¡Profecías navideñas!

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Las sorprendentes profecías navideñas

En su obra clásica The Life and Times of Jesus the Messiah (La vida y los tiempos de Jesús el Mesías), Alfred Edersheim dice haber descubierto 456 pasajes bíblicos mesiánicos en el Antiguo Testamento. Si dejamos de lado las repeticiones, aun quedan más de 100 profecías diferentes que describen en detalle la llegada del Mesías a la tierra. Por supuesto, todas ellas fueron cumplidas en Jesucristo. Para que usted las pueda reconocer por sí mismo y no necesite basarse en mi palabra, a continuación he hecho una lista de algunas de las profecías mesiánicas más importantes que fueron cumplidas con el nacimiento de Jesús en Belén.

Setecientos años antes del nacimiento de Jesús, el profeta Miqueas predijo que el Mesías nacería en Belén Efrata. Él no solamente mencionó a Belén, ya que ese tiempo existían dos ciudades con ese nombre en Israel. Miqueas fue muy preciso, señalando a Belén en Judea como el lugar de nacimiento del Mesías (Mi. 5:2; cp. Mt. 2:1-6).
La profecía bíblica menciona muchos detalles concretos acerca del árbol genealógico del Mesías. Él tiene que ser un descendiente de Abraham (Gn. 12:3), Isaac (Gn. 21:12) y Jacob (Gn. 28:14; Nm. 24:17). Él tiene que ser de la tribu de Judá (Gn. 49:10). Debe provenir de la familia de Isaí, de la tribu de Judá (Is 11:1), y de la casa de David, hijo de Isaí (2 S. 7:12-16). La importancia que tiene el árbol genealógico del Mesías es enfatizada por el hecho de que todo el Nuevo Testamento, comienza en Mateo 1:1-17 con una larga genealogía. Me gusta llamarla el primer “árbol de Navidad” (el árbol genealógico del Redentor).

Uno puede echarle un vistazo rápido al árbol genealógico de Jesús y, fácilmente, pasar por alto su significado. Para cumplir las condiciones especiales del árbol genealógico mesiánico, el mismo debía ostentar una línea ininterrumpida de descendientes masculinos desde Abraham, pasando por Isaac, Jacob, Judá, Isaí, David y llegando a Jesús unos mil años más tarde. El período entero de esta genealogía profética abarca unos 2.000 años. En varias partes, la larga línea de descendencia pareció estar en peligro. Hubo, por ejemplo, un tiempo, cuando la maligna reina Atalía intentó matar a todos los descendientes reales de Judá (2 Cr. 22:10). Pero, la tía de Joás lo salvó a él de la muerte y lo escondió durante seis años. Todas las promesas mesiánicas dependían de este niño, el rey escondido, hasta que él, con siete años de edad, llegó a ser rey y, más adelante, él mismo engendró descendientes.

Para comprender lo grande que es el milagro de que la línea mesiánica se haya conservado durante 2.000 años, veamos a Abraham Lincoln y sus cuatro hijos. Lincoln nació en febrero de 1809 en Kentucky. Él y su esposa Mary tuvieron cuatro hijos: Robert Todd (nacido 1843), Edward (nac. 1846), William (nac. 1850) y Tomás (nac. 1853). Uno de ellos falleció en la infancia, otro durante su juventud y un tercero como hombre joven, antes de casarse. El único que se casó y tuvo hijos, fue Robert Todd. Él y su esposa tuvieron tres hijos: un hijo varón (Abraham) quien falleció en 1890 con 16 años de edad, y dos hijas: Mary y Jesse. La línea de descendientes masculinos de Abraham Lincoln terminó en 1890. Si bien Mary tuvo un hijo varón de nombre Lincoln, y Jesse un hijo a quien bautizó de Robert Lincoln, la línea masculina directa de Abraham Lincoln se había terminado, en solamente tres generaciones. Es imposible que Abraham Lincoln haya recibido un nieto de Robert Todd o un bisnieto del hijo de éste.

Medite en esto: lo que en la vida de Abraham Lincoln terminó en menos de un siglo, Dios lo mantuvo durante más de 2.000 mil años en la genealogía de Jesucristo. La línea ininterrumpida de descendientes masculinos en el árbol genealógico de Jesús, realmente es un milagro.
Isaías, un contemporáneo de Miqueas, profetizó el nacimiento virginal de Jesús setecientos años antes de que ocurriera. Miqueas predijo el lugar del nacimiento de Jesús e Isaías su nacimiento virginal (Is. 7:14; cp. Mt. 1:21-23).

Las “70 semanas” de Daniel 9:24-27, son la profecía más grande jamás existida. La misma determina el momento exacto de cuando aparecería el Mesías y se daría a conocer en el pueblo judío. Si calculamos el tiempo desde el decreto de reconstrucción y la restauración de Jerusalén (el 5 de marzo de 444 a.C.) hasta la venida del Mesías como príncipe de Israel (el 30 de marzo de 33 d.C.), llegamos a un total de 173.880 días. Jesús tuvo que nacer a tiempo para ser adulto en el año 33 d.C. Esta profecía determina el tiempo de Su aparición en el correr de una generación.
El nacimiento de Jesús fue un milagro. Es imposible que alguien pudiera haberse imaginado todas estas profecías y luego haberlas cumplido. Del mismo modo, es imposible que Jesucristo solamente haya sido un invento. El escéptico francés Ernest Renan admitió: “Se necesitaría a un Jesús para inventar a un Jesús, y si es verdad que lo que tenemos en la Biblia es una gigantesca falsificación, deberíamos adorar a ese individuo que fue tan brillante de inventar la imagen de una persona como Jesús de Nazaret y la historia de la Palabra de Dios.” Eso es así. Pero, ¡cuánto más grande debería ser la adoración del verdadero Jesús, quien cumplió todas esas profecías al nacer en Belén!

Mark Hitchcock

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