Lo que fue, lo que es y lo que vendrá 2/3

Lo que fue, lo que es y lo que vendrá 1/3
21 febrero, 2008
Lo que fue, lo que es y lo que vendrá 3/3
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Titulo:   “Lo que fue, lo que es y lo que vendrá”  2/3

Autor: Norbert Lieth 
Nº: PE1024

 

Lagracia es la que “nos enseña”, no lo hace la vara. En esto se puede ver que la gracia es una pedagogía de Dios. La gracia nos quiere educar. Ahora es cuestión de crecer, de desechar las cosas pasadas, independizarse espiritualmente y madurar, pero no por medio de la lucha sino a través de la obediencia en la gracia.

 


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“Lo que fue, lo que es y lo que vendrá”  2/3

Hola estimado amigo, vemos en esta ocasión, LO QUE ES.

Tito 2:12 nos muestra cómo debemos vivir, en el presente, como cristianos renacidos. La gracia se ha manifestado “enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:12).

Podemos venir a Jesús tal como somos para que nopermanezcamosasí como somos. La gracia tiene un efecto modificador sobre nuestra vida, aquí y ahora. Debemos considerar los siguientes puntos:En primer lugar: ¿Qué nos impulsa a seguir a Cristo y a la salvación? ¿Quién nos enseña? No la vara, ni las drogas, ni el castigo, sólo la gracia: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12).Queremos presentarle a las personas a Jesucristo, la salvadora gracia de Dios. Sólo en él y en su palabra encontramos la seguridad de la salvación (que no se encuentra en ninguna religión). En comparación con Jesús todas las religiones sólo son “trapos sucios” y “chatarra oxidada”. Jesús es el diamante perfecto: ¡Mantengámoslo en alto!

La gracia que en él se ha manifestado es la que nos lleva más lejos. Pero es precisamente en este punto que veo la mayor lucha en muchos cristianos. Ellos creen poder llegar a ser mejores por sus propias fuerzas, reiterando promesas solemnes de consagración a Jesucristo. Pero este camino es errado, porque por naturaleza somos pecadores (Romanos 7:18). Seamos, tan sólo, obedientes a la gracia. Confiemos en Su obra en nosotros. En Oseas 10:12 se nos exhorta: “Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia“.

Somos como pámpanos en la vid. “¿Qué le diría la vid al pámpano si éste, una y otra vez, le prometiera solemnemente: “Ah, querida vid, quiero estar más cerca de ti, más ligado a ti, más consagrado …”?

Querido amigo, querida amiga, como cristiano renacidoustedestá en el Señor Jesús y él en usted. O dicho en otras palabras: La sabia de la vid fluye hacia el pámpano. ¡Permanezca en él! Alábelo y agradézcale por todo lo que usted tiene en él y verá que esto lo llevará mucho más lejos que todas las promesas por mejor intencionadas que estas sean. Johannes Gossner dijo en cierta oportunidad: “Al que se alberga en la gracia, al que cada vez se transforma más a la imagen de Cristo, a ése el diablo le sale del camino.” Nada lo llevará tan lejos como mantenerse en esta posición: “He muerto al pecado…”, “Soy un pámpano de la vid…, “Cristo me ha sido hecho por Dios… santificación…”

Muchos cristianos oran fervientemente: “Señor, abre los cielos…” Pero los cielos no necesitan ser abiertos, desde hace casi 2000 años ya lo están: “El cielo está abierto, ¿sabes porqué? ¡Porque Jesús ha luchado y ha derramado su sangre!”

La gracia es la que “nos enseña”, no lo hace la vara. En esto se puede ver que la gracia es una pedagogía de Dios. La gracia nos quiere educar. Ahora es cuestión de crecer, de desechar las cosas pasadas, independizarse espiritualmente y madurar, pero no por medio de la lucha sino a través de la obediencia en la gracia.

Cada vez que vemos a los bebés también vemos en ellos un avance. ¿El niño se esfuerza para que eso sea así? No, sólo abre la boca cuando su madre o su padre le dan algo de comer o de beber. Un niño pequeño sólo puede desarrollarse y crecer normalmente si recibe regularmente su provisión por parte de quienes lo cuidan. De la misma manera, el pámpano únicamente tiene que permanecer en la vid para que todo lo necesario le sea provisto. Pero de una cosa debemos ser conscientes: El crecimiento en la gracia es un proceso constante. Nadie dentro de la “escuela” de la gracia de Dios llega al punto en el que puede decir: “Ahora ya lo he aprendido todo.”

