Viviendo por encima del promedio – II (3ª parte)

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Autor: William MacDonald

El autor nos lleva a varios grandes momentos en el tiempo, cuando los cristianos tomaban los dichos de Jesús literalmente, amando a sus enemigos, perdonando a sus enemigos, devolviendo bien por mal, resistiendo sin represalias, dando sin esperar algo a cambio a la brevedad, sólo preguntándose: “¿Qué haría Jesús?”, y luego haciéndolo.

 


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PE2114 – Estudio Bíblico
Viviendo por encima del promedio – II (3ª parte)



¿Cómo están amigos? Comenzamos hoy con un testimonio, titulado: Mi capitán

Una profesora de una escuela pública en Melrose, Massachusetts, les había asignado a sus alumnos memorizar “Invicto”, de William Ernest Henley, y recitarlo en clase. Este poema es generalmente considerado un clásico de la literatura inglesa, y ella pensó que sus estudiantes deberían familiarizarse con él. Inspira a las personas irreflexivas, por su espíritu de poder, independencia y valentía.
De hecho, “Invicto” es completamente infiel. Cuestiona la existencia de Dios y se burla de Él, en caso de que existiera. El autor se jacta de su propia autosuficiencia. No necesita a ningún dios para determinar su suerte o decirle qué hacer. Desafía al Todopoderoso.

Aquí está el poema:
“Invicto”
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

Estas palabras le plantearon un problema a Edith Vail, una chica cristiana de la clase. Recitar este poema públicamente en la clase sería una negación de lo que ella creía. Sería deshonrar a Aquel que ella reconoció como su Maestro y Capitán. De hecho, sintió que sería una blasfemia en contra de su Señor y Salvador.

Había solo una cosa para hacer. Fue hacia la profesora, y con cortesía le explicó su situación. No fue combativa ni irrespetuosa. La profesora intentó razonar con ella. Le explicó que Edith no tenía que estar de acuerdo con los sentimientos del poema, pero que ella debería conocerlo como una gran pieza de literatura. Era inútil. Edith había trazado una línea en la arena. Sus convicciones no eran negociables.

La profesora sintió que aquí había un caso de real insubordinación. Reportó a Edith a la administración de la escuela, pero no se detuvo allí. Alguien lo reportó a los periódicos locales y pronto se transformó en una noticia pública. Salía en las portadas: una estudiante que se negó obstinadamente a obedecer a su profesora. Edith fue comparada con los testigos de Jehová, quienes se niegan a jurar fidelidad a la bandera. Obviamente ella era miembro de una secta rebelde y posiblemente anti-americana.

Los cristianos de toda el área oraron fervientemente por Edith. Luego, una creyente vino en su rescate con una brillante sugerencia. Le contó que hay una versión cristiana del poema de Henley, por Dorothy Day. Quizás la maestra le permitiría recitarlo en lugar del otro. Y eso fue lo que sucedió. Edith llevó la versión cristianizada y se la mostró a la profesora. Para su gran sorpresa, la profesora estuvo de acuerdo.

Edith se paró delante de la clase y recitó lo siguiente:

Mi capitán
De la luz que me encandila,
Brillante como el sol de polo a polo,
Le agradezco a Dios que sé que existe,
Por Cristo, el Conquistador de mi alma.

Debido a que Suya es la influencia de las circunstancias
No me estremeceré ni clamaré en alta voz.
Bajo la norma que los hombres llaman azar
Mi cabeza se inclina humildemente con alegría.

Más allá de este lugar de pecado y lágrimas
¡Esa vida con Él! Y suya es la ayuda
Que a pesar de la amenaza de los años
Me mantiene y me mantendrá sin temor.

No tengo miedo aunque la puerta sea angosta,
Él limpió de castigo el libreto;
Cristo es el Amo de mi destino,
Cristo es el Capitán de mi alma.

Dios había hecho que la ira del hombre Lo alabara. Él había vindicado a una valiente joven creyente, que estuvo dispuesta a sufrir el abuso verbal por su lealtad a Cristo. Él llevó a un gran número de personas cara a cara con el Cristo ineludible.
Se debe tener una convicción férrea para ser fiel a Jesús cuando todo el mundo parece estar en nuestra contra. Edith Vail fue una de aquellas personas que tienen lo que se necesita.

Un testimonio más que podríamos titular:
Amigo de los rechazados por la sociedad

Jack Wyrtzen fue el fundador y el director de Word of Life Camp (Campamento Palabra de Vida) en Schroon Lake, Nueva York. Los meses de verano estaban llenos de conferencias bíblicas, campamentos de jóvenes, y otras actividades diseñadas para ganar a los perdidos para Cristo, edificar a los creyentes en su fe, y fortalecer a las iglesias cristianas locales. Jack era un líder espiritual y un dínamo humano. Sus días estaban repletos de actividades administrativas, preparación de mensajes, reuniones con invitados, y todo otro tipo de tareas necesarias para el buen funcionamiento del campamento.

Un año, un creyente con una desagradable discapacidad vino a la conferencia de adultos. Era particularmente notorio cuando estaba en el comedor. Antes que comenzara a comer, alguien tenía que tomar un periódico, ponerlo en su mentón, cubrir su pecho y envolverlo con eso, pues cuando ponía comida en su boca, podía tragar solo un poquito. Debido a que los músculos de su boca estaban dañados, el resto de la comida se le salía hacia afuera y caía justo en el periódico. No había nada que se pudiera hacer al respecto. Ésta era solo una de sus muchas discapacidades. Sin embargo, a este creyente tan particular le gustaba la Palabra de Dios y quería asistir a las conferencias donde pudiera escucharla.
Los demás visitantes evitaban sentarse a la misma mesa. Obviamente, no era un escenario propicio para una comida elegante. Algunos podrían sentir repulsión, otros habrían perdido el apetito. Como resultado de esto, este precioso hijo de Dios invariablemente se sentaba solo a la mesa.

Debido a su enorme cantidad de trabajo, Jack raramente llegaba al comedor a tiempo. Usualmente los visitantes ya habían comenzado a comer, y en el lugar abundaba la conversación animada.
Cuando los visitantes finalmente veían que él había llegado, lo saludaban con emoción, llamándolo para que se sentara a su mesa.

Pero Jack nunca lo hizo. Iba a la mesa donde el hermano abandonado estaba comiendo solo. Era lo que el Señor Jesús habría hecho. Haciéndolo, Jack predicaba uno de sus mejores sermones. Silenciosamente les recordaba a los demás que el Salvador se humilló hasta lo sumo, a lo último y a lo más bajo, y nosotros también somos llamados a humillarnos con las personas de baja condición. No deberíamos aspirar a llegar a la buena voluntad de las personas importantes (Romanos 12:16), sino asociarnos con los humildes.
La gente tomaba como un símbolo de estatus que Jack se sentara a su mesa. Después de todo, él era una celebridad de la radio, un evangelista bien conocido, y el director de Palabra de Vida, una organización cristiana en crecimiento. Significaba mucho volver a sus hogares y decirles a sus amigos que conocían a Jack Wyrtzen. Pero, debido a que Jack era un creyente humilde que vivía a Cristo, el estatus y el privilegio especial iba para la persona menos estimada en el comedor.

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