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Titulo: “Ser liberado y permanecer libre” 3/3
  

Autor: NorbertLieth 
Nº: PE1197

“Ser liberado y permanecer libre es el titulo de esta serie de programas radiales en donde Norbert Llieth nos comenta a cerca de las luchas espirituales que tiene todo creyente por permanecer en el Espíritu.”


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“Ser liberado y permanecer libre” 3 /3

Querido amigo, para no perder las ideas de los pasados programas, comencemos con un breve repaso de lo que hemos hablado anteriormente.

En primer lugar vimos que El nuevo nacimiento es el mayor milagro que puede ocurrir, por eso también trae consigo la mayor liberación. No se puede separar una cosa de la otra. Porque desde el momento en que una persona cree en Cristo y en su perfecta obra redentora de salvación en la cruz del Gólgota, nace de nuevo – aunque no todos lo sientan -, y la misma es transformada en una “nueva criatura”.

También vimos que Cuando somos redimidos y salvados, no debemos pensar que podemos cruzarnos de brazos y solamente alegrarnos en la salvación y liberación que tenemos, ya que pronto nos daremos cuenta que las viejas cosas nos alcanzan. Por eso, Pablo nos exhorta: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta

En segundo lugar, vimos quelos cristianos nacidos de nuevo, éramos prisioneros de SatanásEstábamos presos en transgresiones y ataduras, vendidos al pecado: “… todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado”dice la Biblia. Entonces vino Jesús a nuestras vidas y nos compró con su preciosa sangre. Y ahora Él, como nuestro Salvador, también quiere ser nuestro “asistente social”, para que nuestras actitudes puedan ser diferentes.

Ahora bien, estimado amigo, hablemos del Dominio propio.

Para permanecer libres y vivir en libertad, se necesitan cosas muy prácticas como la transformación de nuestro propio ser y de nuestra postura, pero también se necesita el dominio propio. La Biblia dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (disciplinaoprudencia)” (2 Timoteo 1:7). El Espíritu Santo nos da fuerza, amor y dominio propio. Nos impulsa a una vida de superación.

En 2 Corintios 3:17 dice: “…el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” Eso no significa, como algunos dicen, que un cristiano puede hacer esto o aquello sin siquiera considerarlo. Al contrario, si el Espíritu del Señor está en ellos, son libres con la libertad del Nuevo Testamento. Sólo si vivimos en el Espíritu, la libertad que Jesús nos regaló se hace realidad. Quien nació de nuevo y recibió el Espíritu Santo, se convirtió en una nueva criatura, “las cosas viejas pasaron“. Pero como el cuerpo aún no ha sido redimido, sino que continúa esperando la redención, las dos cosas son posibles: Vivir en lo viejo, lo muerto, o caminar en el Espíritu de Cristo. Es cierto que quien ha recibido a Jesús en su vida y ha nacido de nuevo, es libre. Pero de todos modos, la tendencia a pecar no ha sido quitada aún. Sino que la mayoría de nosotros estamos propensos a pecar en aquellas áreas en las que el pecado se enseñoreaba de nosotros antes de nuestra conversión.

En el próximo bloque, un ejemplo claro de esto que acabo de mencionar.

Aquí, estimado amigo, el ejemplo del cual le mencione. Un evangelista ha llevado a muchas personas a Cristo. Antes de su conversión era ladrón y había estado muchos años en prisión por eso. Cuando encontró a Cristo en la prisión, fue liberado. Se casó y tuvo un matrimonio feliz. Se convirtió en un ejemplo para muchos, justamente también para personas jóvenes. Era un orador muy solicitado y no conocía la timidez. Viajó mucho por la causa de Cristo y fue de bendición para muchas personas. Pero de su propio testimonio surge que le había quedado esa debilidad, la predisposición a robar. Una vez contó (y ya era evangelista) que se había sorprendido a sí mismo robando una cosa “porque se había dado la oportunidad.” Después pudo reparar el error, cosa que antes de su conversión no hubiera ocurrido.

