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Título: Maravillosas bendiciones en el valle oscuro (parte dos)

Autor: Marcel Malgo Nº PE1450

El versículo 5 del Salmo 23 ya nos deja ver que al Buen Pastor – el Señor Jesús – Le es dado todo el poder en el cielo y en la tierra (como lo confirma Mateo 28:18). Pues, ¿dónde es que prepara a los suyos una mesa en presencia de sus angustiadores, unge sus cabezas con aceite y hace rebosar sus copas? En el valle de sombra de muerte, como lo leemos en el versículo 4. ¡Esto solamente lo puede hacer el Vencedor del Gólgota!


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Hola amigos, es un gusto para mí poder volver a saludarlos, y continuar exponiendo el tema: Maravillosas bendiciones en el valle oscuro. Estábamos hablando en el programa pasado que el que es lleno del Espíritu Santo, con el poder de victoria y de resurrección de Jesucristo, no puede ser dañado por el enemigo, aunque esté en un valle oscuro. Pues, tiene, verdaderamente, una „mesa aderezada en presencia de sus enemigos“.
Y como se desprende también de otros pasajes de la Santa Escritura, esto no es solamente algo teórico, sino que ha sido experimentado en muchas ocasiones por los creyentes. Tenemos un ejemplo en Hechos 3:6: Pedro y Juan sanaron en el nombre de Jesucristo a un paralítico delante de una puerta del Templo llamado „La Hermosa“. Después que Pedro predicó a la multitud que se juntó allí, hablándoles especialmente de la resurrección de Jesús de los muertos y del poder de Su nombre, los saduceos (que no creían en la resurrección) se enojaron e hicieron detener a los apóstoles, como lo relata Hch. 4:3: „Les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde“. Al otro día, los dos discípulos fueron traídos ante los gobernantes y ancianos, que les preguntaron: „¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?“.  Entonces Pedro, „lleno del Espíritu Santo“, les respondió con estas impresionantes palabras que encontramos en los vers. 8 al 12: „Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos“.

Vamos a continuar hoy, entonces, diciendo que en cierta manera, Pedro y Juan, después de haber estado encarcelados toda la noche, estaban en un valle oscuro, en la „cueva del león“. Pero ¿qué sucedió? El Señor Jesús, su Buen Pastor, les aderezó mesa en presencia de todos sus enemigos. Con gran serenidad y calma pudieron enfrentar a sus adversarios. ¿Por qué? Porque el Señor ungió sus cabezas e hizo rebosar sus copas, es decir, fueron llenos del Espíritu Santo: „Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel…“ Aquí no dice que Pedro recibió el Espíritu Santo, ya que Lo había recibido en Pentecostés, sino que en esta situación difícil fue llenado de una manera especial con poder desde la altura. ¡El Señor hizo „rebosar su copa“, y Pedro experimentó en forma extraordinaria la presencia del Señor por medio del Espíritu Santo! Cuando nos encontramos en un valle oscuro y levantamos la mirada hacia Jesús, el Autor y Consumador de la fe, también podemos experimentar que recibimos poder. En otras palabras: Experimentamos la realidad de la promesa del Salmo 23:5 cuando no nos apartamos de la presencia del Buen Pastor, cuando no soltamos Su „vara“ ni Su „cayado“, como Moisés en aquel monte, cuando los amalecitas luchaban contra Israel. Exodo 17:8 en adelante, relata que mientras las manos de Moisés permanecían firmes y levantaban la vara de Dios, Israel vencía a sus enemigos los amalecitas. También allí Dios aderezó mesa a Su pueblo en presencia de sus enemigos.

Hablábamos antes de la pausa de cuando Moisés estaba en el monte y los amalecitas luchaban contra Israel, y de cómo tambien allí Dios aderezó mesa a Su pueblo en presencia de sus enemigos. Pero ¿cuál era la condición para vencer? Que Moisés no podía soltar la „vara“ de Dios durante toda la lucha, tenía que tenerla en alto, como una señal visible del poder del Todopoderoso. La „vara“ del Buen Pastor estaba presente.

Puede ser que tú, hija o hijo de Dios, te encuentres en este momento en un valle oscuro donde hay muy poca luz, y sientas muchas luchas y contratiempos. Por eso, te quiero animar a que bajo ninguna circunstancia te apartes de la presencia del Buen Pastor. Mantente a Su lado,  aférrate a Su cayado – pues solamente de esta manera experimentarás la promesa del Salmo 23:5: „Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.“

Serás revestido de nuevas fuerzas desde las alturas, de modo que la victoria del Gólgota estará bien presente delante de tus ojos. Esto te infundirá confianza, coraje y perseverancia para poder ir con alegría por el camino, que quizás en este momento te parezca triste y desolado, y así podrás experimentar lo que Pablo le escribió a los filipenses desde la cárcel en Roma, en el cap.4, vs. 4 de su carta: „Regocijaos en el Señor siempre“. Ya no sentirás como una carga la lectura diaria de la Biblia, la oración y el servicio para el Señor, sino que harás todo esto con gozo. Vemos esto mismo en la vida de Pablo, este apóstol extremamente atacado y probado, cuando él dijo a los filipenses, en la misma carta, cap. 1, vs.1 al 3: „Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones rogando con gozo por todos vosotros“.

El diácono Esteban entró a un valle oscurísimo cuando lo pusieron delante del Consejo Supremo, y él dio testimonio de la verdad ante esos enemigos del Evangelio. En Hechos 7:54, leemos acerca de sus oyentes: „Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él“. Luego, lo llevaron y lo apedrearon. Pero Esteban se aferró, por fe, al „cayado“ del Buen Pastor. También aquí es oportuno mencionar el hecho de que Esteban ya tenía al Espíritu Santo, sin embargo, en ese valle muy oscuro, el Señor lo dotó de fuerza especial desde la altura, pues fue lleno del Espíritu Santo. Solamente así se explica el hecho de que al morir pudiera interceder por sus asesinos, pidiendo el perdón de sus pecados, con las palabras que leemos en el vs. 60: „Señor, no les tomes en cuenta este pecado“.

Hay hijos de Dios que pueden despedirse de la tierra con una sonrisa en los labios, anticipando la gloria celestial, y así entran a su patria eterna. En estos casos, la muerte no es una última lucha, no es un valle oscuro, no les asusta el Jordán de la muerte. Sin embargo, cuando un cristiano renacido muere a raíz de una grave enfermedad, muchas veces el alma se encuentra en un valle muy oscuro. Pero, también en esos momentos el hijo de Dios puede recibir consuelo. Pues ¿qué pasó con Esteban, que tenía por delante una terrible muerte? El Señor lo dotó con poder de la altura. ¡Lo llenó del Espíritu Santo! Alrededor de él estaban sus enemigos, llenos de odio. Y entonces su alma fue levantada desde arriba, fue lleno de poder desde lo alto, de manera que ya no miraba a los enemigos llenos de odio, sino que levantó, con fe, su mirada al cielo: „Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios“. También aquí se cumplió el Salmo 23:5 en su vida: „Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando“.

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