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Titulo: «Sed llenos del Espíritu» 4/4
  

Autor: WimMalgo 
Nº: PE1114

Es infinitamenteimportante obedecer a la orden de Dios: «¡Sed llenos del Espíritu!», para que Jesucristo realmente sea glorificado en y a través de nosotros y pueda tener el pleno derecho que tiene sobre nuestra vida.


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«Sed llenos del Espíritu» 4/4

Estimado amigo, cuando Saulo y Bernabé anunciaban el Evangelio y en su viaje atravesaron también la isla de Chipre, «hallaron a un mago, falso profeta judío, llamado Barjesús. El estaba con el procónsul Sergio Paulo, un hombre prudente. Este, mandando llamar a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios. Pero el mago Elimas (pues así se traduce su nombre) les resistía, intentando apartar al procónsul de la fe». De esto leemos en Hechos 13:6-8. En otras palabras: Con la ayuda de Satanás, este Elimas trataba de retener al procónsul de la fe. ¿Se doblegaron, pues, a él los dos evangelistas? No, todo al contrario. Pero ¿cómo les fue posible vencer el poder de Satanás? Encontramos la respuesta en el versículo siguiente: «Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijó los ojos en él…». Pablo no se habría atrevido a resistir ese ocultista y el poder del diablo que estaba detrás de él, si no hubiera sabido antes que estaba lleno de Jesús. ¿Cómo aconteció esto? Antes que Pablo dijera alguna cosa a ese enemigo del Evangelio, fue llenado del Espíritu Santo. Entonces el Espíritu de Dios glorificó en su corazón al Señor Jesús, quien dijo a Sus discípulos ya antes del Gólgota: «He aquí, os doy autoridad de pisar serpientes, escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada os dañará» (Lc. 10:19). Así aconteció también aquí: El enemigo fue vencido y el procónsul llegó a la fe en Jesucristo.

Querido amigo, el mismo Pablo escribió en su carta a los efesios creyentes, que se habían convertido y habían recibido el Espíritu Santo: «…sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo» (Ef. 4:15). Este conocimiento cada vez más profundo del Hijo de Dios y de Su obra en el Gólgota, tiene que ver con el ministerio y la obra del Espíritu Santo, por lo cual Pablo les manda: «…sed llenos del Espíritu» (Ef. 5:18). O en otras palabras: ¡Permitan al Espíritu Santo que haga Su obra en vosotros! Por eso, vamos a dirigirnos a una pregunta muy seria y de graves consecuencias: 

¿Cuándo ya no puede el Espíritu Santo hacer Su obra en nosotros?

Estimado amigo, su obra en nosotros es impedida cuando Le entristecemos, por lo cual Pablo nos advierte diciendo: «…no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios en quien fuisteis sellados para el día de la redención». Supongamos que yo entristeciera una y otra vez a un buen amigo por algún descuido. El no me castigaría por eso con duras palabras, pero sí se retiraría lentamente de mí. Así también lo hace el Espíritu Santo cuando toleramos algún pecado en nuestra vida, aunque El puso una y otra vez Su dedo sobre ello, por medio de la Palabra de Dios. Entonces El Se retira, es decir, Su hablar en nosotros – por medio de la Palabra – se vuelve cada vez más débil. Y si incluso oprimimos al Espíritu de Dios en nosotros, corremos el peligro de apagar Su obra en nosotros. Por eso, somos exhortados en 1 Tesalonicenses 5:19: «No apaguéis el Espíritu.»

Si entristeces y apagas al Espíritu Santo, de repente reconoces que tienes muy poco de Jesús en ti. Entonces también constatas de repente que ya no llevas ninguna vida de victoria. Y cuando ves la vida consagrada a Jesús, llena del Espíritu Santo, de un Esteban, un Bernabé o un Pablo, te avergüenzas, porque te das cuenta de que en tu vida, es justamente lo contrario y ya no puedes cumplir con las exigencias. En vez de ir de victoria en victoria, vas de derrota en derrota. Y todo esto solamente porque has eludido el dominio del Espíritu Santo y Le has hecho callar más y más. No es de asombrar, entonces, que tu vida de fe fracase. Sí es verdad que el Espíritu de Dios habita en ti ahora como antes, pero El ya no tiene nada que decirte, porque has vuelto a tomar el timón de tu vida en tu propia mano.

Escuchemos unos compases musicales y enseguida volvemos, porque es posible corregir el rumbo.

¡Es posible corregir el rumbo! Sí mi estimado amigo.

Si te has visto a la luz de este mensaje y tienes que decir: «Sí, es exactamente así en mi vida», entonces escucha: Ya no tienes que permanecer más tiempo en la derrota. Confiésale ahora al Señor Jesús tus pecados, dile que entristeciste y apagaste al Espíritu de Dios por esta u otra cosa. Si te humillas delante de El con corazón sincero y te arrepientes por tu comportamiento, El te purificará y el Espíritu Santo volverá a hacer Su obra en ti y te llenará, para que el Señor Jesús pueda tener sobre tu vida todo el derecho que Le corresponde.

Aquí, por supuesto, surge otra pregunta importante: 

¿Cómo podemos mantener ardiente el fuego del Espíritu Santo en nosotros?

Encontramos una respuesta a esto en Hechos 13:1-2: «Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, unos profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Níger, Lucio de Cirene, Manaén, que había sido criado con el tetrarca Herodes, y Saulo. Mientras ellos ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo…»

Esos hermanos estaban completamente consagrados al Señor, Le servían y ayunaban para El. Entonces el Espíritu de Dios comenzó a obrar en ellos: El habló. Fijémonos el estado del corazón de esos hermanos. ¿Qué podemos leer entre las líneas? Nada más que una quietud interior, una humildad de corazón y una espera con oración y fe. Aquí pienso en las maravillosas palabras de Isaías 30:15: «En arrepentimiento y en reposo seréis salvos; en la quietud y en la confianza estará vuestra fortaleza». La falta de quietud interior es la razón por la cual tan pocos creyentes renacidos están llenos del Espíritu Santo – o en otras palabras, es la razón por la cual Jesucristo es glorificado muy poco en y a través de ellos.

Oh, mis hermanos y hermanas: ¿No queremos todos llegar a ser llenos del Espíritu Santo y mantener ardiente Su fuego en nosotros, para que Cristo sea glorificado en y a través de nosotros? Esto es vital, pues 1 Corintios 12:3 dice: «…nadie puede decir: Jesús es el Señor, sino por el Espíritu Santo.» Bien es verdad que el nombre de Jesús se pronuncia millones de veces cada día. Pero hay que prestar atención a lo siguiente: Cuando pronunciamos el nombre de nuestro bendito Señor Jesús, esto solamente será agradable al Dios y Padre si se hace por medio del Espíritu Santo, es decir, cuando El puede hacerlo en nosotros. Por eso, es infinitamente importante obedecer a la orden de Dios: «¡Sed llenos del Espíritu!», para que Jesucristo realmente sea glorificado en y a través de nosotros y pueda tener el pleno derecho que tiene sobre nuestra vida. Que el Señor te bendiga.

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