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Titulo: “La viñaquemada que no sucumbe”.3/3
 

Autor: Norbert Lieth 
Nº: PE1040

Nosotros, quienes por la proclamación del evangelio creemos en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, debemos permanecer en el amor de Dios, en los mandamientos de Cristo.

 


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La viña quemada que no sucumbe”. 3/3

Hola querido amigo! Sabe usted en dónde encontramos seguridad de salvación?

En su primera epístola, Juan nos explica quienes son aquellos que permanecen en la “vid verdadera”, en Jesucristo. Las epístolas apostólicas del Nuevo Testamento son una continuación de los evangelios. Por eso, no debemos detenernos tan sólo en los evangelios. Antes bien, debemos comparar las declaraciones que estos contienen con las epístolas. No palabras sueltas arrancadas del contexto, sino la suma de la palabra de Dios, es la verdad.

Juan, en su primera epístola, escribe claramente quién ha experimentado un nuevo nacimiento y puede estar seguro de su salvación: “Y éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado“. También en el capítulo cuatro, Juan vuelve a enfocar este tema: “Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. … Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4:12-13.15-16).

Nosotros, quienes por la proclamación del evangelio creemos en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, debemos permanecer en el amor de Dios, en los mandamientos de Cristo. “El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos“. Los mandamientos de Jesús, están resumidos en la realidad de que el Espíritu de Dios mora en un hijo de Dios. Como cristiano renacido, usted lo tiene todo en su corazón y en su vida. En las cartas del Nuevo Testamento, se menciona lo que es bueno o malo para nuestra vida, lo que debemos evitar y abandonar, ante qué nos debemos cuidar y dónde debemos avanzar. ¡Obre conforme a esto! ¡Siga a Jesús incondicionalmente! Si usted ha experimentado el nuevo nacimiento, usted está en Cristo y Cristo en usted.

Ahora bien, veamos La primera y la segunda venida de Cristo.

Varios años después de que Israel regresó del cautiverio babilónico, vino a este mundo por primera vez el Hijo de Dios, Jesucristo, como la “vid verdadera”, el “renuevo” para Israel.

Después que el pueblo judío lo rechazó, vino nuevamente en el año 70 D.C. el juicio sobre Israel, Jerusalén y el templo. ¿Dónde estuvo el Señor Jesús en ese tiempo? A la diestra de Dios. En el Salmo 80:17 leemos: “Sea tu mano sobre el varón de tu diestra, sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.” Y en el Salmo 110:1 dice: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.” En Marcos 16:19, vemos el cumplimiento: “Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.” Cuando el Señor Jesús regrese, tras haber estado a la “diestra de Dios”, hará florecer la “vid” de Israel, de manera que lleve fruto. Por eso, dice en el Salmo 80:18-19: “Así no nos apartaremos de ti; vida nos darás, e invocaremos tu nombre. ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.” Precisamente eso es lo que sucederá cuando regrese el Señor Jesús. Invocarán su nombre y reconocerán que es quien una vez habían rechazado: “…y mirarán a mí, a quien traspasaron…” (Zacarías 12:10).

¡Jesucristo está a la puerta!

Parece que hoy día estamos muy próximos al regreso de Jesucristo. ¿Por qué? Porque la “vid”, Israel, volvió a existir. Ya está en flor, pero aún no tiene fruto. Eso recién sucederá cuando regrese el Señor.

En Cantares, el libro que proféticamente hace alusión al esposo celestial y a su esposa, la Iglesia, leemos: “La higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.” (Cantares 2:13). ¿Cuál es el motivo por el cual el esposo le dice a la esposa: “Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven“? Porque la vid Israel está en flor y da olor.

La iglesia de Cristo en Israel crece, los judíos mesiánicos propagan a través de sus obras la fragancia del glorioso evangelio de Jesucristo. ¡La venida del Señor está próxima! Pero, a su segunda venida en gran poder y gloria le precederá el arrebatamiento de la Iglesia, acerca del cual leemos en la carta a los Tesalonicenses: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor“.

¿Qué tiene de especial el olivo?

La Biblia menciona diferentes árboles que ilustran a Israel: La vid, la viña, la higuera, el granado, la zarza y el olivo. Todos ellos nos muestran distintos matices de Israel.

En la carta a los romanos, Pablo nos presenta, mediante la imagen del olivo, que Israel no permanecerá desechada sino que aún le espera un futuro glorioso: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. … Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? … y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados” (Romanos 11:1-2.24.26-27).

Dios no emplea en vano al olivo como ilustración para el futuro de Israel, sino que con esto persigue un propósito bien definido. Lo que distingue al olivo es: 

· Su frondosidad, profundo arraigamiento, y que su madera es nudosa;

· llega a ser muy añoso, y constantemente se renueva por medio de retoños;

· no tiene anillos que permitan reconocer su edad

· sus hojas siempre están verdes

Con el olivo, en cierta manera, también está relacionado el regreso del Señor Jesús, ¿pues dónde volverá el Señor para Israel? Sobre el Monte de los Olivos, o dicho de otra manera en el monte de los árboles de oliva. Allí él le traerá a su pueblo el shalom, la paz verdadera.

Para finalizar, una pregunta totalmente decisiva: ¿Ya se ha convertido usted en discípulo, o bien en discípula, de Jesús? O sólo es “alguien” a quien el Señor no va a reconocer algún día, un “cristiano” sin una relación viva con Jesucristo? El mensaje del Dios vivo, para nosotros como iglesia, es éste: ¡Sin fruto, no tenemos razón de ser! ¡Sólo unidos al Señor podemos llevar fruto!.

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