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Trasfondos Invisibles de Pleno Poder Espiritual

(1ª parte)

Autor: Wim Malgo

Moisés, como profeta, era representante de Dios delante del pueblo; y como sacerdote representante del pueblo ante Dios. Desempeñaba esa doble función. Mas su autoridad profética y espiritual, era su servicio sacerdotal ejercido a solas con Dios. En este mensaje veremos cuáles son los trasfondos invisibles del pleno poder espiritual.


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PE1739 – Estudio Bíblico
Trasfondos Invisibles de Pleno Poder Espiritual (1ª parte)



Hola amigos! ¿Cómo están? Como dijimos este mensaje se titula: Trasfondos invisibles de pleno poder espiritual.

Leamos, para comenzar, Exodo 32:1 al 6: “Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Je­hová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse”.

En estos seis versículos se nos describe la colosal apostasía de Israel. El hecho de que esa apostasía haya acontecido tan rápidamente, nos muestra que los corazones de los hijos de Israel definitivamente no habían sido renovados, a pesar de haber experimentado tan grande salvación. Todos ellos, sin excepción, se habían beneficiado con la intervención del poder salvador de la sangre de un cordero, siendo liberados de la esclavitud y amenaza de Egipto, pero interiormente no se habían regenerado. Esto es una tragedia que se repite hoy: más de uno se beneficia con el poder redentor de la sangre de Jesucristo, siendo salvos del oscuro poder de este mundo, pero interiormente no se dejan renovar. En suma, verificamos que esa tragedia se ha repetido una y otra vez – para pesar y tristeza del Señor – a través de los siglos.

Esto mismo ya leemos en Génesis 6:5 y 6, respecto a los contemporáneos de Noé:“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, yle dolióen su corazón.”

La Biblia de las Américas lo traduce así:“Y el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal. Y le pesó al Señor haber hecho al hombre en la tierra, y sintió tristeza en su corazón.”Al respecto, Martin Buber interpreta el dolor de Dios de esa manera:“El vio, sí, que grande era la maldad del hombre sobre la tierra, y toda la maquinación de su corazón sólo mal todo el día, y le pesó al Señor haber hecho al hombre sobre la tierra, y se afligió en su corazón.”Y Dios, el Señor, entonces, destruyó a la humanidad en su corrupta y heredada tendencia a la idolatría, a través del diluvio. Pero, en Su gracia, permitió sobrevivir a ocho personas que le temían, para tener un nuevo comienzo: En 1 Pedro 3:20, leemos:“… Quiénes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas a través del agua”.

Con esos“pocos”, es decir, con los ocho que temían al Señor, Dios inició algo nuevo, teniendo el número ocho el significado bíblico de “renovación”. Y de esos ocho llamó a Sem, y de Sem a Abraham, y de Abraham a Israel, con quien Él quería crear algo totalmente nuevo para la humanidad que, mientras tanto, otra vez se había corrompido. Pero ese Israel, Su siervo, el pueblo por medio del cual Dios se quería glorificar, al cual le había confiado Su pacto y Su Palabra, igualmente se corrompió.

El Señor ciertamente se sintió inmensamente ofendido cuando tuvo que interrumpir la conversación con Moisés, teniendo que decir:“Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se ha apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”(así leemos en Éx. 32:7 y 8). Entonces, sólo quedó uno: Moisés – el cual se aferraba a su Dios – que no sólo era un profeta lleno de poder, sino mucho más un sacerdote delante de Dios, que se colocó a sí mismo en el platillo de la balanza a favor de su pueblo caído. Es realmente impactante cuando uno capta el dramático significado de la oración de Moisés de Exodo 32:31 y 32:“Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito”. Moisés se identificó con el pecado del pueblo. Con esto, él estaba señalando proféticamente hacia Aquél, Jesucristo, el mediador del Nuevo Pacto, quien se arrojó a sí mismo a la brecha, como sacerdote y como cordero en sacrificio, delante de Dios, por nosotros.

Vemos aquí, en el versículo 32, lo mismo que en 2 Corintios 5:21, que dice:“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”Jesús fue desamparado y maldecido por Dios por causa de nosotros, para que pudiéramos llegar a ser justos.

Moisés, como profeta, era representante de Dios delante del pueblo; y como sacerdote representante del pueblo ante Dios. Él desempeñaba esa doble función. En Exodo 32:30, leemos:“Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado”. Éste es su poderoso mensaje profético. Luego, dice:“… Pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado.”Ésta fue su función como sacerdote. Mas su autoridad profética y espiritual, era su servicio sacerdotal ejercido a solas con Dios.

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