En segundo lugar vemos que la gracia nos quiere enseñar a que neguemos, o renunciemos, a la impiedad y a los deseos mundanos. ¿Renunciar a los deseos? Cada uno sabe lo que son los deseos mundanos en su propia vida. ¿Pero la impiedad? ¿Acaso como hijos de Dios aún podemos ser impíos? Todo parece afirmar esto y, por cierto, siempre sucede cuando coqueteamos o toleramos el pecado por el cual Cristo murió.

· No debemos renunciar o negar a Jesús, sino a la impiedad. Dicho en otras palabras: No permitamos que Cristo no se reconozca en nuestra vida. Algunos por temor o vergüenza niegan a Cristo haciéndose impíos. Por temor a los compañeros de trabajo se deja de orar antes de las comidas. Un cristiano dijo: “Me arrepiento porque por 35 años viví al lado de un turco y jamás le dije nada acerca de Jesús. Recientemente, éste mandó edificar una mezquita.”

· Nuestro hombre natural fue impío. Si como creyentes nos dejamos arrastrar por nuestro hombre natural, actuamos impíamente (el viejo rencor, la susceptibilidad…).

La impiedad es estar separados de Dios. Querido amigo, no viva como quien no tiene nada que ver con Dios. Antes bien, permanezca junto a Jesús, déjese guiar por su palabra, viva en la comunión de los santos. Si llegara a caer en pecado, no persista en él, sino aprópiese una y otra vez del perdón.

Cuando el Señor Jesús le quiso lavar los pies a Pedro este le dijo: “No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos“.

Le daré el siguiente ejemplo que nos ilustrará que debemos odiar el pecado y que de ninguna manera debemos coquetear con él o cometerlo, pues fue por él que el Señor, por amor, fue llevado a la cruz: “Imagínese un padre y un hijo prisioneros en una cueva, cuya única salida ha sido minada con bombas altamente explosivas. El padre prueba si las minas de contacto pueden ser desactivadas, pero comprueba que esto es imposible. Están atrapados. El tiempo pasa, pero no hay ninguna salida. Si todo permanece igual, el hambre seguramente los matará. Finalmente, el padre, con lágrimas en los ojos, le explica a su amado hijo que el único camino para salvar su vida es ir y arrojarse sobre las minas de contacto, para que él, su hijo, pueda alcanzar la libertad. Si el padre hiciera esto para salvar a su hijo y su hijo se liberara de la muerte segura, alcanzando así la libertad y la vida, ¿qué es lo que el hijo pensaría por el resto de su vida acerca de las minas de contacto? ¿Puede uno imaginarse que las admirara? ¿Puede ser que guardara una de ellas como souvenir? ¡Seguro que no! Odiaría esas espantosas armas que mataron a su amado padre.”

El pecado también es un material explosivo. Jesús se dio a sí mismo por nosotros, para que nosotros experimentáramos la libertad. ¿Cuál es nuestro trato con el pecado?

Y en tercer y ultimo lugar, estimado amigo, debemos vivir sobria, justa y piadosamente, o sea, totalmente por gracia.

·Ser sobriosignifica que cuando actuemos lo hagamos espiritualmente habiendo pensado bien lo que vamos a hacer. No es cuestión de decidir a las apuradas, o actuar en medio del enfado, o lastimando a otros.

·Ser justosignifica no tratar injustamente al otro, no hacer acepción de personas. Debemos vivir de la manera que a Dios le agrada, es decir, asemejándonos cada vez más a Jesús, en su manera de ser y sentir. Sólo así podremos vivir una vida agradable a Dios.

·Ser piadososignifica apropiarse de un estilo de vida ordenado por Dios. No significa que nos atemoricemos ante Dios, sino que tengamos al Señor siempre en cuenta, tomando en serio su palabra.

Nos encontramos en la tercer y última parte de nuestra meditación Bíblica. Hasta entonces!

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