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¿Qué es fe?
(2ª parte)

Autor: Samuel Rindlisbacher

Aceptar la idea de “solo por la fe” nos cuesta mucho a los seres humanos. Aun así, es uno de los puntos centrales de nuestra vida cristiana.
La fe ayuda a elevar la mirada a una realidad diferente: a Jesucristo. La fe tiene una promesa maravillosa y espera un cumplimiento glorioso.

 


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PE2089 – Estudio Bíblico
“¿Qué es fe?” (2ª parte)



Estimados amigos, aceptar la idea de “solo por la fe” nos cuesta mucho a los seres humanos. Aun así, es uno de los puntos centrales de nuestra vida cristiana, como lo confirma Hebreos 11. En el versículo 1, vimos en el programa anterior que: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” O sea: La fe es un estilo de vida que determina todo nuestro comportamiento; un poner-en-práctica aquello que uno cree. La fe determina tanto nuestro pensar como nuestro actuar.

Habíamos visto los versículos 1 al 16, y ahora continuamos con:

El versículo 17: “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito.” La fe es probada, pasa por abismos y sale airosa de los mismos. La fe no se rinde sino que resiste, y se mantiene firme.

El versículo 19: “… pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.” La fe confía en la intervención de Dios.

El versículo 20: “Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.” La fe sabe que también el futuro se encuentra en las manos de Dios, y está tranquila y confiada. Sí; la fe permite mirar hacia adelante con valentía, ya que sabe que Dios tiene todo bajo su control.

El versículo 21: “Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.” La fe sabe que todo continúa. Su mirada se dirige más allá del horizonte. La fe sabe de Aquél que se encuentra por encima de nuestra debilidad y finitud.

El versículo 22: “Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.” La fe no conoce los planes de Dios, pero conoce al planificador. Porque la fe sabe que todo sucederá como Dios lo había pensado, para nuestro bien y para Su gloria.

El versículo 23: “Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.” La fe se arriesga a pesar de toda oposición. La fe ve los peligros pero no cierra los ojos, sino que los abre y lo mira a Él. Y mientras que el creyente lo mira, se anima a avanzar a pesar de todas las resistencias y obstáculos.

Los versículos 24 al 26: “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.” La fe se niega a ir por el camino de la menor resistencia. Más bien supera las dificultades, mirando el galardón.

El versículo 27: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.” La fe deja al mundo detrás de sí. El creyente está aún en el mundo pero no es del mundo. Para la fe la norma no es el mundo, sino el Invisible y Eterno.

El versículo 28: “Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.” La fe sabe que el precio de la redención ha sido pagado; cuenta con la sangre derramada del Cordero. Es más, la fe no necesita obras propias para justificarse delante de Dios.

El versículo 29: “Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.” La fe experimenta milagros. Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de que los israelitas, por orden de Dios, dieran vueltas a la ciudad durante siete días. ¡Quien no cree en los milagros no es realista, y más porque la fe los experimenta diariamente!

El versículo 31: “Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.” La fe justifica a los pecadores y hace que todos vengan a Jesús. Sí, ramera o callejero, ladrón o despojado, joven o anciano, ¡la fe abre el cielo para todos y justifica a todos!

El versículo 32: “¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas.” La fe nunca está sola. No tiene hijos pero sí muchos seguidores, millones que confían en las promesas de Dios, millones que le han confiado su vida a Jesucristo. ¡El que cree nunca está solo!

Los versículos 33 al 35: “Que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección…” La fe es sobrenatural. La fe no es ni el opio del pueblo ni ciencia ficción. La fe, más bien, es el tomar por verdad y experimentar la realidad de Dios en el diario vivir.

Los versículos 35 (segunda parte) al 38: “Mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.” La fe no excluye el sufrimiento, sino más bien lo incluye. La fe no significa ser librados del sufrimiento, sino ser consolados en los sufrimientos. La fe no puede explicar el sufrimiento, pero puede mostrar el camino que atraviesan esos sufrimientos hacia un mundo mejor.

Los versículos 39 y 40: “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.” La fe llega a la meta, y tiene un testimonio hermoso. La fe tiene una promesa maravillosa y espera un cumplimiento glorioso.

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