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21 febrero, 2008
La viña quemada que no sucumbe. 2/3
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Titulo: “La viña quemada que no sucumbe”.1/3
 

Autor: Norbert Lieth 
Nº: PE1038

¿Qué es lo que espera Dios de nosotros, después de que él lo ha hecho todo por nosotros? Espera que haya fruto. Cuando estemos en la presencia de Jesucristo, el que hayamos ganado almas para él no será prioritario, sino que exista en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.

 


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«La viña quemada que no sucumbe». 1/3

Sabía usted, estimado amigo que por medio de innumerables ejemplos se nos muestra el milagro y la unidad de la profecía bíblica?.

A lo largo de esta audición estaremos viendo uno de estos ejemplos.

En este caso veremos a Israel, como la viña estéril.

En el lenguaje simbólico de la Biblia, la viña estéril representa al pueblo y la tierra de Israel. En Isaías 5:1-7 leemos: «Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil. La había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres. Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor«.

Querido amigo, en este pasaje se habla acerca de Israel, la «viña» estéril. Jerusalén y el templo, en cambio, también se describen en la Biblia como la «vid». A través del profeta Isaías, el Señor ya se lamentó en el siglo 8 A.C. por la esterilidad de la viña de Israel y la vid de Jerusalén.

En Isaías 5 hemos leído: «Tenía mi amado una viña en la ladera fértil(los montes de Jerusalén: el Monte de Sión, el Monte de los Olivos).La había cercado y despedregado…»

Cuando Dios, a través de Josué, condujo a su pueblo hacia la tierra prometida, hacia la viña, había quitado los pueblos impíos, los cuales endurecieron contra él sus corazones como piedra y la había «plantado de vides escogidas«. En lugar de las naciones de antaño, que ya no existen en la actualidad, Dios ha implantado su pueblo judío como «vides escogidas«. «… había edificado en medio de ella una torre…«: La «torre» es una imagen del primer templo, que había sido construido por el rey Salomón. «…y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.«

Todo había comenzado tan bien: Dios obró de manera maravillosa en Israel. Sacó a su pueblo de Egipto y lo condujo, a través del desierto, hasta la tierra prometida. Quitó de ésta las piedras (gentiles), y plantó en ella, como vides escogidas, a Israel sobre todas las cosas, él buscará en nosotros el «fruto del Espíritu». El hizo todo lo que estaba al alcance de un buen labrador. Y ahora tan sólo restaba esperar una cosa: el fruto.

¿Qué es lo que espera Dios de nosotros, después de que él lo ha hecho todo por nosotros? Espera que haya fruto. Cuando estemos en la presencia de Jesucristo, cosa que puede suceder en cualquier momento, el que hayamos ganado almas para él no será prioritario, sino que existe en usted y en mí amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (o bien, dominio propio).

Pero, estimado amigo, volviendo a la «viña», Israel: «y esperaba que diese uvas, y dio uvas silvestres.» ¿Qué hizo Dios? Tuvo que anunciarle el juicio a Israel: «Ahora, pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña. Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres? Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos«. ¿Se ha cumplido esta profecía en la historia de Israel? Sí. Dios quitó su mano protectora de su pueblo. Quitó de Israel el «vallado» y la «cerca»de la protección, la bendición y la misericordia, de manera que las naciones enemigas (asirios y babilonios) pudieran caer encima de él como animales salvajes.

¿Qué nos quiere decir esto? El que no se entregue al Señor Jesús y le siga incondicionalmente, más tarde o más temprano será consumido por el mundo. Nuestro pensamiento será gobernado por lo mundano, reaccionaremos y argumentaremos como todo el mundo, pelearemos y utilizaremos palabras mundanas para defendernos. Hasta es posible que volvamos a amar al mundo, tal como sucedió con Demas.

Ahora bien estimado amigo veamos a Jerusalén, como la vid desechada.

En el siglo 6 antes de Cristo apareció el profeta Ezequiel, y en aquel tiempo ya habían comenzado los primeros ataques por parte de los babilonios. Una parte de los israelitas ya había sido deportada del país.

