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Un nuevo comienzo asombroso
(2ª parte)

Autor: Wolfgang Bühne

Ezequías se crió en un momento y en un entorno muy desolador. Pero, esas circunstancias tan deprimentes, no fueron un impedimento para que Dios produjera un avivamiento que comenzó con él mismo. Dios lo formó como instrumento de Su gracia.


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PE2044 – Estudio Bíblico
Un nuevo comienzo asombroso (2ª parte)



¿Cómo están, amigos? Habíamos dicho que: Los que de todo corazón queremos servir al Señor, con nuestros cultos bienintencionados, también a veces nos parecemos a aquellos israelitas que servían a su Dios en los “altos”, y esto ocurre cuando no nos sujetamos a las instrucciones del Nuevo Testamento, o las cambiamos según nuestro parecer.

Especialmente las cartas de Pablo nos muestran cómo ve Dios la Iglesia, y cómo sus cultos y sus tareas deben ser dirigidos por la autoridad y la presencia de Cristo como cabeza de ella.

En cuanto a: Las “imágenes”, ya sabemos que en el “segundo mandamiento” (en Éx. 20:4 y 5) queda terminantemente prohibido adorar cualquier “imagen tallada” o “semejanza”. Las “imágenes” o “estatuas” que, más tarde, fueron puestas en los “lugares altos” en Israel, no eran necesariamente imágenes de ídolos, sino que al principio eran casi siempre utilizadas como símbolos, para ser una ayuda en la adoración a Dios. Debían ser imágenes visibles impresionantes, algo placentero para los sentidos. Quizás representaban simbólicamente algún atributo de Dios, con la intención de impulsar la adoración a Él.

Cuando Ezequías quebró las imágenes sin dejar ni una, de seguro provocó el sobresalto de muchos “patrocinadores”, amantes de las bellas artes, y personas en Israel que consideraban el arte como un valor esencial. La historia del cristianismo muestra una evolución parecida. En los primeros siglos de las persecuciones de los cristianos, el culto se celebraba en forma sencilla, sin utilizar otros símbolos que los prescritos en el Nuevo Testamento. Pero, en el siglo IV, cuando bajo el gobierno de Constantino los cristianos ya no eran perseguidos sino, en parte, incluso favorecidos, se construyeron los primeros edificios “cristianos” o catedrales, a los que se dio el nombre de “iglesia” o “casa de Dios”. Entonces, ocurrió una confusión de conceptos que sería de graves consecuencias después.

Al cabo de poco tiempo, ya no fueron suficientes los impresionantes “templos cristianos”, de modo que, en lo sucesivo, se buscó aumentar la solemnidad del ambiente y el atractivo de los lugares de culto, adoptando elementos o símbolos del paganismo, pero dándoles un significado cristiano. Estos símbolos empezaron a llenar y a decorar “las iglesias”. Ropajes vistosos, agua bendita, incienso, altares, cuadros e imágenes talladas, días festivos y muchos otros objetos y ritos que impresionan los sentidos, hicieron su entrada, y degeneraron, con el tiempo, hasta convertirse en una idolatría abominable en la Edad Media.

Durante la Reforma, se reconoció y se condenó esta aberración del cristianismo. En algunos lugares fueron destruidas las imágenes, o profanados los objetos y símbolos “santos”. Aunque estos actos a veces degeneraron en grave vandalismo injustificable, la intención de los reformadores era, sin embargo, totalmente legítima. Querían liberar y limpiar a la Iglesia de toda basura pagana.

C. H. Spurgeon, lo describió de manera sustanciosa y algo drástica: “En el fondo, nuestros reformadores obraron bien y de acuerdo al ejemplo bíblico, cuando vertieron su desprecio sobre los ídolos de Roma … Había un profundo significado en la destrucción de las cruces y en la quema de las imágenes de los santos. El lino blanco de las ropas sacerdotales servía bien como ropa interior para los pobres, y las piedras del altar eran excelentes para la pared protectora detrás de la estufa … Los recipientes del agua bendita fueron dados a los campesinos para que los usaran como comederos y bebederos para los cerdos. Aquellos tiempos eran tiempos muy prácticos. Las campanitas que se usaban para ensalzar la hostia se las colgaron a los caballos, y el cofre que contenía la imitación abominable de nuestro Dios hecho hombre, que es lo que los papistas más adoran, fue quebrado en pedazos.”

Es lamentable que en nuestros días también podemos observar nuevamente la entrada, incluso en círculos evangélicos, de imágenes y símbolos, sonidos estimulantes y olores, etc. Y dentro de la “iglesia emergente” también se oyen cada vez más voces que piden una “vida espiritual retro”, un “culto para todos los sentidos”. Así ya no es de asombrar que en los catálogos de algunas editoriales cristianas, se ofrezcan cada vez más utensilios que esperaríamos encontrar en un bazar medieval.

