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Titulo: “Los primeros panes”.

Autor: Fredi Winkler
  Nº: PE923

Las fiestas del Señor

 

La cuarta fiesta (los primeros panes), que se encuentra, separadamente, entre las tres fiestas de la primavera y las tres del otoño, es como un eslabón de unión entre el principio y el tiempo final, y hace referencia a la Iglesia de Jesús, la cual incorpora este eslabón de unión entre el Antiguo Pacto y el comienzo del Reino de Dios.

 


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Los primeros panes

 

Estimado oyente, en Levítico 23:15-22 leemos acerca de esta fiesta, la de los primeros panes y que es la cuarta fiesta. En hebreo es llamada Shavouth, lo cual significa algo así como Fiesta de la semana, porque había que contar siete semanas desde la Fiesta de las Primeras Gavillas – que ya hemos estudiado en el programa pasado – hasta la Fiesta de los Primeros Panes, o sea 50 días. Esta fiesta se encuentra como un eslabón de unión entre las tres fiestas en la primavera y las tres fiestas en el otoño.

 

  También esta fiesta tenía que ver con el servicio de los sacrificios y con la agricultura, y era, al igual que la tercera fiesta, una celebración de acción de gracias por la cosecha. A esta altura del año, en Israel ya se ha terminado la cosecha de los cereales y ya se puede hacer pan del fruto de la nueva cosecha. Esto, en tiempos del templo, aparentemente, no podía suceder hasta que en esta celebración se hubieran mecido, ante el Señor, dos panes como primicias, en señal de agradecimiento por la bendición de la nueva cosecha.

  En la actualidad, los judíos festejan este día como Fiesta de la Legislación en el Sinaí, ya que según la tradición pasaron cincuenta días entre el Éxodo de Egipto y la recepción de los mandamientos en el Sinaí. En Éxodo 19:1-2 dice que en el tercer mes, después de la salida de Egipto, ellos llegaron desde el desierto de Sinaí a la montaña. El Éxodo tuvo lugar el día 15 del primer mes, y a eso se le agrega 30 días del segundo mes, lo cual da 45 días. De modo, que ellos llegaron al Monte Sinaí en la primera semana del tercer mes.

 

  El significado y cumplimiento profético, en la iglesia neotestamentaria, no obstante, es tan precioso como acertado. Jesús, antes de ascender al cielo, dijo a Sus discípulos que ellos no debían alejarse de Jerusalén hasta que se hubiera cumplido la promesa del Padre (Hch. 1:4). Él también podría haberles dicho: Permanezcan en Jerusalén hasta el día de Pentecostés pues entonces se cumplirá la promesa. Sin embargo, no les dijo nada específico. Pero, con un poco de imaginación y lógica, los discípulos habrían podido calcular que lo prometido llegaría el Día de Pentecostés, después de que ya dos cosas se habían cumplido con exactitud: la muerte de Jesús en la noche del Pessaj y la resurrección de Jesús el Día de las Primeras Gavillas. Este cumplimiento extraordinario y exacto, seguramente nos tiene algo que decir con respecto al cumplimiento, aún pendiente, de las tres fiestas de otoño, aun cuando Jesús, con respecto a los acontecimientos de los últimos tiempos, había dicho:“No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad”. (Hch. 1:7).

 

 

 

  Los acontecimientos espectaculares en el Día de Pentecostés, como nos los cuenta Hechos 2, encajan exactamente en el modelo del Antiguo Testamento. La semilla del mensaje de salvación que Jesús presentó como la semilla de la Palabra de Dios, había traído su primer fruto. En un día, tras la predicación de Pedro, cerca de tres mil almas fueron agregadas a la iglesia neotestamentaria (Hch. 2:41), como Primicias de la nueva cosecha. Ellas fueron como un sacrificio de agradecimiento delante de Dios. De ahí en adelante: “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. (Hch. 2:47).

  Juan 12:24 comenzaba a vislumbrarse:“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”.El largo camino del grano de trigo desde la siembra hasta el rico pan; el morir en la tierra, el nacer y crecer con lluvia y frío, el madurar en el sol y el calor; luego, el cortar y trillar, el clasificar y el moler, el amasar y el hornear en el calor del fuego, nos muestran, en forma plástica, las etapas de la vida de Jesús. Pero también ejemplifican las etapas en la vida de cada creyente, hasta que seamos agradables ante Dios, como los frescos panes, que emanan un olor agradable y que son mecidos delante de Dios. En verdad, esta es una imagen perfecta de la vida de santificación de aquellos que creen en Jesús. En Santiago 1:18 los creyentes, significativamente, son llamados Primicias de Sus Criaturas.

 

 

Pero también el segundo aspecto de la celebración de la Legislación en el Sinaí se ha cumplido en forma perfecta. Justamente en el día en que Israel recordaba la legislación y el pacto en el Sinaí, Dios confirmó el Nuevo Pacto por medio del milagro del derramamiento del Espíritu Santo en forma de llamas de fuego, acompañadas por el rugido del viento y las voces en otras lenguas, lo cual produjo el asombro y el espanto de los presentes. En el Sinaí, el pueblo dijo a Moisés:“Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos”(Ex. 20:19). Algo similar también está escrito en Hechos 2:6-7:“Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados…”Luego, después que Pedro les hablara en el poder del Espíritu Santo, sobre la muerte y la resurrección de Jesucristo, Su divino poder, Su reinado eterno y la salvación en Él:“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”(v. 37). Ellos aceptaron su palabra, creyeron y se dejaron bautizar (vea He. 12:19-24).

 

De modo que la Fiesta de los Primeros Panes se ha cumplido proféticamente en forma doble: 

Primeramente por medio del derramamiento del Espíritu Santo, con el cual fue sellado el Nuevo Pacto en Cristo y, segundo, al ser agregada una gran cantidad de gente a la iglesia del nuevo pacto.

 

En este contexto, es significativo que, al contrario que en el Sinaí, se escucharon muchas lenguas. El Nuevo Pacto y su mensaje, que fueron sellados en Pentecostés por el Espíritu Santo, es válido para todos los pueblos, lenguas y naciones, lo cual fue indicado por las muchas lenguas. Aquí es necesario enfatizar que no se trató de un vulgar hablar en lenguas, sino de un milagro extraordinario en el que cada cual podía comprender lo dicho en su propio idioma. Dicho sea de paso, esto también es una señal de que la maldición de la confusión de las lenguas es quitada por Cristo.

 

  Esta cuarta fiesta, que se encuentra, separadamente, entre las tres fiestas en la primavera y las tres en el otoño, es como un eslabón de unión entre el principio y el tiempo final, y hace referencia a la Iglesia de Jesús, la cual incorpora este eslabón de unión entre el Antiguo Pacto y el comienzo del Reino de Dios.

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