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21 febrero, 2008
La Actualidad de la Biblia
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Titulo: “Los tabernáculos – Sukkot”

Autor: Fredi Winkler
  Nº: PE926

Cada una de las siete fiestas del Señor tenían que ver con el servicio de sacrificios, y de esa manera, con el santuario del tabernáculo, y más adelante, con el templo.

Pero también tienen un significado profético y simbólico de la futura redención divina.

En este programa encontramos un resumen de las 6 primeras fiestas y más explicaciones de la séptima.

 


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“Los tabernáculos – Sukkot”.

Cada una de las siete fiestas del Señor tenían que ver con el servicio de sacrificios, y de esa manera, con el santuario del tabernáculo, y más adelante, con el templo. Como el templo en la actualidad ya no existe, estas celebracioneshan perdido importancia. Tres de las siete fiestas eran fiestas de peregrinaje, durante las cuales el pueblo iba al santuario de Dios en Jerusalén.

Pero las fiestas también tenían un lado folklórico y humano.

Eran: 

1. fiestas para reunirse

2. fiestas públicas y de gozo

3. fiestas de agradecimiento por la cosecha.

En Levítico 23:39-40, entre otras cosas, dice:“… cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, celebraréis la fiesta del Señor por siete días… y os alegraréis delante del Señor vuestro Dios por siete días.”

Hoy en día se enfatizan más estos aspectos, debido a que el templo ya no existe. Así, por ejemplo, en la actualidad en los kibbuzim -los cuales no son muy religiosos que se diga pero que tienen que ver con la agricultura-, se celebra la fiesta de los tabernáculos como una festividad de gratitud por la cosecha y festejo popular; es la fiesta de los encuentros, del esparcimiento social y del gozo.

Detrás de estos significados superficiales, sin embargo, hay escondidos otros más profundos y eternos. La Biblia les llama “las fiestas del Señor” o en realidad, las fiestas de Jahwe. Jahwe generalmente es traducido como Señor, pero la traducción más acertada, a mi manera de ver, sigue siendo “El Eterno'', como lo dan por ejemplo algunas versiones hebreas y también la traducción francesa de Louis Segond (l’Eternel).

Si se trata de las siete fiestas del eterno Dios, entonces también debe haber un significado eterno en las mismas. Las primeras cuatro fiestas caen en la primavera: Pessach, Panes sin Levadura, Primera Gavilla y Pentecostés (Shavuoth). Las tenemos claras en su significado profético y eterno. Han encontrado su cumplimiento en la primera venida del Mesías de Dios, Jesús, en Su muerte y resurrección, en Su vida sin pecado como también en Pentecostés y el derramamiento del Espíritu Santo y la fundación de la iglesia de Jesús, el pueblo de Dios en el Espíritu. Pero, ¿qué significado tienen las tres fiestas del Señor en el otoño? Tienen su significado profético en el regreso de Jesús y en los últimos tiempos.

Retrospectivamente, todo está claro acerca de las cuatro primeras fiestas, y es asombroso con cuánta exactitud se cumplió todo. La misma exactitud también es de esperarse de las tres fiestas proféticas que están delante nuestro. Entrar en detalles, sin embargo, iría más allá del propósito de este programa. Lo interesante ahora es, que la primera de las tres fiestas otoñales comience con el día de las trompetas (Lev.23:23-25). Es la única de ellas acerca de la cual no se da ninguna explicación. Posiblemente sea esa la razón por la que más adelante, después de la destrucción del templo, la misma se convirtiera en el Día de Año Nuevo (Ros Hasana), a pesar de que el calendario bíblico comience con la primavera. Pero como el año sabático y de jubileo era proclamado con las fiestas del otoño, en general se había cambiado el comienzo del año paraesta estación. El Día de las Trompetas también es el único día que cae en luna nueva, o sea, ¡en una noche oscura! Aquí no dice que en ese día deberían alegrarse. Es un día misterioso y sin lugar a dudas simboliza proféticamente el comienzo de los acontecimientos de los últimos tiempos, los cuales sobrevendrán repentinamente sobre esta tierra, dando comienzo así al tiempo más oscuro. Algunos creen encontrar en ellos el arrebatamiento. Pero eso no me parece armonizar con el carácter del día. Pero tiene que encontrar de alguna manera su lugar aquí.

