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Plantación de Asambleas 

Autor: William MacDonald

  La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.


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PE2013 – Estudio Bíblico  – Plantación de Asambleas



Es un gusto poder saludarles cordialmente, e invitarles a escuchar este mensaje de William MacDonald. El autor dice así: En el patio de un hotel en Honolulu, vi mi primer árbol baniano. Las ramas de este árbol al crecer producen unos brotes que llegan hasta el suelo, allí se enraízan y vuelven a formar troncos secundarios. Siempre he sentido que este árbol es como una parábola del crecimiento ideal de la iglesia, ya que representa la forma en la que las congregaciones deberían multiplicarse. A medida que una congregación crece, debería comenzar a producir sus “brotes” humanos para que hagan raíces en áreas contiguas, formando nuevas congregaciones.

Esto sería lo ideal, pero desafortunadamente no vivimos en un mundo ideal. Si bien los líderes en general elogian la plantación de iglesias, demuestran una resistencia natural cuando existe una posibilidad firme de hacerlo. Hacen uso de sus sesenta bien ensayadas razones de por qué, en su caso particular, no es una opción deseable, o por qué no es el tiempo apropiado.

La verdadera razón es porque no quieren que se perturbe elstatus quo, puesto que todo marcha en forma tranquila. Suelen decir que las nuevas iglesias necesitan muchísima ayuda, o que no hay suficiente liderazgo calificado para llevar adelante una nueva obra. Un anexo haría más difícil cumplir las obligaciones financieras de la iglesia local. En una obra nueva, los niños y los jóvenes no tendrían las mismas oportunidades de relacionarse con sus propios grupos etarios, como las que tienen en una obra más grande. Pero aun así, los líderes están de acuerdo en llevar adelante una nueva obra, algún día, aunque no todavía.

Otras iglesias evangélicas no son disuadidas por estas consideraciones, es por eso que experimentan un crecimiento continuo. Mucho menos las sectas, las cuales no se detienen con este tipo de sabiduría convencional, sino que atacan con verdadero ánimo de conquista.

Si queremos evitar la “fidelidad sin fertilidad” o la “verdad sin crecimiento”, no debemos prestar oído a nuestras incertidumbres, sino más bien abandonar nuestra reticencia natural, y determinarnos delante de Dios a rendir nuestras vidas al ministerio de la plantación de iglesias, cualquiera sea el costo.

¿Cómo es que nace una nueva congregación? Debería comenzar con una visión enviada del cielo, depositada en el corazón de uno o más creyentes. Tendría que haber una carga constante, una conciencia persistente guiada por Dios. El Espíritu Santo planta la idea, y luego crea en los corazones de su pueblo el deseo de responder.

La visión también debe estar cubierta de oración, ya que de esa manera reconocemos nuestra incapacidad de elaborar juicios justos, y nuestra absoluta dependencia de la sabiduría de Dios. Después de todo, Cristo es la Cabeza de la iglesia, y solo la Cabeza tiene el derecho de decidir. A medida que se ora, la visión se va enfocando más y más. Lo que al principio era una carga general, gradualmente se va volviendo algo específico en cuanto a ubicación, itinerario y liderazgo.

Debe haber un liderazgo firme y espiritual, porque sin él, es probable que la obra cese en una etapa temprana. Lo aconsejable es tener lo que podría denominarse un equipo plantador de iglesias – un grupo de al menos dos o tres parejas. Los esfuerzos de un hombre trabajando solo, no han tenido buena referencia. El Señor Jesús trabajó con doce discípulos. Pablo viajó plantando iglesias con un equipo de hombres. Esto pareciera demostrarnos un patrón divino.

Si la nueva obra va a ser una extensión de la congregación o congregaciones existentes, es importante proceder con tacto, amor y unidad. Muy a menudo, hay incertidumbre y reticencia en la congregación existente, cuando se comienza a ver que algunos miembros de valor la abandonan. Los líderes con frecuencia temen lo que pareciera ser una amenaza para el número de asistentes a su iglesia local. Lleva tiempo de oración y de espera en el Señor poder ver cómo Él inclina los corazones de los líderes, para que extiendan la mano de comunión, aprobación y ayuda hacia la nueva obra.

El equipo plantador de iglesias querrá ponerse de acuerdo en ciertos asuntos básicos y establecer algunas reglas fundamentales, como por ejemplo, redactar una declaración de fe. Además, deberían considerar las siguientes reglas principales que fueron acordadas por cierto equipo:

1. Debe haber unidad absoluta en los fundamentos de la fe cristiana. No se tolerará ninguna desviación de estas verdades básicas.

2. En materias de menor importancia, la asamblea se someterá al consenso de la congregación.

3. El equipo de plantación no necesariamente será constituido como la autoridad permanente. Servirán en ese cargo durante por lo menos un año. Al finalizar ese período, la asamblea se reunirá para determinar los hombres que el Señor haya levantado para ser líderes. Entonces, habrá un reconocimiento público de su liderazgo y el equipo de plantación será disuelto.

4. Cuando la asamblea hubiere crecido en números entre 100 y 150, se deberían tomar algunos pasos positivos hacia la formación de otra nueva obra.

5. No se hará ningún esfuerzo por crecer por medio de transferencias desde otras asambleas o iglesias. La meta será alcanzar personas que no sean salvas, ver que se conviertan, se bauticen, sean discipuladas e involucradas en la comunión.

Se debe tomar una decisión con respecto a la ubicación. Los vecindarios nuevos son ideales, y se debe tener cuidado de no ubicarse frente a una iglesia evangélica previamente establecida. Al principio, la congregación podría reunirse en un hogar. Luego, cuando la casa no diera abasto, podrían mudarse a otro lugar rentado, o de lo contrario comprar o construir un edificio sencillo para comenzar. A veces las leyes zonales y las reglas de estacionamiento estorban las reuniones hogareñas. Es el liderazgo, entonces, el que tiene que poner en la balanza los pro y los contra.

Por otro lado, la naturaleza y el orden de las reuniones son bastante más fáciles de determinar. El equipo tendrá en cuenta la importancia de la adoración y la oración colectiva, y además la dieta espiritual que necesita el rebaño.

Y así como hay gozo cuando nace un bebé, también hay cierta fascinación vinculada al establecimiento de una nueva congregación. Los creyentes experimentan una nueva calidez en la comunión, entusiasmo al esforzarse juntos por el crecimiento de la congregación, y satisfacción al ejercitar dones que son reprimidos en una iglesia más grande.

Igual que cuando las familias se alegran cuando sus hijos e hijas se casan y comienzan sus propias familias, así también las congregaciones deberían alegrarse cuando tienen el privilegio de “engendrar” nuevas obras y verlas funcionar como iglesias autónomas.

La plantación de iglesias es la voluntad de Dios. ¡Benditos aquellos que trabajan con Él para cumplir su voluntad!

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