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¡Preparen la Tierra para un Nuevo Cultivo!

(3ª parte)

Autor: Marcel Malgo

El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío.


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PE1577- Estudio Bíblico
¡Preparen la Tierra para un Nuevo Cultivo! (3ª parte)



Queridos amigos, al finalizar el programa anterior, hablamos de prestar atención a las palabras del Señor de Isaías 50:2:“¿Por qué cuando vine no hallé a nadie, y cuando llamé nadie respondió?”Y también de Isaías 66:4:“Porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron”.

Luego, vimos que el profeta Miqueas anunció lo siguiente:“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.

En conclusión, esto quiere decir: que de una vez por todas, debemos estar quietos ante nuestro Dios.

Pero, ¿qué es lo que pasa?
¿No hay tiempo?

Leemos lo que se dice de Israel en la época de Oseas:“Efraín es novilla domada, que le gusta trillar”. Este versículo nos da a entender que los israelitas se movían gozosos en diversas actividades y esfuerzos, pasando por alto la presencia de Dios. Este hecho queda demostrado en Oseas 10:12, con las siguientes palabras:“Haced para vosotros barbecho;
porque es tiempo de buscar a Jehová”.


Precisamente esto es lo que María, la hermana de Marta, hizo en Betania. Por momentos, nos parece ilógico lo que para Dios es lógico, es decir: para el Señor una vida cristiana dinámica puede ser definida como una vida que está en quietud, que se sosiega para escuchar al Señor. Después de todo, como leemos en Isaías 30:15, es lo único que le dará al creyente una vida rebosante.

¡Aquel que continuamente está activo y nunca llega al sosiego, no ha aprendido a escuchar, su cristianismo es estático; se atrofiará interiormente y su fe se paralizará!
¿Qué nos enseña, en la práctica, el hecho de que María se sentase a los pies de Jesús para escuchar lo que Él decía? Podemos apreciar cómo ella se tomó un tiempo, dejando de lado todo lo demás, con el propósito de estar con Jesús con verdadera fe y entrega. De esta manera, llegó de forma efectiva al sosiego.

¿Tiene usted tiempo para Jesús? La pregunta no es cuánto tiempo tiene para él, sino si tiene tiempo. ¿No quiere cobrar ánimo para comenzar a “preparar la tierra para un nuevo cultivo”?


¿Qué es el “tiempo devocional”?

El hecho que María se sentara a los pies de Jesús para escuchar lo que Él decía fue, además, una referencia al así llamado “tiempo devocional” de un cristiano. Es decir, el tiempo que un hijo de Dios pasa día a día en comunión con su Salvador, el cual implica principalmente dos conceptos: la lectura bíblica y la oración. ¿Cuál es el mejor tiempo para estar con el Señor? Bueno, ¿cuándo se sentó María a los pies de Jesús para escuchar lo que decía? La verdad es que no lo sabemos, ya que en el relato bíblico no se menciona la hora. Pero podríamos decir que: ¡María se sentó a los pies de Jesús en el momento propicio! ¡Jesús acababa de entrar a la casa y estaba dispuesto a tener comunión con las dos hermanas; consecuentemente, éste era el mejor tiempo!

No podríamos establecer una hora determinada como la más propicia para tener un “tiempo devocional”. No, el mejor tiempo es cuando usted se puede concentrar, cuando no hay posibilidad de que se distraiga con algo, cuando no hay nada que perturbe la comunión entre usted y el Señor. Ése es el tiempo propicio.

Por ejemplo, ¿cuándo tuvo su “tiempo devocional” el tesorero de Etiopía? Mientras estaba sentado en el carro, y los caballos trotaban. Para él ése fue el tiempo oportuno, donde consiguió concentrarse. Leemos acerca de esto en Hechos 8:27 y 28:“Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en el carro, y leyendo al profeta Isaías”.