Por eso, tenemos que tener mucho cuidado, aún como nacidos de nuevo, en aquellas áreas en las que somos especialmente débiles. Y justamente por eso el Espíritu Santo quiere ser un Espíritu de disciplina y de dominio propio. Aquí se trata de cosas bien prácticas: El creyente, por ejemplo, tiene que aprender a superarse, a huir del pecado, a disciplinarse y dominarse, a “crucificar la carne”, a poner los miembros del cuerpo a disposición del Señor, a vivir y caminar en el Espíritu, a renovar la mente, a leer la Biblia, a orar, creer, luchar y tener comunión con otros cristianos. Quien pasa su tiempo con colegas incrédulos y sólo lee vagamente la Biblia y ora cuando está pasando por una necesidad; quien casi nunca va a los cultos de los domingos y a las reuniones de oración y estudio bíblico, estará más propenso a cualquier tentación y seducción.

La Biblia no les dice a los cristianos en Éfeso: “Ahora ya son libres, ahora ya no les puede suceder nada”, sino: “…ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más… Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca… Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:27-32).

Un terrateniente buscaba un nuevo conductor para su carruaje, y probaba a todos los candidatos con la siguiente pregunta: “¿Cuánto puedes acercarte a la zanja sin volcar?” El primer conductor contestó: “Medio metro“, el segundo: “20 centímetros“, y el tercero: “Me alejo tanto de la zanja como puedo.” A éste contrató el terrateniente. Permanecer lejos del pecado, ése es el dominio propio que el Espíritu Santo quiere apoyar. En lo que concierne al amor al dinero, por ejemplo, Pablo no le escribe a Timoteo que trate de superarlo, sino: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia… Pelea la buena batalla de la fe…” (1 Timoteo 6:11-12).

Por eso, también, el Señor Jesucristo le dijo a la adúltera, después de haberla perdonado: “…vete, y no peques más.“. ¿Le habrá dado esta orden porque ella no estaba segura de su perdón, porque no había sido liberada completamente o porque el Señor no la había ayudado en forma correcta? ¡No! Lo hizo porque, a pesar de la liberación, aún es posible pecar.

En Gálatas 5:1 hemos leído: “…firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Cristo nos liberó para que estemos libres. Pero pese a tener esta libertad, es posible caer otra vez bajo el yugo de la opresión. Por eso, es importante permanecer firmes en la libertad, poniéndonos bajo el yugo del Señor Jesucristo.

Podemos orar por libertad durante días, semanas, meses, incluso años; pero si no estamos dispuestos a realizar las cosas prácticas que nos enseña la Biblia con respecto al permanecer libres, nunca seremos verdaderamente libres. Se trata de abandonar por fe todas las cosas nombradas en Colosenses 3:5-8: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.Pero ahoradejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.” El apóstol Pablo atestigua dos cosas al mismo tiempo: 

 Que son libres:“… cosas… en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas

 Que a pesar de la libertad alcanzada, deben dejar las cosas pecaminosas: “…Pero ahoradejad también vosotros todas estas cosas…

Si usted es un cristiano nacido de nuevo, entonces es libre, pero tiene que ocuparse en el Espíritu de permanecer libre, dejando todas esas cosas horribles.

Luego continúa diciendo: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo…“. Aunque nos hayamos convertido en un nuevo hombre, aún es posible mentir. ¿Qué podemos hacer contra eso? ¡No mentir más! La verdadera libertad sólo es posible junto a Jesucristo. Porque sólo Él, por medio de su Espíritu Santo, tiene la fuerza de llevarnos sin daño por un mundo lleno de deseos y seducciones, prevenirnos de tropiezos y llevarnos con alegría “… sin mancha delante de su gloria…”.Que el Senor le bendiga y pueda cumplir esto en su vida personal.

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