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Titulo: “Sedllenos del Espíritu” 1/4
  

Autor: WimMalgo 
Nº: PE1111

“No es bíblico poner continuamente al Espíritu Santo en el centro de la predicación, como se hace muchas veces en algunos círculos. ¿Por qué no es bíblico? Porque el propósito del Espíritu de Dios es engrandecer a Jesucristo.” ¡Esto y mucho más en esta serie de Wim Malgo!

 


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“Sed llenos del Espíritu” 1/4

Estimado Amigo, en Hechos capítulo 2, versículo 1-4 leemos las siguientes palabras: “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Y de repente vino un estruendo del cielo, como si soplara un viento violento, y llenó toda la casa donde estaban sentados. Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen”.

Querido amigo, se trata aquí del cumplimiento de una de las más grandes promesas bíblicas, a saber, de la venida del Espíritu Santo. Este acontecimiento es único, porque en aquel entonces el Espíritu de Dios vino del cielo a la tierra, y desde ese tiempo hace Su morada en todos los que han llegado a la fe en Jesucristo. También los fenómenos que acompañaban Su venida, este repentino “estruendo del cielo, como si soplara un viento violento”, son únicos en su naturaleza, pero a pesar de esto hay muchos creyentes, hoy en día, que esperan un nuevo milagro de Pentecostés.

No es bíblico poner continuamente al Espíritu Santo en el centro de la predicación, como se hace muchas veces en algunos círculos. ¿Por qué no es bíblico? Porque el propósito del Espíritu de Dios es engrandecer a Jesucristo. El Señor mismo dijo al respecto en Juan 16:14a: “El me glorificará…”. ¡Pero es igualmente equivocado callarse siempre con temor de hablar acerca del Espíritu Santo, ya que nosotros como creyentes tenemos que conocer absolutamente Su obra y Su ministerio!

Pero, preguntémonos ahora: 

¿Cómo llega la victoria que obtuvo Jesucristo en la cruz del Gólgota, a ser una realidad en nosotros, en nuestra vida cotidiana?

A esta importante pregunta, Romanos 15:13 nos da una clara respuesta. Pablo escribe allí: “Que el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en la esperanza por el poder del Espíritu Santo.” El estar lleno de todo gozo y paz en el creer y el abundar en esperanza, en medio de nuestra monótona vida diaria, nos están dados en Jesucristo. Pero esto llega a ser vivo y real sola y únicamente “por el poder del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo glorifica a Jesús en nosotros como el Gozo verdadero, la Paz verdadera y la abundante Esperanza. Podemos decir exactamente lo mismo respecto a Romanos 14:17, donde está escrito: “…porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” La justicia, la paz y el gozo se encuentran en Jesucristo, pero estas maravillosas características llegan a ser realidad en nuestras vidas recién por medio del Espíritu Santo.

Hagámonos ahora la siguiente pregunta: ¿Quién tomó la iniciativa para redimirnos a ti y a mí? Dios el Padre, pues leemos en Juan 3:16a: “Porque de tal manera amó Dios al mundo…” Pero es Dios el Hijo quien, por Su obediencia de fe, llevó a cabo el plan de redención que el Padre celestial tenía ya antes de la fundación del mundo: “…que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ahora bien, ¿en qué consiste el ministerio del Espíritu Santo? El quiere hacer de esta redención, que Dios el Padre encontró y Dios el Hijo realizó, cada día una realidad viva en los creyentes. Pensemos tan sólo en Romanos 8:16, que dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.” También Juan 1:12 habla de esto, diciendo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. ¡No se trata de alguna potestad indefinible que reciben las personas que tienen a Jesucristo en sus corazones, sino de una Persona, a saber, del Espíritu Santo en los creyentes, que quiere hacer del Gólgota una realidad en sus vidas!