Aún no se negocian las reliquias, pero parece ser que no estamos muy lejos de eso, cuando vemos, por ejemplo, que el “profeta” americano Chuck Pierce ofrecía, puntualmente para la semana santa, su aceite de unción “Libertad” con la correspondiente vela. El precio: ¡sólo 20 dólares! La intención es que haga recordar a los cristianos “… la pascua. Nosotros lo denominamos ‘el óleo de la libertad’. Unge los postes de tus puertas con él y proclama que cualquier estrategia del enemigo pasará de largo y que tú estarás libre para el futuro. Usa el óleo durante todo el año, hasta que hayas entrado en tu nueva tierra … Al utilizar este óleo simbolizamos nuestra petición: ‘Señor límpiame y líbrame del pecado, para que amanezca en mí una nueva libertad del amor y de la pasión por ti.’”

Que Dios nos dé, como entonces a Ezequías, una santa radicalidad y aversión contra cualquier clase de paganismo, en ropaje supuestamente espiritual.

Veamos algo ahora acerca de: … los símbolos de Asera

Asera (“la feliz” o la “que trae buena suerte”) era la diosa pagana de la fertilidad, representada por columnas de madera sagradas, árboles e imágenes. Estos objetos sagrados, a menudo se ponían junto a un altar (como vemos en Jue. 6:25), cosa que Dios prohibió expresamente en Dt. 16:21 y 22, donde dice: “No te plantarás bosque de ningún árbol cerca del altar de Jehová tu Dios, que tú te habrás hecho. Ni te levantarás estatua; lo cual aborrece Jehová tu Dios.”

Los símbolos de Asera no eran una imagen o un símbolo que representaba posiblemente un atributo de Dios, sino que era claramente un ídolo pagano lo que se adoraba allí. Algunos suponen que, más tarde, este culto estuvo vinculado con la prostitución en el templo. El orden “altos”, “imágenes”, “símbolos de Asera” muestra, pues, una evolución preocupante del culto, aparentemente bien intencionada, hasta llegar a la idolatría directa. Dios ya había advertido, desde una época muy temprana, al pueblo de Israel, de la prohibición de que se plantaran Aseras junto al altar. Entonces, nos preguntamos cómo es posible que fuera eso lo que exactamente se practicara en la historia del pueblo de Dios: Nada menos que el hijo de Ezequías, Manasés, “puso una imagen de Asera que él había hecho” en la casa de Dios (según se relata en 2 Re. 21:7).

Este acontecimiento deja en claro lo importante que es combatir el mal desde el principio. Las cosas casi siempre parecen inofensivas, pragmáticas e inocentes al principio. La historia del cristianismo y una mirada a nuestro propio corazón, muestran muy patentemente cómo el “altar” y “una imagen de Asera” pueden convivir lado a lado en nuestra vida y en nuestras iglesias – la idolatría y el culto a Dios. Una aparente adoración a Dios, en conexión con evidentes aberraciones sexuales.

Todd Bentley, cuyas groseras intervenciones como “predicador del avivamiento” atrajeron, en el año 2008, en pocos meses más de 400.000 visitantes de todo el mundo, es un triste ejemplo de esto. Este “Avivamiento de Lakeland”, rápidamente fue celebrado como el mayor de la historia. Pero, en el año 2009, Bentley desapareció del escenario, después que saliera a la luz que había vivido en pecados de inmoralidad masivos y que se había divorciado de su mujer. Su vergonzosa historia muestra lo que cada uno de nosotros es capaz de hacer, si el Señor Jesús no llena nuestro corazón. La fuerza espiritual y el gozo no se consiguen con pactos profanos, ni haciendo compromisos. ¡Un corazón dividido no puede obtener una bendición plena!

Ezequías se puso del lado de Dios y vivió en obediencia, sin hacer compromisos, ni ceder. Sigamos su ejemplo y aprendamos de su historia para nuestro tiempo presente.

A. W. Tozer, dijo: “Las personas que se convierten, se convierten a una forma de cristianismo sin fuerza, que poco tiene que ver con el Nuevo Testamento. El cristiano medio, supuestamente fiel a la Biblia, es una triste parodia de lo que es la verdadera santidad … Tenemos que insistir en la santificación neotestamentaria de las personas que se convierten bajo nuestro ministerio, nada menos que eso; y debemos llevarlas a un estado de limpieza de corazón, amor ardiente, separación del mundo y completa entrega a la persona de Jesucristo. Sólo por este camino podremos elevar la menguada situación espiritual a aquel nivel que, según la luz de las Escrituras y de los valores eternos, debería tener.”

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