Al Día de las Trompetas le sigue el gran Día de la Reconciliación, el cual indica el regreso de Jesús a esta tierra –el sumo sacerdote celestial, quien regresa del célico Lugar Santísimo para dar poder ejecutivo al sacrificio de redención y para reconciliarse con el remanente de Israel y de las naciones. Entonces Él establecerá Su reino celestial, el cual está proféticamente indicado por la gozosa fiesta de los Tabernáculos.

Hasta que eso llegue a ocurrir, la Fiesta de Reconciliación (Yom Kippur) sigue siendo el día más importante del culto judío, durante el cual gran parte del pueblo hace ayuno e introspección, ya que dice en Levítico: 23:29:“Si alguna persona no se humilla en este mismo día, será cortada de su pueblo''.

Quiera Dios dar a Su pueblo un espíritu de humillarse y someterse delante de Él.

La fiesta de los tabernáculos, la encontramos en Levítico 23:33-34, se realiza cinco días después de Yom Kippur y es la última de las siete fiestas del Señor. Tal como la primera, cae en el día 15 del mes, y, con esto, en luna llena. O sea, que se ubica justo seis meses entre Pessaj, la fiesta de los panes sin leudar, en primavera, y la fiesta de los tabernáculos, en otoño, ambas de 7 días de duración.

En primer lugar, debía de ser otra fiesta de agradecimiento por las cosechas, pues justo cae en otoño, en el tiempo en que se recogen los últimos frutos antes de las grandes lluvias del invierno (v. 39).

En segundo lugar, debía ser un memorial de cuando Dios había guiado a Israel fuera de Egipto, liberándolos de la esclavitud de Faraón, y de cuando los Israelitas habían vivido 40 años en tiendas o en carpas. Por eso, cada año, durante los siete días de celebración, debían vivir en carpas, para que su descendencia no olvidara la gran obra de Dios.

En tercer lugar, es una fiesta de gozo. Es la única de las siete fiestas, en la cual Dios le mandó expresamente a Su pueblo que se regocije ante el Señor (v. 40); esto significa estar gozosos ante Dios por la bendición de la cosecha, el trabajo realizado y por la liberación. De esta alegría debía participar todo el pueblo (Deuteronomio 12:7;12;18).

Esta fiesta, juntamente con Pessaj y Shavoth (Pentecostés), forman parte de las tres fiestas de ascenso – donde se peregrina hacia el santuario, para realizar allí los sacrificios y alegrarse ante Dios.

Proféticamente, esta fiesta nos remite hacia el venidero reino de Dios sobre la tierra, cuando el viejo Faraón, Satanás, estará atado y los redimidos en Cristo habrán resucitado e ingresado en el reino de Dios. Recién entonces habrá motivo de imperturbable y absoluta alegría.

Los cuatro días entre Yom Kippur y la fiesta de los tabernáculos, simbólicamente, señalan que con el regreso de Cristo con gran poder y gloria, no comenzará enseguida el reino de paz, sino que antes, el Anticristo y su ejército han de ser aniquilados (Apocalipsis 19:19-21).

Entonces, se llevará a cabo el juicio de las naciones, en el cual se decidirá cuáles de ellas, de las que han sobrevivido a los 42 meses del poderío del Anticristo, entrarán al reino de Dios y cuáles no (compárese con Mateo 25:31-46). Tanto la aniquilación del Anticristo y su ejército como la separación de las naciones, han de ser buscadas en los 30 y 45 (75) días en Daniel 12:11-12, donde será bienaventurado el que haya esperado 1.335 días, o sea 75 días más de los 1.260 días en que Israel va a ser protegida por Dios en el desierto (Apocalipsis 12:6-14).

Al hecho de que la muerte y resurrección de Jesús, y el subsiguiente derramamiento del Espíritu Santo, ocurrieron justamente en uno de los días de fiesta, se puede suponer que los últimos siete años (la semana 70 de Daniel) comiencen con Rosh-Hashaná, o el día de las trompetas, y que el regreso de Jesús, en gran poder y gloria, junto a su esposa, para el establecimiento de su reino, siete años más tarde, probablemente ocurra en el día de Yom Kippur.

Naturalmente, no sabemos en que año ocurrirá esto. Pero a nosotros, quienes conocemos y creemos en su Palabra, esto nos debe alentar y estimular a estar preparados, como ya lo dijo Pedro en su segunda epístola:“…¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios… “(2 Pedro 3:11-12).

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