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Titulo: “Ser liberado y permanecer libre” 1/3
  

Autor: NorbertLieth 
Nº: PE1195

Elnuevo nacimiento es el mayor milagro que puede ocurrir, por eso también trae consigo la mayor liberación. No se puede separar una cosa de la otra. Porque desde el momento en que una persona cree en Cristo y en su perfecta obra redentora de salvación en la cruz del Gólgota, nace de nuevo – aunque no todos lo sientan -, y la misma es transformada en una “nueva criatura”.


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“Ser liberado y permanecer libre” 1/3

Hola querido amigo, me gustaría comenzar pensando en que muchas veces uno se encuentra con personas que sufren por no sentirse verdaderamente libres, pese a haber sido cristianos por mucho tiempo ya.

Tienen que luchar intensamente con esto o con aquello, y cuando caen en algún pecado, creen que el Señor Jesús aún no los ha liberado completamente. Es por eso que oran y oran por liberación, van de consejero en consejero, se arrepienten constantemente y piden oración por ellos mismos, realizan oraciones de liberación y comienzan nuevamente. Pero después de un tiempo, nuevamente sienten las debilidades de su carne, y todo comienza de cero. Existen “Cultos y conferencias de liberación”, que se dedican a tratar exclusivamente el tema de “Cómo liberar a los atados”, o tópicos semejantes. Luego de una reunión, un hijo de Dios que realmente ama al Señor Jesús, confesó que todavía tenía problemas con algunas cosas carnales. Concurrió a uno de esos ministerios especiales de liberación, donde se oró especialmente por él y por su liberación. Tuvo que repetir palabra por palabra la oración hecha por el consejero. Luego se le exhortó a repetir diariamente esta oración, incluso varias veces por día. Finalmente se le dijo que se había convertido a un Cristo falso y que tenía que convertirse al verdadero Cristo. Inmediatamente fue aconsejado a que saliera de ese ministerio, porque se ha podido comprobar que de ese modo no se puede alcanzar la verdadera liberación. Y a eso se le agrega el hecho de que uno, como hijo de Dios, puede caer más aún en el pozo de la desesperación, cuando al estar sufriendo por determinadas cosas o debilidades, escucha estimado amigo, cómo otros cristianos fueron liberados inmediatamente por Jesús, logrando así llevar una vida libre de problemas.

Hay muchas opiniones respecto al tema de la “liberación”, y todas tienen versículos, experiencias y testimonios para fundamentarlas. Mientras tanto, uno mismo se encuentra en una lucha constante y se siente, de todas formas, menos liberado. Incluso uno termina sintiéndose acusado por las palabras de Jesús que se encuentran en Juan 8:36: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres“. Y si continúa cayendo y no supera los problemas, uno se dice muy desanimado: Si en tantas cosas aún no soy libre, entonces es que el Hijo de Dios todavía no me ha liberado; por lo tanto, Él no está obrando en mí. Como consecuencia todavía no estoy verdaderamente convertido y no he nacido de nuevo. Por consiguiente, debo orar de nuevo, etc., etc., etc.

Estimado amigo, en mi opinión, es necesaria una aclaración más objetiva en lo que respecta al “ser liberado y permanecer libre”, y esta aclaración proviene de la misma Biblia. La Palabra de Dios muchas veces es más objetiva de lo que creemos.

Esta claro que Jesús lo puede todo, y que Dios es todopoderoso y puede realizar un milagro en cualquier momento. Pero, ¿siempre actúa como nosotros lo imaginamos o deseamos? ¿No nos enseña la Biblia un principio que es mucho menos espectacular y más práctico? Los siguientes puntos nos aclaran lo que la Biblia nos enseña sobre la liberación.

 El cambio del ser y la renovación de los sentidos

 El comportamiento en la fe y

 La autocontención

Luego de la primera pausa Musical, ampliaremos brevemente estos puntos.

Quisiera comenzar querido amigo con una pregunta esta segunda parte, ¿Cuándo es verdaderamente libre una persona? ¿Después de cinco, siete, doce o más cultos y conferencias de liberación? ¿Cuándo se siente libre, antes, o después? Todo lo que es verdaderamente nuevo comienza con el nuevo nacimiento, del cual habla 1ª Pedro 1:3-4: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.” El nuevo nacimiento es el milagro más grande que pueda suceder, e incluye al mismo tiempo la mayor liberación.

