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Autor: William MacDonald

Arrepentirse y creer son dos caras de una misma moneda. Ningún pecado es demasiado grande frente a la salvación de Dios. Existe un único y verdadero camino al cielo.


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PE2198 – Estudio Bíblico
¿Qué dice la Biblia sobre el destino del hombre? (3ª parte)



¡Qué gusto estar nuevamente con ustedes, estimados oyentes! Decíamos hacia el final del programa anterior que Dios no llevará al cielo a personas que no quieren estar allí. Y Él no puede poblar el cielo con personas que aún son pecadores practicantes. Porque: ¿Qué clase de cielo sería ése si fuera habitado por los peores pervertidos, asesinos y gángsteres del mundo?

Dijimos también que íbamos a ver cómo no se llega a la salvación, porque antes de reflexionar sobre la forma establecida por Dios, por la que una persona puede estar segura de ir al cielo, quisiéramos considerar varios métodos falsos en los cuales se apoyan hombres y mujeres.

La mayoría de la gente piensa que la salvación se obtiene en base a las buenas obras, haciendo lo mejor que se puede, viviendo una buena vida o por lo menos teniendo buenas intenciones en la vida. Eso es lo que la mayoría de las religiones enseña y lo que muchas personas en el mundo creen.

La Biblia dice que este camino parece recto a la gente, pero que su fin es la muerte y la condenación. Este no es el camino hacia el cielo. La salvación no se gana por obras meritorias de tipo alguno. La Biblia dice que todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia. No habla allí de nuestros pecados. Se refiere a que todas nuestras buenas obras son como trapos de inmundicia ante Dios.

La Biblia también dice que nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia. Insiste en que la salvación no es por obras, para que nadie se gloríe.

No es a través del bautismo, de la membresía en la iglesia, de las ofrendas que se puedan dar, o de los rituales religiosos. Si la salvación fuera por obras como éstas, entonces la muerte de Cristo habría sido innecesaria. Él habría muerto en vano, si hubiera existido otro camino. Y si las buenas obras fueran el camino de salvación, nadie jamás podría saber si es salvo. Nunca sabría si ha hecho suficientes buenas obras.

Mark Twain dijo que si la salvación se ganaba por ser bueno, su perro la obtendría y usted quedaría fuera de ella.

Es sorprendente que muchas personas creen que irán al cielo por guardar los Diez Mandamientos. La mayoría no puede siquiera recitar los diez mandamientos, pero saben que están en la Biblia y que por lo tanto ése debe ser el camino. Lo que no saben, es que nadie puede guardar los mandamientos a la perfección. Dios los dio para revelar el pecado, no para revelar la salvación. Son el estándar de Dios para mostrarnos qué tan lejos hemos caído.

La salvación no es por medio de la educación, ni de la ciencia, filosofía, sicología, materialismo, tampoco por un cambio de vida o por mejorar el medio ambiente. La educación enseña al pecador, pero sólo lo transforma en un pecador educado.
La ciencia puede explorar el espacio exterior, pero no puede cambiar la vida interior de una persona. La filosofía es la sabiduría del hombre. Al final de su vida, el filósofo estadounidense Bertrand Russell dijo: “La filosofía ha resultado una total decepción para mí”. La sicología no puede explicar el comportamiento humano, y mucho menos cambiarlo. El materialismo puede colocar comida en el estómago, pero no puede salvar el alma. Un cambio de estilo de vida es como vestir a una persona de ropa nueva, sin que haya una nueva persona en esa ropa. Es por eso que Jesús dijo: Te es necesario nacer de nuevo.

Existe un único y verdadero camino hacia el cielo

Dios ofrece la salvación como un regalo a todo aquel que se arrepiente de sus pecados y recibe a Cristo Jesús como su Señor y Salvador.

Pensemos en estas dos palabras, arrepentirse y creer. Son como dos caras de una misma moneda. Nos arrepentimos cuando reconocemos nuestra necesidad de ser salvos. Creemos cuando aceptamos el camino de Dios.

¿Qué significa arrepentirse? Un antiguo puritano dijo que el arrepentimiento es el vómito del alma. Significa que usted repulsa su pecado, porque es deshonroso y desagradable. Usted le da un giro a su vida, se vuelve a Dios y le da la espalda al pecado.

¿Qué significa creer? Creer significa que acepta a Jesucristo como su única esperanza celestial. Usted dice de corazón: “Señor Jesús, sé que soy un pecador, que no merezco el cielo, pero creo que tu moriste por mí en la cruz del Calvario, soportando el castigo que debió ser mío. Ahora, por un acto deliberado de fe, te acepto como mi Señor y Salvador, a partir de ahora, para vivir para ti”.

Creer en Cristo es ir a Él así como uno está, con todo su pecado. Un artista quiso pintar un cuadro del hijo pródigo. Un día, vio a un mendigo en la calle e hizo una cita para que él fuera a su estudio al día siguiente. El mendigo apareció bien vestido y afeitado. El artista dijo: “No te puedo usar ahora. Debías venir con la apariencia de lo que realmente eres”.

Creer es abrirle la puerta a Cristo. Es colocar toda su carga sobre Él, así como lo hace cuando se sienta en una silla. La fe es como dar un salto en paracaídas. Usted le confía su vida a un trozo circular de nylon. Es como zambullirse en una piscina. Usted se deja caer al agua sin reservas. Significa aceptar un indulto. Un indulto es únicamente un trozo de papel. Para que sea efectivo, debe aceptarse.

Creer en Cristo es lo más sensato, sensible y lógico que una persona pueda hacer. ¿Qué sería más razonable que creer en su Creador? No hay nada en Él que le impida creer en Su persona. Usted no se arriesga al creer en Él. Es completamente fidedigno y su Palabra es lo más seguro del Universo.

Nunca debemos olvidar las siguientes verdades:

La salvación está en una Persona, y esa Persona es el Señor Jesucristo. Si usted lo tiene, tiene la seguridad dada por Dios de ser salvo. Cristo es el camino al cielo. Él es el único camino. Ningún pecado es demasiado grande, ante la gracia que obtenemos en la salvación de Dios.

En realidad, es justamente su pecado lo que hace de usted un candidato para la salvación. Cristo no vino a llamar a justos, sino a pecadores. Es su indignidad, lo que lo convierte en un candidato ideal para la vida eterna. Las únicas personas que van al cielo son los pecadores que no lo merecen, pero a quienes Dios ha perdonado.

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