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Las 7 Dispensaciones de la Historia
de la Salvación

(4ª parte)

Autor: Norbert Lieth

La Biblia tiene una división estructurada que debería tomarse en cuenta a la hora de leerla o exponerla. Y deja en claro que en el pasado Dios actuó de diversas formas, pero siempre con el propósito de brindarnos la salvación por medio de Jesucristo


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PE1503 – Estudio Bíblico – Las 7 dispensaciones
(4ª parte)


 


Estimados amigos oyentes, en el programa anterior vimos que: La dispensación de la ley mosaica llegó hasta Pentecostés (se extiende desde el libro de Éxodo hasta el Evangelio de Juan). Y: Recién en Hechos 2 vemos su culminación. Es por eso que también los evangelios pertenecen al tiempo de la ley. Sabiendo esto, es más fácil entender muchas cosas. El tiempo de Jesús fue una transición de la dispensación de la ley a la dispensación de la gracia. La verdad aún no estaba revelada completamente en los evangelios.

Pero, luego, continúan las cartas de los apóstoles, inspiradas por el “Espíritu de Verdad”, para la iglesia. No obstante, todo en la Biblia es palabra inspirada por Dios y nos habla y nos exhorta (como dice en 1 Corintios 10:11). Pero muchas cosas sólo conciernen a Israel, algunas cosas sólo a las naciones y otras también a la iglesia.

Vamos a ver hoy las: Señales especiales de la dispensación de la ley

Dios actuó principalmente con un único pueblo, para bendecir a todas las naciones a través del mismo (como vemos en Mateo 1:1 y 2; y en Gálatas 3:6 al 9). Le dio a Israel (no a las naciones) un nuevo pacto a través de Moisés: la ley. Esta ley conllevaba bendición y maldición (según Deuteronomio 28). La ley, el tabernáculo, el templo, los sacrificios, el sacerdocio, los reyes y profetas, al fin de cuentas estaban preparando la salvación en Jesús. Dios les regaló un santuario central, primero el tabernáculo, y más tarde el templo en Jerusalén. Jesús fue el fin de la ley, creando para los hombres el fundamento para ser justos sin obras. Por medio de su muerte y su resurrección, nadie más debía cumplir la ley. Ya que nadie podía cumplirla, la ley traía siempre la muerte. Jesús fue el único que la cumplió completamente. Quien está, pues, en Cristo, ha cumplido la ley y puede vivir eternamente (así lo leemos en Romanos 10:4 y 5; y en Gálatas 3:11 al 14). Pero, vemos, también: El fracaso de Israel bajo la ley Luego de que Israel fuera sacado del cautiverio en Egipto y recibiera la ley, al poco tiempo comenzó a murmurar y quiso volver a Egipto. Israel no podía cumplir con la ley. Finalmente desecharon la tierra prometida (como se relata en Éxodo y Deuteronomio). Primero fracasó cada tribu, una y otra vez, y después los gobernadores de Israel (lo vemos en Josué, y desde Jueces hasta Malaquías). Y, al final, fue desechado el salvador prometido, Jesucristo, constituyendo un pecado contra el Espíritu Santo. El repetido fracaso tuvo diferentes consecuencias.

A toda una generación le fue denegada la entrada a la tierra prometida (lo que está escrito en Números 14). La desobediencia llevó a la división del país en un reino del norte y otro del sur (como leemos en 1 Reyes 11:30 al 33). Una y otra vez las naciones extranjeras gobernaron el país (primero los filisteos, después los asirios, los babilonios, los persas, los griegos y, finalmente, los romanos). Israel perdió dos veces el templo (así leemos en Jeremías 39:52). Y Dios guardó silencio por 400 años, desde el tiempo de Malaquías hasta la venida de Jesús. Después, llegó la dispersión de los judíos en todo el mundo (como vemos en Lucas 21:20 al 24).

Veamos ahora: La ley mosaicaEn el pacto del Sinaí (ley de Sinaí), o ley mosaica, hay 248 mandamientos y 365 prohibiciones (613 instrucciones en total), entre las cuales también están los diez mandamientos. Ahora, no se trata meramente de la voluntad de Dios para nuestras vidas a través de mandamientos o exigencias. También existen principios divinos los cuales son siempre válidos, aún sin la ley mosaica. Aunque no estuvieran los diez mandamientos, en la Biblia queda claro que el pecado es pecado, que el homicidio es homicidio, que no se puede robar, que el adulterio es una falta, que no hay que aprovecharse del prójimo, que sólo hay un Dios, etc. Dios ya juzgó a los hombres antes de la ley en lo que respecta a esta verdad (por ejemplo en el diluvio, en la confusión de lenguas en Babel, en la destrucción de Sodoma, etc.). Además, es posible que las personas llevaran una vida justa y agradable a Dios antes del pacto del Sinaí. Lo vemos por ejemplo en Abel (Hebreos 11:4), en Enoc (Hebreos 11:5), en Noé (Génesis 6:9), en Job (Job 1:8), en Abraham (Santiago 2:23), y en Lot (2 Pedro 2:7). Con esto, vemos que frente a la ausencia de la ley mosaica el hombre no tiene por qué vivir en “anarquía”. La santa voluntad de Dios y sus principios valen en cualquier tiempo, antes y después de la ley. La ley fue añadida para un tiempo de salvación especial, y sirvió a Israel como un instructor que dirige hacia Cristo (como vemos en Gálatas 3:19 y 3:24).

Ahora, preguntémonos: ¿Los apóstoles contradicen a Jesús?Jesús dijo en Mateo 5:17 al 20, en el sermón del monte:“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”.

