara a su casa. Que alguien tuviera un verdadero interés en él porque seguramente por su propia posición como veníamos diciendo, y su profesión nadie visitaría su casa nadie, quizás sus propios colegas de vez en cuando alguna convicta alguna farra por ahí. Pero nadie importante en este caso Jesús, tenía interés en él. Pero Jesús si. El realmente deseaba, esto por supuesto provoca comentarios.

La gente comentaba. ¿Cómo puede ser que este hombre tan puro, tan limpio, tan maravilloso como enseña como habla Jesús, entre la casa de este sinvergüenza, de este pecador, de este estafador, del que vende patria? pero saben que ahí acontece algo muy interesante aquí tenemos una verdad que antes quisiera resaltarla y es que Jesús no mira la posición social ni económica, ni religiosa de las personas. Jesús mira el corazón y en todo corazón humano Jesús ve una profunda necesidad de que esas personas, todos nosotros recibamos el perdón de nuestros pecados y la posibilidad de iniciar una nueva vida, una nueva vida basada en una relación personal con Dios por medio de él, de Jesucristo. Entonces el vio en Zaqueo una persona necesitada así como te está viendo a ti, una persona necesitada, quizás eres una persona que está marginada o será automarginado a raíz de su posición social, o económica, quizá por un problema físico.

Yo no sé cuál es tu situación mi amigo, pero Jesús si lo sabe. Es posible que te sientes aislado, es posible que te sientas solo, en medio de la multitud pero sólo y está buscando alguien que se interese por ti. Yo quiero decirte enemigo que así como Jesús se interesó por Zaqueo Jesús se interesa por ti. Y el quiere que tú le abras la puerta de tu vida. Dice acá que Jesús fue a la casa y así estando el corazón de Zaqueo fue tocado por el amor. Entonces llegó una decisión, me doy cuenta que yo he hecho mal, he robado. He robado a la gente, las he despojado. La mejor evidencia de un arrepentimiento genuino es el restaurar el daño realizado. En este caso la mitad de mis bienes doy a los pobres y a quien yo le he robado le voy a devolver cuadruplicado, ahí viene la palabra de Jesús, Jesús pronunció palabras inmortales para ti y para mi, hoy ha venido la salvación a esta casa. Y entonces dice porque el hijo del hombre vino a buscar y a buscar lo que se había perdido. Si tú te reconoce perdido eso quiere salvarte. Mientras tu nota reconozcas que está perdido, que tiene necesidad de él Jesús no podrá ser más por ti que lo que ha hecho. Pero Jesús te ama.

Jesús te ama profundamente, y desea que tú vengas arrepentido a sus pies implorándole el perdón, indicándole a entrar en tu vida y ser el señor absoluto de tu vida. Y ahí sí podrás gozar de la verdadera vida y felicidad y de paz interior. Que Dios te bendiga.

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