No es necesario que “organice” su “tiempo devocional”, pero sí es necesario que lo tenga a diario. En Isaías 55:6 leemos: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”. Debemos parar de “arar” de vez en cuando. Aun cuando se trate de un servicio activo para el Señor. Es necesario, que estemos abiertos a lo que Dios quiere hacer
dentrode nosotros.

Si Israel no hubiera estado tan ocupado en sus diversas tareas, sino que se hubiera preocupado personalmente por mantener una relación con su Dios, no hubiese llegado a ese estado catastrófico.

Es paradójico, pero cierto: aquellos cristianos que se dispersan en toda clase de actividades y obligaciones para el Señor son los que más dejan ver sus desaciertos. Pero aquel que ha aprendido a vivir a partir del sosiego de la comunión con Dios, tendrá una vida mucho más transparente y clara a la vista de los demás.

¡Decídase hoy! ¿Quiere seguir arando como hasta ahora, o prefiere, de ahora en más,“preparar la tierra para un nuevo cultivo”, parar de una vez con todas sus actividades para tener un encuentro con el Señor? Usted puede elegir: ¡Elija bien!

Tenemos que:
Arar con esperanza

El apóstol Pablo escribió en 1 Corintios 9:10:“Con esperanza debe arar el que ara”.
Estas palabras tienen su propio contexto; ¡pero, para el marco de nuestro tema, también tienen un magnífico mensaje!

¡Ciertamente, si estamos dispuestos a“preparar la tierra para un nuevo cultivo”de todo corazón y dándole el lugar que merece, como hemos visto anteriormente, entonces estaremos arando “con esperanza”! La consecuencia de esto, se relata en Oseas 10:12:“Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; haced para vosotros barbecho; porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia”. La última parte de este versículo según la versión“Dios Habla Hoy”, dice así:“… y traiga lluvia de salvación sobre ustedes”.

¡No deberíamos menospreciar las consecuencias de“preparar la tierra para un nuevo cultivo”de todo corazón! Entonces, el Señor mismo se encargará de humedecer la nueva tierra arada con su celestial lluvia de justicia y salvación. ¿No es esto grandioso? En otras palabras: el que está dispuesto a dejar de ser Marta para ser María, el que se aventura a poner en un rincón su“arado de fatiga y trabajo”; el que elige sentarse más y más a los pies de Jesús para escuchar lo que Él dice (como dice Lucas 10:39 que hizo María); el que comienza a practicar diariamente, sin complicaciones, su “tiempo devocional”, el tiempo de comunión con el Señor; ¡experimentará inimaginables lluvias de bendición! Y la salvación de Dios y la justicia del Altísimo, vendrán sobre él como lluvia refrescante.


Podemos recibir un: lugar al lado de Jesús

Pues, preparar la tierra para un nuevo cultivo significa, además, que tendremos un lugar exclusivo muy cerca de Él. ¿Qué significa esto? Bueno, cuando Marta estaba “arando” intensamente, comenzó a enojarse con su hermana María, por la sencilla razón de que la misma estaba sentada a los pies de Jesús y no “araba”. Leemos, en Lucas 10:40, que Marta le dice a Jesús:“Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”. ¿Qué respondió el Señor?:“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”. En otras palabras:“¡Marta, por mí María dejó a un lado su arado y esto tiene su recompensa! ¡Ella recibió un lugar exclusivo a mi lado, y nadie podrá quitárselo!”

Tal vez, algunas personas a su alrededor se rían de usted o tal vez hasta se enojen, ya que de ahora en adelante se sentará aun más a los pies de Jesús para escuchar lo que dice. En algunos casos, pueden intentar complicar su vida colocando piedras para que tropiece en el camino. ¡No se aflija por eso! Ya que a partir del momento en el que usted decida preparar la tierra para un nuevo cultivo, dejando a un lado su arado para tener una comunión íntima con el Señor, recibirá un lugar exclusivo en el corazón de Jesús, al igual que María de Betania. Así, se cumplirán de manera magnífica las palabras del Salmo 91, vers. 1 y 2:“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”.

 


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