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Titulo: “ Siquieres puedes sanarme ”
  

Autor: HermanHartwich 
Nº: PE1210

Si quieres puedes sanarme,estas fuernon las palabras de un leproso que acercandose a Jesus y arrodillo y le dijo esto. Herman Hartwich nos mostrara que como la Bibla compara esta enfermadad de la lepra con nuestro pecado y la necesidad que tenemos de ser sanador, salvador por Jesuscristo.

 


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“ Si quieres puedes sanarme ”

Que tal mi amigos, en esta oportunidad yo quiero comenzar diciéndoles algo interesante, quizás alguno se puede sorprender. Pero muchos quizás la mayoría de la gente no es feliz o no recibe beneficios de Dios, porque sencillamente no actúa bien. ¿Qué digo, que no actúa bien?. Si, generalmente las personas son sabias en su propia opinión, dice la Biblia, y cada uno de nosotros se cree ser muy correcto, cada uno de nosotros cree que hace lo mejor, yo creo que tengo ganado un lugarcito en el cielo, porque yo trato de hacer todo muy bien, dicen las personas. Pero sabe que demasiada gente es orgullosa y oculta sus necesidades, sufre carencias de todo tipo, pero el orgullo es mas fuerte. A veces hay personas que solamente les queda el apellido que en alguna oportunidad llego a ser ilustre quizás, pero no tiene los recursos económicos que tuvieron sus ante pasados. Y el orgullo no les permite mostrar o anunciar su necesidad, sus carencias. Otras personas pretender vender salud, y sin embargo están padeciendo de un mal incurable y no son capaces de pedir ayuda, o de pedir aliento de los demás.

Tenemos aquí en la Biblia el caso de un hombre, un hombre como muchos, que reconoció su necesidad. No se conformo quizás con tratar de ocultarlo un tiempo, bueno esto era ya muy evidente y a veces la personas tiene que llegar a una situación demasiado evidente para tener que buscar ayuda, ¿será este el caso tuyo?, ¿esperaras a este estado para recién pedir ayuda?. Dice en el evangelio de Marcos, capítulo 1 verso 40, vino a él, o sea a Jesús, rogándole, he hincada la rodilla le dijo, si quieres puedes limpiarme. Y Jesús teniendo misericordia de el, extendió la mano y le toco y le dijo, quiero, se limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquel y quedo limpio. ¡Que maravilla!.

Realmente leer esto en la palabra de Dios es reconfortante, me despierta un deseo de vivir, y un deseo de tener toda esa dicha que experimento este hombre al ser sanado y al ser salvado por nuestro Señor Jesucristo. Es interesante, podemos ver, vino un leproso, ¿qué era un leproso en aquella época?, ahora tenemos mucha gente leprosa, en este tiempo, todavía en pleno siglo 21 hay mucha gente leprosa. Pero ahora tiene mucha medicación, hay distintas variedades, esta bastante controlada, bueno, pero en aquella época era considerada una persona inmunda, era expulsada de la cuidad, de la sociedad, estaba marginada por su condición de inmunda. Es mas, tenían que ir cubiertos y estar alejados de toda población y gritando permanentemente, inmundo, inmundo, inmundo. Pero este hombre no se conformó a padecer esa situación y morir leproso, lejos de su seres queridos, o sea despojado de todo, salud, la vida, el amor de sus familiares, de la amistad de sus vecinos.

Un leproso, pero vino rogándole, vino y rogándole, que desagradable tener que rogar, pedir un favor. Muchas personas no se permiten este lujo, de rogarle a alguien algo. De pedirle le hiere el orgullo, y además, miren lo que dice, e hincada la rodilla. Basta esto es demasiado, tener que humillarme de esa forma. Muchas personas no quieren rogarle a Dios, muchas personas que quieren delante de Dios, porque son muy orgullosos. Pero este leproso ya estaba viviendo quizás en el colmo de su dolor, de su angustia y a el ya no le importo ahora confesar su necesidad, de rogarle a Dios, de arrodillarse delante del Señor y decirle, si quieres puedes limpiarme. Quizás se mostró como estaba su cuerpo, su condición al descubierto, el se mostró, declaró. Quizás me lo imagino arrodillado delante del Señor Jesús, levantando sus mangas, o levantando allí su túnica y mostrando la podredumbre de su piel, la inmundicia de los pedazos de carne, tejido desintegrándose, llagas vivas cayendo, blancos.

Una impresión espantosa, pero en frente de aquel leproso, nauseabundo, asqueroso, tenemos a un personaje, un personaje ante quien si que vale la pena arrodillarse, ante quien si vale la pena sacarse el sombrero y presentarle todos los respetos, el hombre hijo de Dios, Jesús. Y dice aquí que tuvo misericordia del dolor, tuvo misericordia de aquel hombre que estaba leproso, extendió su brazo, le toco. Te imaginas mi amigo a este hombre, extender el brazo, tocar esa carne podrida, cayendo a pedazos, quizás el tocarlo puede haber ensuciado sus dedos con tejidos descompuestos, pero le toco. La ley prohibía, la ley mosaica prohibía tocar el cuerpo de un leproso, pero a Jesús no le importo, porque él tenia la capacidad y tiene la capacidad de sanar. Le toco y entonces proclamo la palabra, la palabra de sanidad, la palabra de vida, la palabra Rema, quiero se limpio. Mi querido amigo siempre encuentro que Jesús tiene la maravillosa voluntad de dar vida, en este caso y como en tantos otros caso del evangelio Jesús siempre dijo “Yo he venido para buscar y a salvar lo que se había perdido.

El sano no tiene necesidad de médico sino el enfermo, yo he venido a buscar el enfermo”. Y así expresiones semejantes, similares que hablan de la disposición y del amor maravilloso de Jesucristo. Mi amigo Jesús quiere limpiarte, de la lepra del pecado. La Biblia usa la figura de la lepra para hablar del pecado, es una lepra nuestro pecado, es lo que afea nuestra vida, es lo que deteriora nuestra vida, se cae nuestra vida a pedazos a causa del pecado, en este mundo y delante de Dios estamos totalmente hechos una atrocidad, estamos hechos algo feo, desagradable delante de Dios, pero aun con todo Cristo nos mira, nos ama y nos quiere salvar.

Ahora tu mi querido amigo, tienes que venir a él, en esta hora que te sientes tan mal, que te sientes in merecedor quizás, pero ya no das mas, estas tocando fondo, estas abrumado por la culpabilidad, abrumado por el dolor, el dolor espiritual, el dolor emocional, has sido lastimado por todas partes despreciado, marginado, acércate a Cristo ahora, allí donde estás, ruégale a él, arrodíllate allí donde estás y pídele, Señor tu quieres salvarme, sálvame, yo se que tu quieres salvarme, te pido que me limpies de todo mi pecado y sálvame, y él lo hará. Si tu se lo pides él tiene la maravillosa y sagrada voluntad de hacerlo, porque por amor a ti, el vino al mundo y murió por ti y por mi.

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