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Titulo: “Sed llenos del Espíritu” 3/4
  

Autor: WimMalgo 
Nº: PE1113

El llegara ser lleno del Espíritu Santo, no es otra cosa que reconocer nueva y cada vez más profundamente a Cristo y Su obra de redención, aplicar este conocimiento en la vida diaria y obedecer sin condición al Señor.-


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“Sed llenos del Espíritu” 3/4

Como ya lo anunciamos querido amigo ¡Se trata únicamente de engrandecer a Jesús!

El llegar a ser lleno del Espíritu Santo, no es otra cosa que reconocer nueva y cada vez más profundamente a Cristo y Su obra de redención, aplicar este conocimiento en la vida diaria y obedecer sin condición al Señor. Por eso, el Señor Jesús dice: “El me glorificará.” El Espíritu Santo no Se glorifica a Sí mismo ni a Sus dones, tampoco a las personas capaces en la viña del Señor ni a ciertas doctrinas especiales. No, sino que El glorifica sola y únicamente a Jesucristo.

Quisiera que me comprendan bien: No estamos en contra de los dones del Espíritu de los cuales habla la Biblia. ¿Cómo podríamos hacer tal cosa? Sin embargo, hay alguien que está encima de los dones, o sea, el Dador. ¡Si se habla solamente y una y otra vez de los dones del Espíritu etc, entonces el Dador ya no está en el centro!

Además, en cuanto a los dones del Espíritu hemos leído en Hechos 2:4: “Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen. Cuando leemos Hechos 2 en su contexto, notamos que el don de lenguas distintas fue usado únicamente para glorificar a Jesucristo. Sucedió durante la fiesta de Pentecostés de los judíos, que habían venido desde muchos países diferentes a Jerusalén para festejar. Hablaban los idiomas de los países donde residían quizás ya desde hacía generaciones. Pero en ocasión de esa fiesta de Pentecostés de los judíos, el Espíritu Santo vino solamente sobre los aproximadamente 120 discípulos de Jesús, que estaban esperando esta promesa del Padre. ¿Cómo, pues, iban a escuchar y comprender el Evangelio de Jesucristo todos los demás judíos que habían venido a participar en la fiesta de Pentecostés? Entonces Dios dio por primera vez el don de lenguas, para que cada uno comprendiera el Evangelio en su propio idioma. Por este don de lenguas se glorificó, pues, a Jesucristo. Sea cual fuera la comunidad de creyentes en la cual te congregas, pero pregúntate siempre: ¿De quién se trata aquí? ¿Se honra y se engrandece a hombres, se anuncia ante todo el Espíritu Santo y Sus dones? ¿O se trata verdaderamente de glorificar solamente a Jesucristo? ¡Si Jesús no es el centro, haces bien en irte de ese lugar!

Esto tiene validez también en nuestra vida personal: Si realmente estás lleno o eres llenado del Espíritu Santo, entonces El glorifica en ti a Jesucristo, el Cordero de Dios, y te Lo hace tan querido y precioso que podrás vivir, en virtud del Cordero inmolado en la cruz del Gólgota, como un verdadero creyente, es decir, en la fuerza del León de la tribu de Judá. Un ejemplo bíblico al respecto, que vamos a introducir con la siguiente pregunta: 

¿De dónde tenía Pedro de repente su valor y su fuerza?

Poco antes del acontecimiento del Gólgota, cuando Jesús fue interrogado por el concilio, Pedro negó tres veces a Su Señor y Maestro. Después de Pentecostés, cuando Juan y Pedro habían sanado en el nombre de Jesucristo a un paralítico y luego habían anunciado el Evangelio en el Templo, fueron tomados presos. Al otro día fueron llevados ante el concilio, donde se los preguntó con qué potestad o en qué nombre habían sanado a ese paralítico. Aunque estaban delante del mismo concilio que había interrogado también a su Señor y que no había cambiado, esa vez Pedro no buscó ninguna esquiva, sino que dijo conforme a la verdad: “Si hoy somos investigados acerca del bien hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste ha sido sanado, sea conocido a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel, que ha sido en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Por Jesús este hombre está de pie sano en vuestra presencia. El es la piedra rechazada por vosotros los edificadores, la cual ha llegado a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Poco antes del suceso en el Gólgota, Pedro había sido demasiado cobarde para ponerse del lado de su Maestro. ¿De dónde tuvo, pues, de repente la fuerza y el valor para testificar tan libremente de Jesucristo?

La respuesta es: Podemos suponer que Pedro se convirtió después de haber negado tres veces a Jesús, pues leemos en Mateo 26:75: “Y Pedro se acordó de las palabras de Jesús que había dicho: Antes que cante el gallo, tú me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.” Pero en Hechos 4:8 leemos qué lo capacitaba para presentarse tan intrépidamente delante del concilio: “Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo y ancianos…” En Pentecostés Pedro había recibido el Espíritu Santo y hasta fue lleno de El. Pero antes que Pedro pudiera cumplir con el gran desafío de justificarse delante de los asesinos de su Señor, el Espíritu de Dios había glorificado de manera maravillosa en el corazón de Pedro al Señor Jesucristo, el Vencedor. No es de asombrar, pues, que todo lo que Pedro decía, tenía a Cristo como el centro; ¡se trataba solamente de engrandecer a Cristo! Allí se cumplió lo que el Señor Jesús ya había dicho de antemano a Sus discípulos: “Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis, porque os será dado en aquella hora lo que habéis de decir. Pues no sois vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre que hablará en vosotros”.

Encontramos otro ejemplo similar al anterior en Hechos 7:59-60, donde está escrito: “Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba diciendo: ¡Señor Jesús, recibe mi espíritu! Y puesto de rodillas clamó a gran voz: ¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Y habiendo dicho esto, durmió.” ¿Cómo es posible perdonar a los enemigos en esta situación, al dar casi el último respiro, y a orar al Señor por ellos? Encontramos la explicación en el versículo 55: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios.” Esteban realmente vio a Jesús a la diestra de la Majestad en las alturas; no podemos espiritualizar esto. En el momento antes de tener que pasar por la muerte, fue confrontado interiormente de manera muy nueva, por medio del Espíritu Santo, con la Persona de Jesucristo, quien dijo: 

– “No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar al alma”.

– “…el que pierda su vida por causa de mí la hallará” (Mt. 16:25b).

– “Amad a vuestros enemigos y haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen y orad por los que os maltratan” (Lc. 6:27-28).

Querido amigo, el Espíritu de Dios recordó a Esteban en su hora de muerte todas estas palabras de Jesús y le dio la fuerza para actuar conforme a ellas, llegando así a ser semejante a la muerte de su Maestro, quien, clavado en la cruz, dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

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