Nueve Reglas de Vida Espirituales (3ª parte)

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Nueve Reglas de Vida Espirituales

(3ª parte)

Autor: Norbert Lieth

Al igual que el fruto del Espíritu Santo, el cual se muestra en nueve atributos en Gálatas 5:22, en Proverbios 3 encontramos nueve reglas de vida espirituales, muy orientadas a la práctica, que nos ayudan a entrar en un discipulado activo.



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PE1810 – Estudio Bíblico
Nueve Reglas de Vida Espirituales (3ª parte)



¡Qué gusto estar nuevamente junto a ustedes, queridos amigos oyentes! En la primera y segunda parte de este mensaje, hemos mencionado ya las primeras cuatro reglas de vida espirituales, tomadas de Proverbios 3. Las mismas son las siguientes:

En primer lugar: La confianza producida por el Espíritu.

En segundo lugar: La preeminencia espiritual.

En tercer lugar: Salud espiritual.

Y en cuarto lugar: El manejo espiritual de lo material.

Llegamos entonces a la quinta regla de vida espiritual, que encontramos en Proverbios 3:11 y 12, y que es:Disciplina espiritual.Allí dice así la Palabra de Dios:“No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección;porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”.

Estos versículos también son mencionados en Hebreos 12:5 en adelante, y en Apocalipsis 3:19, y en cada una de esas oportunidades se relacionan íntimamente con el amor del Padre celestial. En el caso de la disciplina y la reprimenda, pueden tener diversos propósitos.

Puede ser una medida divinapara lograr que el ser humano se convierta a Jesús, ya que, a menudo, el ser humano recién nota que necesita a Dios cuando le va mal, y es entonces cuando se abre a Él.

Pero, también puede ser una reprensión contra el pecado, para lograr que un hijo de Dios arregle sus cosas, y para llevarlo al arrepentimiento y protegerlo.

También existe la posibilidad de que el Señor, como en el caso del apóstol Pablo, quiera guardar a una persona de la arrogancia y mantenerla en humildad, para que Su gracia sea tanto más poderosa (como el caso que leemos en 2 Co. 12:7 en adelante). Dios tenía complacencia en Pablo y lo quería mantener así, por eso permitió algo desagradable en su vida.

No siempre debemos igualar la disciplina y la reprimendacon el castigo y la ira de Dios que nos golpea. Después de todo, el texto que citamos anteriormente no dice que Dios reprende a aquellos en quienes no tiene complacencia, sino justamente lo contrario, en aquellos en quienes tiene complacencia. ¿Quién castigaría a su hijo en base a su complacencia? De ahí, deducimos que se trata de una reprensión de amor del Padre divino y perfecto, de correcciones prácticas, de mantenernos en el camino y de ayudarnos a avanzar, porque, con eso, Él persigue una meta divina.

La sexta reglade vida espiritual, la encontramos en Proverbios 3:21, y es:Sensatez espiritual.Allí leemos:“Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo”. En el caso de este consejo espiritual, Salomón pensaba en sus escritos anteriores, donde él hablaba del gran valor de la sabiduría y la inteligencia. A través de ellas, el Señor fundó y afirmó el cielo y la tierra (como leemos en los vs. 13 al 20). De ahí que la sabiduría divina constituye la base de todas las cosas de la vida – también de la salvación a través de Jesucristo para vida eterna, como ya sabemos. Entonces, uno tiene que llegar a la conclusión de que la sabiduría divina que viene de Su Palabra y es inspirada por el Espíritu Santo, es la mejor sabiduría que un ser humano puede alcanzar y la cual debería buscar en primer lugar.

Más que nunca se necesitan personas que puedan dar buenos consejos, que con sabiduría, delicadeza y amor puedan testificar de Jesús, personas que tomen a otros de la mano y los guíen a la vida eterna.

Dios ha convertido la sabiduría del mundo en locura, por el hecho de que ellos solamente están dedicados a lo terrenal y no a Dios. Contrariamente a eso, Él lleva a la vida eterna a través de la “locura de la predicación (como leemos en 1 Co. 1:20 y 21). Con esto, el santo Espíritu de Dios expresa que aun la “locura” de Dios (que en realidad no existe) es muy superior a la sabiduría de este mundo. Por eso, en medio de los miles de ofrecimientos de este mundo, nosotros, los cristianos, nunca debemos perder esto de vista. Esta reflexión y sensatez deben dominarnos constantemente.

Un amigo psicoanalista, psicoterapeuta y médico internista (Dr. Markus Bourquin), dijo: “En un tratamiento psicoanalítico de más de mil horas de terapia, he intentado, con la ayuda del psicoanalista y por mi cuenta, poder transformarme y realizarme… Mi deseo más importante – poder amar profunda y genuinamente – no fue afectado por esa terapia. Recién desde que me he abierto al amor de Dios, siento que he llegado a ser capaz de amar desinteresadamente“.

Y así llegamos a la séptima regla de vida espiritual, la cual encontramos en Proverbios 3:27 y 28, y es: Generosidad espiritual. Dice así:“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle”. Esto nos hace recordar a las palabras de Jesús, de Lucas 6:30:“A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva”.

Uno de los muchos recuerdos llenos de bendición del fundador de nuestra obra misionera, Wim Malgo, era su generosidad y el gozo que le producía dar. En todas partes donde él veía necesidad, reaccionaba con rapidez y ayudaba, y el Señor lo bendijo sobremanera.

De vez en cuando, uno escucha que es tonto prestarle a personas necesitadas, ya que ellos de ningún modo lo podrán devolver. Pero, la Biblia nos enseña que tranquilamente podemos tener en cuenta eso, pero que a pesar de todo debemos ayudar. Ahora, según la declaración anterior, hay tres cosas que debemos tener en cuenta:“No te niegues a hacer el bien a quien es debido…”Debemos ayudar a aquellos que realmente necesitan ayuda. No debe ser un dar sin sentido, sino un apoyo bien planificado.“¡…cuando tuvieres poder para hacerlo!”Uno debe ayudar de tal manera que no pierda el control, siempre que pueda hacerlo en lo material. No tiene sentido dar una garantía, o dar tanto que uno mismo quede en aprietos. De este modo, también, con toda seguridad, no es correcto pedir prestado uno mismo para poder prestar.“No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle.” Allí donde uno puede ayudar, debe hacerlo de inmediato, y no andar con dilatorias con el prójimo. Pues, la ayuda no puede ser negada, o como vemos en Santiago 2:15 al 16, dilatada con argumentos piadosos.

El tiempo se acaba, así que continuaremos con las dos reglas de vida espirituales que faltan, en la última parte de este mensaje, en el próximo programa. ¡Hasta entonces, y qué Dios les bendiga!

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