Ser liberado y permanecer libre 1/3
21 febrero, 2008
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21 febrero, 2008

Titulo: “Ser liberado y permanecer libre” 2/3
  

Autor: NorbertLieth 
Nº: PE1196

Jesucristo quiere asistir la vida de quienes están en el proceso de abandonar las cuestiones del viejo hombre, y a aquellos que no le conocen, hacerlos nuevas criaturas!


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“Ser liberado y permanecer libre” 2/3

Hola querido amigo! Sabia usted que los cristianos nacidos de nuevo, éramos prisioneros de Satanás?Estábamos presos en transgresiones y ataduras, vendidos al pecado: “… todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado”dice la Biblia. Entonces vino Jesús a nuestras vidas y nos compró con su preciosa sangre. Y ahora Él, como nuestro Salvador, también quiere ser nuestro “asistente social”, para que nuestras actitudes puedan ser diferentes. Él se preocupa de que nuestro comportamiento y nuestras costumbres cambien, y que aprendamos a vivir en libertad.

Quien crea que cuando Jesús lo salvó y le perdonó sus pecados, automáticamente también cambió su inclinación hacia el pecado, está muy equivocado. Pues, ¿dónde queda la lucha de la fe, de la cual Pablo escribe:“He peleado la buena batalla…”? ¿Y por qué dice en la carta a los Hebreos:“Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado”? ¿Qué sentido tendría esto si después de la conversión y del nuevo nacimiento todo funcionara correctamente, si estuviera todo en orden? Si una persona que ha robado y mentido durante toda su vida, nace de nuevo, es salvo y libre; pero como aún vive en el cuerpo de pecado, ciertamente tiene que aprender a dejar estas cosas. En eso tenemos que trabajar. Y por eso es importante la constante cercanía de Jesucristo y dejar obrar al Señor. Se exige toda nuestra disposición, toda nuestra aceptación y toda nuestra voluntad. Ése es el significado de luchar la batalla de la fe para permanecer en Cristo, quien ha vencido al infierno, a la muerte y al diablo. Por eso, el Señor Jesús mismo nos exhorta:“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

¿Qué puede hacer usted para que pueda dejar cada vez más sus viejas actitudes, y pueda recibir otras nuevas que agraden al Señor?

Puede, dedicar tiempo a la lectura de la Biblia y a la oración. Muchos lo encuentran aburrido. Pero quien no está dispuesto a ocuparse profundamente de la Palabra de Dios y a orar a Jesús, teniendo comunión con Él, nunca podrá cambiar. Sólo aquí se encuentra la fuerza renovadora. La Palabra de Dios es el pan de vida, transmite fuerza y crecimiento. Lamentablemente, en lo que concierne a la lectura de la Biblia, muchos cristianos están a dieta.

Pablo nos aconseja: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,…”. El salmista dice: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra“. Y también: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino“. El Señor resucitado también nos habla sobre el cuidado por medio de la Palabra de Dios: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra“. Cuando el anticristo se levante en la primera mitad del tiempo de la ira, todo el mundo será tentado y engañado: “Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:9-10). Cuando el Señor tuvo hambre en el desierto, y el diablo le tentó para que transformara las piedras en pan, él le dijo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios“. ¿De qué nos sirve estar satisfechos físicamente, cuando nos morimos espiritualmente?

Estimado amigo, pensemos en una ilustración de la vida cotidiana: Nunca deberíamos entrar en un supermercado sintiendo hambre. ¿Por qué? Porque entonces correremos un mayor peligro de ser atraídos por todo, de mirar todo tipo de cosas y cargar demasiados artículos en el carro, incluso cosas que no necesitamos, las cuales hasta pueden ser perjudiciales, pues no nos proporcionan vitaminas, sino que nos quitan fuerzas. Con un estómago vacío, estaremos mucho más abiertos a las tentadoras ofertas. Pero, si antes comimos lo suficiente, nos guiaremos por la lista del supermercado y sólo compraremos lo que realmente necesitamos, sin desviarnos del camino. Así también sucede en el terreno espiritual. Si no nos alimentamos con la Palabra de Dios y ésta nos llena, tendremos hambre de muchas cosas y estaremos buscando cosas que nos dañan y nos quitan la energía. Si tenemos hambre espiritual y no estamos alimentados con la Palabra de Dios, estaremos mucho más propensos a las tentaciones.

Dice Proverbios 7:1- 4 “…guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta“. La Palabra de Dios nos ayuda a ser distintos en nuestra manera de pensar, en nuestros sentimientos, y en nuestras actitudes y costumbres, a ser como Dios quiere.

Escuchemos algo de música y enseguida regresamos.

Querido amigo, una postura de fe corresponde tanto a la vida de un cristiano, como la lectura de la Palabra y la vida de oración. En lo que concierne a las fuerzas de oscuridad, la Biblia dice: “El cual noshalibrado de la potestad de las tinieblas, y noshatrasladado al reino de su amado Hijo, en quientenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1:13-14).

¿Ha vencido Cristo las tinieblas?

¿Le ha quitado el poder a Satanás?

¿Es Él el más fuerte, el que le ha quitado la presa al diablo?

¿Es mayor el que está en nosotros que el que está en el mundo?

La palabra “ha”, habla de un hecho puntual que sucedió una vez para siempre. En el momento en el que aceptó al Señor Jesús en su vida y nació de nuevo, Dios le salvó de una vez y para siempre del poder de las tinieblas, le trasladó al reino de su Hijo amado, y le perdonó sus pecados. Por eso, ahora depende de que nosotros (usted y yo) tomemos por la fe este hecho, ya consumado por Jesucristo en la cruz a favor de nuestras vidas.

Pablo pone mucho énfasis en la postura interna de la fe de los cristianos nacidos de nuevo: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:11). Adopte la postura de fe de que usted fue crucificado, enterrado y resucitado con Cristo, para una nueva vida de parte de Dios. Y si cae nuevamente, por favor no se quede tirado, sino confiéselo al Señor y levántese. ¡Eso es vencer! Ninguno de nosotros está libre de caer. Pero podemos sostenernos de la mano de Jesús, a quien le fue dado todo poder en el cielo y en la tierra; y por la fe podemos decir: “Señor, he muerto al pecado”. Confíe sólo y únicamente en la Palabra de Dios: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:11). El mismo Pablo adoptó esta postura de fe, y él confiesa:“… ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí“. A dos ciegos, que con una confianza firme fueron a Jesús a pedir sanidad para sus enfermedades, él les dijo: “Conforme a vuestra fe os sea hecho“. Y a la mujer que sufría ya por doce años de flujo y tocó su manto por fe, le dijo: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote“.

Jesús es quien puede librarte de tu pecado, busca su ayuda, el te extiende su mano. Amen.

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