Pero, entre otras cosas, el apóstol Pablo explica en Romanos 6:14:“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Y en Romanos 7:4 y 6 dice:“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley… Pero ahora estamos libres de la ley…”. Y en Romanos 10:4: “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. En Efesios 2:15:“Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas…”. Y en 2 Corintios 3:11:“Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece”. Más allá de eso, Pablo expuso que ya no estamos bajo la instrucción de la ley (en Gálatas 3:24 y 25). Y utilizó a Agar, la sierva de Abraham y madre de Ismael, como imagen de la ley, y a Sara y su hijo Isaac como imagen de la libertad en el Espíritu (en Gálatas 4:21 al 31). Por ejemplo, en Gálatas 4:30 leemos:“Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”.

La carta a los Hebreos, en el cap. 8, vers. 6 y 7, explica el primer pacto bajo la ley, el cual es sustituido por el segundo, el nuevo pacto en Jesús. El primer pacto es “anticuado”, está “pasado de moda” y “desapareciendo” (según Hebreos 8:13). Y en Hebreos 13:9 al 13 vemos que los judíos convertidos son llamados a abandonar la tradición judía de ritos y ceremonias legales. ¿Cómo concuerda todo esto con lo dicho por Jesús en el sermón del monte (en Mateo 5:18 y 19)? La ley perteneció a una determinada dispensación de la salvación“Y la escritura no puede ser quebrantada”(dice Juan 10:35). El Nuevo Testamento recalca expresamente que estamos obligados a guardar toda la ley (en Gálatas 3:10; 5:2 al 4; y en Santiago 2:10). Si pensamos que aún estamos bajo la ley, estaríamos obligados a cumplirla en su totalidad. No podríamos excluir guardar el día de reposo o la circuncisión, si no estaríamos bajo el castigo de la ley. Justamente este hecho es el que utilizan los autores del Nuevo Testamento como argumento para decir que ya no estamos bajo la ley. Debemos tener en cuenta que la ley mosaica perteneció a una determinada dispensación de la salvación. Es el pacto del Sinaí con Israel (que encontramos en Éxodo 20:1 en adelante; y 24:7). Los gentiles no poseían esta ley (lo vemos en Romanos 2:12; y 9:30). En el Salmo 147:20 dice:“No ha hecho así con ninguna otra de las naciones; y en cuanto a sus juicios, no los conocieron”. Esa también es la razón por la cual los judíos son llamados al arrepentimiento en Hechos: porque tenían la ley (Hechos 2:38; y 3:19). Los gentiles en cambio fueron llamados directamente a creer (lo vemos en Hechos 10:43 y 44; y en Efesios 1:13). Israel encuentra la fe por el arrepentimiento, los gentiles encuentran el arrepentimiento por la fe.

A través de la ley del Sinaí, Dios obró especialmente con el pueblo de Israel. Antes de eso no hubo cosa semejante. El señor Jesús mismo vino primeramente sólo a los judíos y les habló a ellos (así dice Mateo 15:24). Se trató primeramente de su llegada como Mesías para Israel y del surgimiento de su reino en Israel. Hablemos ahora del: Cumplimiento de la ley en Jesús El nuevo pacto entró en vigor con la muerte y resurrección de Jesús. Fue, al mismo tiempo, el comienzo de una nueva dispensación en la historia de la salvación. Hebreos 916 y 17 dice:“Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive”. Por eso el Señor instituyó la santa cena antes de su muerte (lo cual leemos en Mateo 26:6 al 28), por el nuevo pacto.

Jesús demostró por sus palabras en Mateo 5:17 al 20, que es imposible entrar en el reino de los cielos por la ley. Además la palabra “ley” en Mateo 5:18 se refiere a todo el Antiguo Testamento. Todo el Antiguo Testamento fue y es cumplido por Jesús.

Para aquellos judíos que no creen en Jesús, la ley mantiene su completa validez, serán juzgados por la ley y estarán eternamente perdidos (así leemos en Mateo 5:18). La Biblia dice claramente que por las obras de la ley nadie es justificado ante Dios (en Romanos 3:20 y 28; en Gálatas 2:16; y 3:10; y en Apocalipsis 20:12 al 15). Por eso, los perdidos serán juzgados según Apocalipsis 20 por sus obras, y no por la fe. Los gentiles que no están en Cristo y no tienen ley, están perdidos sin ley, pero tienen la conciencia (Romanos 2:11 al 16; y 1 Timoteo 1:7 al 11). Y aquellos que están en Jesucristo, ya no están bajo la ley, sino bajo la gracia. Su justicia es superior a la de los escribas por lejos (según Mateo 5:20). Es Jesús quien sobrepasa la ley. Pues leemos en Romanos 6:14:“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.


La revocación del pacto del Sinaí, la dispensación de la iglesia, no significa que la voluntad de Dios ya no es válida. Estamos llamados a la completa ley de la libertad, pero debemos ser hacedores de la Palabra de Dios (lo leemos en Santiago 1:25). Según la ley de la libertad seremos juzgados (Santiago 2:12). Recibimos una ley real, “amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos” (Santiago 2:8; y Gálatas 5:14). Quien ama a Dios no querrá entristecerle. Tomará su palabra en serio y no tendrá otros dioses a su lado. Y quien ama a su prójimo, tampoco querrá hacerle mal (Romanos 13:9 y 10). Estamos llamados a la obediencia por la fe en el nombre de Jesús (Romanos 1:5) y sometidos a Él conforme a la ley, sin estar bajo la ley del Sinaí (1 Corintios 9:20 y 21; y Gálatas 6:2).

Y así llegamos al fin de la dispensación de la ley, y también al fin de otro programa. En el próximo, comenzaremos con la sexta dispensación, o la dispensación de la gracia. Esperamos que también puedan acompañarnos, desde ya muchas gracias y qué Dios les bendiga!


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