Muchos piensan que el milagro más grande consiste en que un muerto pueda revivir, como por ejemplo en el caso del joven de Naín o de la hija de Jairo . Pero el nuevo nacimiento es un milagro mucho mayor. Porque el hombre natural está espiritualmente muerto en delitos y pecados . Está separado de Dios, y perdido, debido a sus pecados no perdonados, y no puede entender ni a Dios, ni a la Biblia, ni a ninguna otra cosa espiritual . Cuando Dios toca el corazón de una persona por medio de su Palabra, y ésta cree, se convierte y recibe el Espíritu Santo de Dios. Desde ese momento, el que antes era un pecador perdido “resucita de los muertos”, y es “una nueva criatura”en Cristo, hijo del Padre Celestial, heredero de Dios y coheredero con Cristo, y tiene derechos como ciudadano celestial. ¿Puede existir algo mejor que eso? Sólo podemos enfatizar que el nuevo nacimiento es el mayor milagro que puede ocurrir, y justamente por eso también trae consigo la mayor liberación. No se puede separar una cosa de la otra. Porque desde el momento en que una persona cree en Cristo y en su perfecta obra redentora de salvación en la cruz del Gólgota, nace de nuevo – aunque no todos lo sientan -, y la misma es transformada en una “nueva criatura”.

Pero también es cierto, querido amigo, que la vieja criatura existe aún, al lado de la nueva. Por eso, el Señor nos exhorta a colaborar. Cuando somos redimidos y salvados, no debemos pensar que podemos cruzarnos de brazos y solamente alegrarnos en la salvación y liberación que tenemos, ya que pronto nos daremos cuenta que las viejas cosas nos alcanzan. Por eso, Pablo nos exhorta: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2). También se podría traducir la primera parte del versículo dos de esta manera: “No amolden su forma de vida de acuerdo a este mundo, sino transfórmense por la renovación de su mente…

Prestemos atención a las cosas prácticas que se nos dicen aquí: 

Pongan su cuerpo a disposición del Señor como un sacrificio completo. Quien no lo hace, no tiene que asombrarse al darse cuenta que aún tiene oídos y ojos para las cosas que no son tan buenas.

No se amolden al mundo. Ya me parece escuchar la siguiente objeción: Sí, pero es que yo vivo en el mundo. Es cierto, pero como cristiano nacido de nuevo uno ya no pertenece al mundo, sino al reino de Dios.

Transformen su carácter, renueven sus pensamientos (su mente). Si alguien es nacido de nuevo, tiene que aprender a pensar diferente. Otra vez me parece escuchar: Sí, pero ya soy una nueva criatura. No hay duda, pero ahora usted tiene que trabajar para que su vida lleve la marca de una nueva persona, para que sus pensamientos sean transformados y su mente sea renovada, y aprenda a reconocer cada vez mejor cuál es la voluntad de Dios para su vida.

Tomemos como ilustración una imagen de la vida cotidiana: Las personas que son liberadas de la prisión, realmente quedan en libertad. Sin embargo, muchas veces un asistente social está cerca de ellos para que no recaigan nuevamente en el delito. El asistente, por su parte, necesita la total colaboración del ex-delincuente. Tienen que saber trabajar juntos. El delincuente, con la colaboración del asistente social, deberá cambiar su comportamiento, sus costumbres y habilidades. Tiene que ser insertado en un nuevo entorno, para que el pasado no lo lleve a su antiguo entorno y a sus viejos “amigos”. Tiene que encontrar un trabajo regular, nuevas tareas, pasatiempos y amigos. Y en ese caso, es muy importante la colaboración del asistente. Si el ex-convicto colabora y participa, la liberación promete ser exitosa. Pero si se resiste a seguir los consejos del asistente, casi seguro recaerá en una vida de delincuencia, drogas y cosas por el estilo. Quien ha salido de la prisión, es libre, pero tiene que aprender a vivir en esa libertad.

De la misma manera ocurre con nosotros, debemos a prender a vivir la libertad que nos fue dada desde el momento que comprendimos la obra que Jesús hizo por cada pecador y luego de que la recibimos.

Que el Señor nos ayude a comprender con claridad esto tan importante y nos llene de su poder para lograr, paso a paso, librarnos de las cosas del viejo hombre que nos atan.

Nos encontramos en el próximo programa.

1 Comment

  1. Paulette dice:

    Muchas gracias por esta excelente explicaciòn

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