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Autor: Norbert Lieth

¿Quiénes son las “otras ovejas” en Juan 10:1-16? Muchos intérpretes bíblicos ven en dicho término una referencia a la iglesia.
Pero, ¿realmente es eso lo que quiere decir?

 


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PE2104 – Estudio Bíblico
¿Realmente es eso lo que quiere decir? (1ª parte)



Estimados amigos, nos preguntamos: ¿Quiénes son las “otras ovejas” en Juan 10:1 al 16? Muchos intérpretes bíblicos ven en dicho término una referencia a la iglesia.

Pero, ¿realmente es eso lo que quiere decir?

En el mencionado pasaje de Juan, el Señor Jesús dice: “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía. Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

En este pasaje se nos presentan diversos términos, que son los siguientes:
– una puerta
– ladrones y salteadores
– un pastor
– un portero
– ovejas
– un asalariado
– otras ovejas

Veamos en primer lugar: La puerta. Cuando el Señor llegó por primera vez a Israel, Él entró “oficialmente” por la puerta. Él no entró a hurtadillas, y no llegó por un camino diferente; sino que entró por el camino que los profetas, en el Espíritu Santo, habían predicho. Él era el Mesías prometido, proveniente de la raíz de David, nacería en Belén y de una virgen. La genealogía en Mateo 1 y Lucas 3 testifican de ese camino oficial del Señor. Él es aquel de quien Moisés dijo en Dt. 18:15: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”. Esta afirmación de Moisés, más tarde fue tomada por Pedro y Esteban, quienes la interpretaron como que hablaba de Jesús (en Hch. 3:22; y 7:37). El Señor mismo, en Jn. 5:39, señaló las escrituras del Antiguo Testamento, diciendo: “Ellas son las que dan testimonio de mí”. Todo esto muestra claramente que el Mesías Jesús entró oficialmente por la puerta, y no entró a hurtadillas por otro lado.

Veamos ahora: Los ladrones y salteadores. Jesús dijo: “El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.” Y: “Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.” El linaje sumo sacerdotal de Su tiempo no venía por el camino oficial; en cierto sentido se había colado, y de verdad demostraron ser ladrones y salteadores que oprimían duramente al pueblo y lo engañaban. Desde el tiempo del gobierno de Herodes el Grande, el cargo del sumo sacerdote ya no era un cargo hereditario y de por vida. Hacía mucho ya que no correspondía al llamado original de Dios. Primero fueron los hasmoneos, y más tarde los gobernantes respectivos – es decir tanto los herodianos como también los gobernadores romanos – los que adjudicaban el cargo según consideración política.

Everett Ferguson escribe sobre esto en ‘Trasfondos del cristianismo temprano’: “Según el Antiguo Testamento, el cargo del sumo sacerdote era heredado, pero los reyes helenistas estaban acostumbrados a quitar o a nombrar sacerdotes como favor político, o como reacción a sobornos (tal como lo hicieron los seleucidas en Jerusalén en la víspera del levantamiento de los macabeos). Herodes el Grande y sus sucesores romanos, cambiaban al sumo sacerdote con bastante regularidad – desde Herodes hasta el 70 d.C. hubo 24 sumo sacerdotes. De la familia de Anás (quien fuera sumo sacerdote del 6 al 15 d.C.), no obstante, fueron ocho los sumo sacerdotes en el primer siglo.”

El Dr. Jörg Sieger, escribe en su página web acerca de los sumo sacerdotes del tiempo de Jesús: “En el pueblo, la casta sumo sacerdotal contemporánea, que compraba el cargo por dinero y que se esforzaba por mantenerlo en su propia estirpe, era mal vista y por ende poco honrada, e incluso odiada. Muy informativa al respecto es una canción folklórica trasmitida en el Talmud, un tipo de canción de moda, que expresa la indignación frente a las fechorías de la aristocracia sacerdotal: ‘¡Ay de la casa de Boetos: ay de sus mazos! ¡Ay de la casa de Anás: ay de sus denuncias!… Porque ellos son sumo sacerdotes, y sus hijos tesoreros, y sus yernos administradores, y sus siervos golpean al pueblo con palos’.”

¿Qué decir de: El pastor? El pastor, sin lugar a dudas, es el Señor Jesús, tal como Él lo dice de sí mismo dos veces en los versículos 11 y 14. En el Antiguo Testamento, Yahvé, el Todopoderoso, se da a conocer como el pastor de Israel (en varios pasajes de Salmos, Isaías y Ezequías). Cuando Jesús ahora dice ser el Buen Pastor, se está colocando a sí mismo al mismo nivel de Dios, aclarando así que Él es igual a Dios.

Veamos quién es: El portero. Ya que el Señor llegó por el camino oficial, fue el portero el que le abrió la puerta. Ese portero, a mi manera de ver, fue Juan el Bautista. Él fue quien preparó el camino para el Señor Jesús, quien fue delante de Él (como vemos en Lc. 1:17, y 76). Cuando Jesucristo comenzó a aparecer públicamente, Juan lo señaló y exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29, y 36). Además, en Jn. 1:15, vemos que Juan el Bautista testificó del Señor diciendo: “El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo”. Y Dios le había dicho lo que leemos en Jn. 1:33 y 34: “Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Está claro que Juan el Bautista le abrió la puerta al Señor y lo presentó en Israel.

1 Comment

  1. Osbel Diaz dice:

    Gostei demais do material
    Deus esteja sempre com vocês
    Dando ainda mais oportunidades de postar

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