Para qué hemos sido elegidos y puestos 1/3

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Titulo: “Para qué hemos sido elegidos y puestos” 1/3

Autor: WimMalgo 
Nº: PE1001

 

¿Cuál es el significado de llevar fruto?

¿Cómo puedo llevar fruto?

 

Escuche esta interesante serie de tres programas  consecutivos titulada:”Para qué hemos sido elegidos y puestos”

 


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“Para qué hemos sido elegidos y puestos” 1/3

Estimado amigo, hablando del tema: “Para qué hemos sido elegidos y puestos”, les quiero citar otra vez las palabras de la Biblia que leímos al principio de Juan 15:16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.

La contestación a la oración está estrechamente unida con en mandamiento del Señor: de ¡Llevad fruto!

Del contexto de estas palabras de despedida de Jesús en Juan 15, resulta que El se refiere a los frutos espirituales que crecen por la comunión de vida con Él. Más adelante habla de esta misteriosa y orgánica comunión de vida con El cuando dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros”. El que experimenta esto en realidad, lleva mucho fruto. Por una parte está escrito en Efesios: “…para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones”, pero por otra parte Hebreos 1:3 dice al mismo tiempo: “…se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. Fue así también en sentido inverso: Cuando Jesús andaba sobre la tierra, estaba con un cuerpo humano, pero Su Espíritu estaba con el Padre en el cielo.

El mismo dice en Juan 3:13: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”. Vivía y obraba por esta continua comunión de vida con el Padre. Cuando había muerto después por nuestros pecados y los había quitado en la cruz del Gólgota, resucitó de los muertos al tercer día, ascendió al cielo y se sentó a la diestra de la Majestad en el cielo, y ahora vive en nosotros por el Espíritu Santo. Y por lo que nos concierne en lo sucesivo a nosotros, como nacidos de nuevo aquí en la Tierra, somos perecederos por nuestro cuerpo esclavizado por el pecado y estamos sujetos a la muerte, pero el Cristo resucitado habita en nosotros, y nosotros en Cristo.

Querido amigo, Pablo da testimonio de esta realidad grandiosa en Efesios Dice la palabra de Dios “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

Sí querido amigo!, y aún más: Si nuestro espíritu está en Cristo, entonces somos puestos en El, según Efesios: “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero”. De esta comunión orgánica de vida con El crece inevitablemente el fruto.

Pero, veamos querido amigo, querida amiga lo que significa llevar fruto!

· En primer lugar llevar fruto es la prueba de la autenticidad de mi fe en Jesucristo, así como El mismo lo ha dicho claramente en Mateo 7:20: “Así que, por sus frutos los conoceréis”. El que no tiene fruto en su vida, no es reconocible como discípulo de Jesús.

· Luego es solamente con este fruto que seremos un día conocidos por El. Es una equivocación grave suponer que la gente dominando la lengua de Canaán, o sea, hablando de manera piadosa, lleve también este fruto. El Señor hace una distinción clara, lo que se pone de manifiesto por lo que dice en lo siguiente al respecto en Mateo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.

No conoce a esta gente generalmente espiritual que si bien es verdad que puede presentar dones espirituales, pero no ningún fruto espiritual.

· En tercerlugar, solamente por este fruto podremos sostenernos ante El, sin este fruto perderemos todo. Es exactamente lo que quiere decir el Señor: “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego”. Exactamente lo mismo dice también Juan el Bautista: “Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.” Asimismo, el Señor advierte: “El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”. Tres veces se habla en estos pasajes bíblicos de “echar en el fuego”. Esto se refiere al fuego que estará ardiendo delante del trono del juicio de recompensa de Jesucristo. Ahí está escrito: “Y si sobre este fundamento (sobre la fe en Jesucristo) alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”.

Son palabras muy serias en vista del regreso cercano del Señor. Después del arrebatamiento se decidirá del grado de la salvación allí delante del trono del juicio de recompensa de Jesucristo.

¿Fecundo o infecundo?, ésta es la pregunta.

El Señor nos explica por qué procede con tanto rigor e intransigencia con los que no llevan fruto. Habla de árboles, vides y sarmientos infecundos que son estorbos y obstáculos aquí en el tiempo y también en la eternidad. Por ejemplo leemos en Ezequiel: “Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque? ¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa? He aquí, es puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra alguna?”

Con otras palabras, no se puede hacer nada de ella. ¡El sarmiento solamente tiene sentido cuando lleva fruto! Asimismo está escrito en Lucas 13:6 -7: “Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutilizar también la tierra?”

Si como creyentes llevamos fruto, somos una bendición eterna – si no llevamos fruto, una maldición eterna. O con otras palabras, siempre somos testigos de Jesús: sea para El o sea contra El. – Llevamos trigo o paja. Un día, la separación será radical. Juan el Bautista exhorta: “Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará”. La infecundidad espiritual o respectivamente la paja, es también comparada con la cizaña para mostrar porqué el creyente que no lleva fruto es un obstáculo. La cizaña inutiliza la tierra, tiene que ser arrancada y quemada. En Mateo 13:30 está escrito: “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

Por el ejemplo de Israel podemos aprender mejor, cuál es el fruto que el Señor quiere, cómo El te ama y se identifica contigo. Israel es el primer amor de Dios. El Señor Jesús dice: “La salvación viene de los judíos”. La Santa Escritura caracteriza a Israel son tres árboles, respectivamente con tres frutos: La vid – la higuera – y el olivo.

Acerca del maravilloso significado de éstos, escucharemos más en el próximo programa. Te ruego, estimado amigo, antes de terminar este programa, que medite estas palabras que hemos leído y que te des cuenta que el Señor quiere que reconozcas que estás elegido y puesto para llevar fruto.

Que Dios te bendiga ricamente.

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