Las cinco piedras de David (parte 1)
21 febrero, 2008
Las cinco piedras de David (parte 3)
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Las cinco piedras de David (parte 3)
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Titulo: Las cinco piedras de David
Autor: Norbert Lieth 
Nº: PE405

Locutor: Gerardo Rodríguez

 

1.David, una representación profética de Jesucristo.

 

2.Saúl, una imagen de Israel.

3.3.Los 7 hermanos de David.


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Las cinco piedras de David (parte 2)

Al principio, no comprendido

Al principio, David no fue reconocido como rey por su familia, y sus 0hermanos lo despreciaron, aunque habían estado presentes cuando fue ungido. Leemos en 1 Samuel 16:10-11: “Isaí hizo pasar a siete de sus hijos ante Samuel, y éste dijo a Isaí: –Jehovah no ha elegido a éstos. Entonces Samuel preguntó a Isaí: –¿Son éstos todos los jóvenes? Y él respondió: –Todavía queda el menor, pero he aquí que está apacentando las ovejas. Samuel dijo a Isaí: –Manda a traerlo, porque no nos sentaremos a comer hasta que él llegue aquí.” Cuando, más tarde, los filisteos invadieron Israel y mandaron a la vanguardia a su gran luchador Goliat, que insultó a Israel durante cuarenta días de mañana y de tarde, Isaí mandó a su hijo David con diez panes al campamento del ejército de Saúl, donde estaban sus tres hermanos mayores – una representación de la primera venida de Jesús como el Pan de vida. 1 Samuel 17:28-30 nos ofrece una imagen conmovedora de lo que el Señor Jesús experimentó entre Sus hermanos en Israel. Leemos allí: “Eliab, su hermano mayor, le oyó hablar a los hombres. Entonces Eliab se encendió en ira contra David y le preguntó: –¿Para qué has descendido acá? ¿Y con quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? ¡Yo conozco tu arrogancia y la malicia de tu corazón! ¡Has descendido para ver la batalla! David respondió: –¿Qué he hecho yo ahora? ¿No fue sólo una palabra? Se apartó de él hacia otro y preguntó lo mismo. Y la gente le respondió igual que antes.”

La ira del hermano mayor Eliab se encendió contra David. Aquí vemos la ira de los ancianos de Israel contra el Señor Jesús, aunque El – mandado por el Padre – buscaba solamente lo mejor para Su pueblo. Eliab reprochó a David: “¿Para qué has descendido acá?…¡Yo conozco tu arrogancia y la malicia de tu corazón!”, aunque David solamente había llevado a cabo la orden de su padre y se preocupaba por la liberación de Israel. Por eso respondió: “¿Qué he hecho yo ahora?” Aquí escuchamos a Jesús preguntando: “¿Quién de vosotros me halla culpable de pecado?” (Jn. 8:46a). ¿Qué, pues, he hecho? ¿No es mi intención pisar la cabeza del asesino de almas, de la vieja serpiente, aunque tendré que pagar esta lucha con mi propia vida en la cruz del Gólgota?

Hasta el final, desconocido

David permaneció siendo el gran desconocido en Israel. Aunque había servido en la casa real y había librado a Saúl de un espíritu malo, el rey preguntó al jefe del ejército: “Abner, ¿de quién es hijo ese joven?” (1 Sam. 17:55). Proféticamente visto: Jesús sirvió en la casa de Israel, pero no fue conocido por Su pueblo. Como ya hemos dicho, Israel recién Lo conocerá como su Mesías y Rey cuando El venza completamente, en Su regreso con poder y gran gloria, a “Goliat”, es decir, al anticristo, con todo su ejército entonces reunido en Armagedón.

Liberación del yugo de la esclavitud

En 1 Samuel 17:38-39 leemos: “Saúl vistió a David con su propia armadura. Le puso un casco de bronce sobre su cabeza y lo vistió con una cota de malla. Luego David se ciñó la espada de él sobre su ropa e intentó andar, porque no estaba acostumbrado. Entonces David dijo a Saúl: –Yo no puedo andar con esto, porque no estoy acostumbrado. David se quitó de encima aquellas cosas.” Aquí se nos ofrece una representación de la verdad espiritual de que no podemos hacer nada por las obras de la ley, por nuestro propio esfuerzo. La ley paraliza. Por eso, David se quitó la armadura de Saúl y anduvo por la fe y por la gracia. Jesucristo nos libró de la maldición de la ley (Gál. 3:13) y nos llamó a la libertad (Gál. 5:13), habiéndonos traído la gracia (2 Cor. 8:9.

Ahora veremos Saúl – una imagen de Israel, que tiene dignidad real y tendría que reinar sobre los pueblos.

Saúl sobrepasaba por una cabeza a todos los demás israelíes. Esto hace alusión a la anterior y sublime vocación de Israel entre las naciones. Israel tenía que estar por encima de todos los otros pueblos.

Sin embargo, Saúl quebrantó la ley, cayó una y otra vez en desobediencia e incluso se enredó en pecados de hechicería. Es una imagen de Israel, que también quebrantó la ley. En Saúl (en la ley), Israel encontró su fin; en David (en Jesús), Israel encontrará un nuevo comienzo.

Y los siete hermanos de David – una imagen del pueblo de Israel, que no reconoce a su Hermano y Salvador.

