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Titulo: ¿Quéacontecerá cuando venga Jesús? 1/3

Autor: Wim Malgo 
Nº: PE1007

 

Realmente sabe usted qué  pasará cuando regrese nuestro Señor Jesús?

Escúchelo a la luz de la palabra de Dios.

Un estudio de Wim Malgo en la voz de Herman Hartwich.

 


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¿Quéacontecerá cuando venga Jesús? 1/3

¿Sabía usted, querido amigo, que en los 280 capítulos del Nuevo Testamento se habla casi 300 veces del retorno de Jesús?. Además, cuando consideramos que desde el punto de vista de la historia de la salvación, Su primera y segunda venida son una misma cosa, aunque habrá pronto dos milenios entre ellas, entonces se nos aclara que: 

En Su primera venida, El vino a Israel y a Israel también retornará.

También que nació bajo el Imperio Romano y durante el Imperio Romano también volverá.

El llevó Su cruz en Jerusalén y en Jerusalén llevará, según el libro de Apocalipsis, muchas diademas o coronas.

Pero, veamos tres diferentes fases en la Primera Venida de Jesús

En primer lugar, con Su nacimiento en Belén, Jesús vino a escondidas, esperado solamente por pocos.

Luego, siendo adulto, se manifestó para todo el mundo. Juan 1:29 dice: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

En tercer lugar, a los treinta años, El apareció como el Mesías de Israel. Leeré en San Mateo 4:13-17: “Y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado”.

Pero el pueblo no se arrepintió.

También vemos tres diferentes fases en la Segunda Venida de Jesús

En primer lugar, veamos que vendrá, como en aquel entonces en Belén, a escondidas. Pablo dice en 1 Corintios: “He aquí, os digo un misterio…” ¡El retornará, inadvertido por el mundo, como el Esposo celestial para salvar a los que Lo esperan!

Al cabo de siete años de Gran Tribulación, vendrá de repente como el Hijo de Dios en el ardiente juicio para todo el mundo. Mateo dice: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. – En Su primera venida, llevó como el Cordero de Dios los pecados por el mundo entero, pero vendrá otra vez como el Rey de reyes.

El, estimado amigo, vendrá otra vez como el Mesías de Israel. Cuando vino en aquel entonces, Israel no se arrepintió. Pero a Su retorno, se arrepentirá, de manera desgarradora: La palabra de Dios dice: “Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”.

Vemos querido amigo, que entonces no quedará ningún judío en algún país de la Tierra. En el momento cuando venga Jesús, serán arrebatados horizontalmente de todas las naciones hacia Israel. Leemos en Mateo 24:31: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Todos los judíos serán reunidos entonces en Israel y todo Israel será salvo Ezequiel 39 dice encarecidamente: “Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos. Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor”.

Ahora bien, pensemos en Tres compactos eventos seguidos.

El misterioso y repentino arrebatamiento de la Tierra, que experimentarán todos los hijos de Dios, sucederá en la primera fase del retorno de Jesús. El arrebatamiento también consiste en tres compactos eventos conexos que pueden ocurrir en cualquier momento. Los dos primeros poderosos eventos se nos describen en 1 Corintios 15:51-52: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.

Los dos grandes eventos a la final trompeta nos son demostrados claramente aquí: Los muertos en Cristo resucitarán, y nosotros, los que hayamos quedado, seremos transformados. En cambio, el tercer evento, el arrebatamiento mismo, es señalado en Tesalonicenses que dice: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

La primera cosa, pues, que podemos esperar como creyentes nacidos de nuevo, es la repentina, inesperada, inconcebible y maravillosa experiencia de ser transformados de materia muerta en un cuerpo espiritual. Lo testifica Filipenses 3:20-21: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. Súbitamente, los cuerpos materiales de los Suyos serán transformados en cuerpos espirituales; a continuación, según 1 Tesalonicenses 4:17, serán arrebatados junto con todos los resucitados en Cristo al encuentro del Señor para estar siempre con El.

Este acontecimiento, nuestra transformación para ser arrebatados al encuentro del Señor y estar siempre con El, Dios ya lo determinó antes de la fundación del mundo. Esta elección ya le estaba predestinada al primer hombre Adán, antes de su caída en el pecado. Pero para llegar a esa corporeidad espiritual, a esa transformación de polvo en gloria, el hombre tenía que actuar en su libre voluntad y ser aprobado en amor voluntario hacia Su Creador por este “ser santo e intachable delante de El en amor”. De ahí el mandamiento y la prohibición de Dios a Adán en lo que no debía ser una imposición, sino más bien un consejo o una recomendación: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

El primer hombre fue hecho de polvo y de tierra, y este hecho abarca la concepción divina, la transformación del hombre. – El hombre no solamente lleva la imagen del terrenal, sino también del celestial, la imagen de Dios a cuya imagen fue creado. El tiene la comisión de gobernar en la Tierra como embajador de Dios. Nos llama la atención que el libro de Génesis no presenta la creación del hombre como una creación por la Palabra. Esta es la mayor diferencia respecto a las demás obras de Dios, que nacieron y nacen por Su Palabra imperativa. El hombre, en cambio, es la obra de las manos de Dios, como fue también confirmado más tarde por los testimonios en la Escritura, por ejemplo en Isaías 64:8: “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros”.

Pero el hombre formado por tierra, como materia está muerto. Solamente el aliento de Dios le da la vida. Habiéndose unido la materia y el aliento de Dios, el polvo de la Tierra es vivificado.

Dios tiene ahora a alguien en frente de El con quien puede hablar. Dios habla y el hombre puede responder. Las palabras que Dios dirige al hombre y la respuesta del hombre se pueden juntar. Las palabras de Dios, lo que El anuncia, lo que El exige y lo que El promete, El lo garantiza por Su fidelidad. ¡La fidelidad del hombre debe ser la confianza en la fidelidad de Dios, su fe en El! Con esto está puesto el fundamento de la nueva creación. Cuando la Palabra de Dios despierta en el hombre fidelidad y fe, o en otras palabras, obediencia, y así se puede efectuar la voluntad de Dios, entonces se produce una nueva creación. La Palabra tiene que unirse en el hombre con la fe. Sin tal unión, no hay crecimiento. Pero donde esto tiene lugar, allí hay transformación.

Y éste, querido amigo, es mi profundo deseo para tu vida, que haya lugar para esta unión de la Palabra de Dios y de tu propia fe, para que tu vida pueda ser transformada y así ser una bendición y un testimonio para los que te rodean, porque el Señor viene pronto.

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