Las profecías de Ezequiel, quien vivió 150 o 200 años después de Isaías, concuerdan exactamente con las de su precursor . Ezequiel no sólo escribió sobre la «viña» (= Israel), sino también sobre la «vid» (= Jerusalén). En Ezequiel 15:1-8 leemos: «Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque? Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa? He aquí, es puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra alguna? He aquí que cuando estaba entera no servía para obra alguna; ¿cuánto menos después que el fuego la hubiere consumido, y fuere quemada? ¿Servirá más para obra alguna? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Como la madera de la vid entre los árboles del bosque, la cual di al fuego para que la consumiese, así haré a los moradores de Jerusalén. Y pondré mi rostro contra ellos; aunque del fuego se escaparon, fuego los consumirá; y sabréis que yo soy Jehová, cuando pusiere mi rostro contra ellos. Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor«

Aquí se ilustra, aún con más insistencia, que Jerusalén ya no puede ser utilizada por Dios como vid. Ella no trajo fruto, y el pámpano sin fruto no sirve de nada. Sólo sirve para echarlo al fuego. Y fue justamente eso lo que Dios, como labrador, hizo con la generación de antaño.

Jerusalén tenía la misión de ser un testimonio para el mundo gentil. Por este motivo, Dios escogió a Jerusalén, e hizo que se edificara allí el templo para mostrar a todas las naciones que sólo existeunDios verdadero, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Pero Israel fracasó. En vez de testificar mediante palabras y hechos que Israel tenía al Dios verdadero, muchos israelitas hicieron lo contrario: Se postraron ante las imágenes de las naciones y las adoraron. En Oseas 10:1 se describen sus profanaciones con las siguientes palabras: «Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo; conforme a la abundancia de su fruto multiplicó también los altares, conforme a la bondad de su tierra aumentaron sus ídolos

Aquel cristiano renacido que lleva fruto, pero comienza a deslizarse hacia el pecado, con el tiempo se vuelve estéril.

Israel en un principio tuvo «suficiente fruto». Pero, con el tiempo, comenzó a comprometerse con Asiria y, más adelante, con Babilonia. Como consecuencia, las «uvas» de la viña perdieron su tamaño, se secaron y cayeron. Ya no pudieron ser cosechadas para producir el vino. Israel le fue infiel a su Dios y, con ello, el templo perdió su razón de ser. Dios entregó a Israel, Jerusalén y el templo, en manos de las naciones. Todo quedó a merced del fuego. Los babilonios, literalmente, quemaron la «viña» y luego la «vid» (Jerusalén y el templo), tal como lo habían predicho los profetas.

Pero ahora, observemos nuevamente el milagro de la profecía bíblica. Varios años antes, Ezequiel había profetizado: «He aquí, es puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó…» ¿Qué sucedió después?

· En el año 605 A.C. llegaron por primera vez los babilonios y conquistaron Israel. En aquel entonces, también el profeta Daniel fue llevado en cautiverio hacia Babilonia.

· En el año 597 A.C. vino por segunda vez el ejército de Nabucodonosor. Para aquella época, también Ezequiel fue deportado hacia la tierra de los caldeos.

Con esto, se cumplieron las palabras: «…sus dos extremos consumió el fuego…» Jerusalén en sí aún no había sido destruida. Pero el fuego estaba cada vez más cerca de la ciudad.

· Finalmente, en el año 586 A.C. también el centro de Jerusalén fue destruido por las tropas de Nabucodonosor:«…y la parte de en medio se quemó…»

El Señor había profetizado, mediante Ezequiel dice la palabra: «Y pondré mi rostro contra ellos; aunque del fuego se escaparon, fuego los consumirá» . A pesar de que pudieron escapar del fuego (605 y 597 A.C.), el fuego finalmente los destruyó. En consecuencia, la tierra, en el sentido propio de la palabra, quedó asolada tal como había sido profetizado: «Y convertiré la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricación, dice Jehová el Señor«.

Le espero, querido amigo, para que juntos veamos en la próxima audición, la segunda parte de esta meditación bíblica.

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