Herman: Volvamos a nuestro texto en Hechos 2. Pues los aproximadamente 120 discípulos que estaban reunidos en Pentecostés en aquel entonces, además de recibir el Espíritu Santo también fueron llenos de El: “Entonces aparecieron, repartidas entre ellos, lenguas como de fuego, y se asentaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo…” . Una pregunta importante al respecto: 

¿Hay una diferencia entre el recibir el Espíritu Santo y el ser lleno de El?

Sí, ciertamente. La Biblia nos exhorta que no quedemos satisfechos con haber recibido el Espíritu Santo, sino que lleguemos también a ser llenos de El: “Y no os embriaguéis con vino, pues en esto hay desenfreno. Más bien, sed llenos del Espíritu”, dice Efesios 5:18. Pablo no dirigió estas palabras a incrédulos, sino a hijos de Dios. Pues escribió esta carta a los creyentes de la iglesia de Efeso, que ya habían recibido el Espíritu Santo.

¿Cuándo recibe una persona el Espíritu Santo? En su conversión. Pablo dice al respecto en Efesios 1:13-14: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo que había sido prometido, quien es la garantía de nuestra herencia para la redención de lo adquirido, para la alabanza de su gloria.” Las palabras “habiendo creído en él” expresan muy claramente cuándo el Espíritu Santo hace Su morada en una persona. Pues el llegar a creer en Jesucristo significa el apartarse del mundo y el volverse hacia El, el Hijo de Dios, en arrepentimiento y humillación. El que trae toda su carga de pecados en oración y con arrepentimiento a Jesús, experimentará que, como respuesta divina a esto, recibirá el Espíritu Santo: “Mas a todos los que le (Jesucristo) recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad (Espíritu Santo) de ser hechos hijos de Dios.” Una vez más: Si una persona se convierte verdaderamente y llega al nuevo nacimiento, también recibe el Espíritu Santo y es sellada con El. Nadie puede quitar más este sellado divino. Por eso el Señor Jesús dice de los que de esta manera llegaron a ser Suyos: “…nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre” Es una verdad maravillosa!

Pero querido amigo, Efesios 1:14 dice aún más del Espíritu Santo recibido en el corazón, a saber, que El es: “las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida…”. En otras palabras: Cuando nos convertimos, Dios nos da un anticipo de lo que El ha preparado para nosotros en la gloriosa eternidad. Pero a los mismos creyentes en Efeso a los cuales Pablo confirmó que recibieron el Espíritu Santo y fueron sellados con El, les dice luego: “…sed llenos del Espíritu”. También, por ejemplo, en Hechos 4:31 se habla del llegar a ser lleno del Espíritu Santo: “Cuando acabaron de orar, el lugar en donde estaban reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban la palabra de Dios con valentía.” ¿Quién oró aquí? Los creyentes de la primera iglesia. ¿Tenían el Espíritu Santo? Sin duda alguna. ¿Por qué, pues, todos los que oraron en aquel entonces fueron llenos de El una vez más o aún más profundamente, en aquel momento? Quisiéramos entrar más en esto a continuación. Encontramos una interesante traducción de Efesios 5:18 en una versión alemana, que dice, traducido al español: 

“No os embriaguéis con vino, lo cual lleva a los desórdenes. Beban más bien a grandes tragos del vaso del Espíritu”.

Esto muestra claramente que el llegar a ser lleno del Espíritu Santo no es algo absolutamente nuevo para el creyente, sino que se trata simplemente de recibir aún más del Espíritu de Dios, que uno ya tiene en el corazón. Ya en el Antiguo Testamento se muestra este principio del Eterno: 

– “Jehová puede darte mucho más que eso” (2 Cr. 25:9b).

– “Jehová bendijo los últimos días de Job más que los primeros” (Job 42:12).

– “Jehová aumentará bendición sobre vosotros y sobre vuestros hijos” (Sal. 115:14).

También a ti, querido hijo de Dios, el Señor tiene para darte aún mucho más de lo que has recibido de El hasta hoy.

¡No te pierdas la segunda parte de esta meditación Bíblica!

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