Leamos al respecto una vez más 1 Samuel 17:28b: “Entonces Eliab se encendió en ira contra David y le preguntó: –¿Para qué has descendido acá?” Eliab no creía que David iba a librar a Israel. De la misma manera, también los hermanos carnales del Señor Jesús eran incrédulos. Dice Juan 7:5: “Pues ni aun sus hermanos creían en él.”

David fue el octavo hijo de Isaí. El número 8 significa bíblicamente “nuevo comienzo”. Por ejemplo, con el octavo día comienza también una nueva semana. Jesús es el gran Octavo. El valor numérico del nombre Jesús en griego es 888, el gran contraste con el número 666 del anticristo.

En Samuel veemos – una imagen de todos los profetas del Antiguo Testamento que escudriñaron las Escrituras para encontrar a Jesús

Cuando Samuel fue a Belén por orden de Dios, para ungir como rey a uno de los hijos de Isaí (1 Sam. 16:1.4), pensó primero que Eliab era el nuevo rey elegido por el Señor. Pero éste no lo era. Entonces Isaí dejó pasar delante de Samuel a otros seis de sus hijos. Pero tampoco ninguno de éstos había sido designado rey por Dios. Luego el texto dice: “Entonces Samuel preguntó a Isaí: –¿Son éstos todos los jóvenes? Y él respondió: –Todavía queda el menor, pero he aquí que está apacentando las ovejas. Samuel dijo a Isaí: –Manda a traerlo, porque no nos sentaremos a comer hasta que él llegue aquí” (1 Sam. 16:11). Entonces la búsqueda de Samuel había llegado a su fin, pues cuando David entró, leemos: “Entonces Jehovah dijo: –¡Levántate y úngelo, porque éste es! Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehovah descendió con poder sobre David” (vv. 12b-13a). Como Samuel buscó, en aquel entonces, al nuevo rey entre los hijos de Isaí, así todos los profetas buscaron a Jesucristo, el Rey de reyes: “Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para vosotros. Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, quien predijo las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después de ellas” (1 Pe. 1:10-11).

Vamos a estudiar ahora la triple victoria de David.

David venció, primero, al león, segundo, al oso, y tercero, a Goliat. La Biblia nos revela también una triple victoria de Jesucristo, la cual es representada por estas tres imágenes. 1 Samuel 17:34-36 dice: “David respondió a Saúl: –Tu siervo ha sido pastor de las ovejas de su padre. Y cuando venía un león o un oso y tomaba alguna oveja del rebaño, yo salía tras él, lo hería y la rescataba de su boca. Si se levantaba contra mí, yo lo agarraba por la melena, lo hería y lo mataba. Fuese león o fuese oso, tu siervo lo mataba. Ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a los escuadrones del Dios viviente.”

1. La victoria de David sobre el león = la victoria de Jesús sobre el diablo

En 1 Pedro 5:8 leemos: “Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar.” El Señor Jesús venció en la cruz del Gólgota al “león rugiente”, y desde aquel entonces ya libró de su mano a muchas ovejas. En Gálatas 1:4 leemos al respecto: “…quien se dio a sí mismo por nuestros pecados. De este modo nos libró de la presente época malvada, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre.” Así también David, en aquel entonces, apacentó las ovejas por orden de su padre y venció al león. La Biblia dice que Jesús triunfó sobre todo el poder de las tinieblas. Es posible que ya te encuentres en las fauces del diablo – ¡y a pesar de esto Jesús tiene el poder de arrebatarte de allí! ¡Cuántas personas ya testificaron esto!

2. La victoria de David sobre el oso = la victoria de Jesús sobre “Gog de la tierra de Magog”

Aquí nos encontramos frente a la candente actualidad de Ezequiel 38 y 39: “Gog de la tierra de Magog”, el oso del norte, vendrá y luchará contra Israel. Quisiéramos demostrar algunos puntos al respecto, según nuestro entendimiento: 

En la Biblia, el oso siempre representa una gran potencia. Así, por ejemplo, el reino medo-persa fue simbolizado por un oso (comp. Dn. 7:5). En Proverbios 28:15 leemos: “León rugiente y oso que embiste es el gobernante impío sobre el pueblo empobrecido.” La Biblia caracteriza los gobiernos impíos como “león rugiente y oso que embiste”. Pues el león (diablo) está particularmente detrás de los gobiernos ateos y hace de ellos osos para los pueblos. Esta es la razón por la cual hoy hay muchísimas guerras en los países que tuvieron en el pasado gobiernos comunistas-ateístas. ¡Y cuántas cosas seguramente suceden, al mismo tiempo, en el mundo invisible, ya que han sido, y en parte todavía son, gobiernos que lucharon y luchan contra Dios!

Como acabamos de explicar, Rusia siempre fue representada como oso, incluso por el mundo. No pensemos que ese gran oso ya ha sido muerto. ¡Quizás “Gog de la tierra de Magog” viva hoy más que nunca!

“Gog de la tierra de Magog” tiene todavía que marchar contra Israel y asaltar ese país. Ya estamos en camino del cumplimiento de Ezequiel 38 y 39. Pero más acerca de ésto vamos a compartir -Dios mediante – en la próxima audición. ¡Que Dios le bendiga!

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