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La Verdadera Adoración
(basado en el Salmo 50 – 2ª parte)


Autor: Samuel Rindlisbacher

Muchas personas están familiarizadas con las palabras del verso 15, del Salmo 50: „Invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me honrarás“. Pero ellas están en un contexto que debería ser contemplado en toda su plenitud, para abordar adecuadamente el tema principal del Salmo, que es: la adoración genuina a Dios, la verdadera alabanza, tal como a Él le agrada.


DESCARGARLO AQUI :
PE1531 – Estudio Bíblico
La Verdadera Adoración (2ª parte)


 


Queridos amigos, hemos escuchado en la introducción un resumen de lo que hablamos en la primera parte de este mensaje. En los versículos del Salmo 50 que nos toca estudiar hoy, veremos en primer lugar que muchas veces tenemos: Una falsa imagen de Dios

Dios debe reprender la trágica rebelión de su pueblo, como vemos en los vers. 16 al 20:“Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, y que tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la corrección, y echas a tu espalda mis palabras. Si veías al ladrón, tú corrías con él, y con los adúlteros era tu parte. Tu boca metías en mal, y tu lengua componía engaño. Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano; contra el hijo de tu madre ponías infamia”.

Bajamos a Dios al mismo escalónen el cual estamos nosotros. Muchas veces los cristianos responden de la siguiente manera cuando son reprendidos por su pecado: “Para mí está bien, no tengo problema con eso”. Pero al mismo tiempo se sorprenden, como Israel en el pasado, de que Dios no les escuche. ¡Es que no puede escuchar! Parece que han dejado a un lado que las promesas de Dios están sujetas a ciertas condiciones.El vers. 21 dice:“Estas cosas hiciste, y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos”. Decimos ser cristianos, pero a la vez hemos creado un Dios que no corresponde al Dios de la Biblia, sino a nuestros propios deseos e ideas.

¡Por eso, no nos debe asombrar que Dios guarde silencio!

La causa para eso no está en Él, sino más bien en nosotros. Escuchemos lo que dice el vers. 22:“Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre”. A pesar de su conducta religiosa, Israel, y quizá sea también lo que nos pasa a nosotros, había olvidado a Dios. Por eso Él calla. Por eso ya no podemos escuchar su voz. Seguimos analizando el Salmo, y vemos que: La verdadera adoración se ajusta a la Palabra de Dios

El Salmo también muestra la solución al problema del que hablábamos anteriormente. Ella está en reflexionar acerca de aquello que Dios entiende como verdadera adoración, regresar a lo que dice el versículo 23:“El que sacrifica alabanza me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios”.

La verdadera adoracióncomienza en el momento en que empiezo a alinearme con la Palabra de Dios, cuando mi vida comienza a coincidir con la Escritura. La verdadera adoración, implica orar así: “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya. Te doy gracias, no importa por qué camino me lleves. Gracias que tienes pensamientos de paz, aun cuando yo no conozca el camino. Gracias que tú guías y me das la garantía de llevarme hasta la meta”.

Veamos ahora: Tres principios de la verdadera adoración

En Mateo 8:1 al 8 aprendemos cómo podemos elevar una oración así. Estos versículos nos cuentan acerca de dos milagros de la gracia divina:Enprimer lugar, en los vers. 1 al 3 leemos:“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo:Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció”.Y en los vers. 5 al 8 dice así:“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo:Señor, no soy dignode que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”.

Aquí encontramos los tres principios de la verdadera oración. La fe dice: “Señor, ¡tú puedes!”. El respeto añade: “¡Si tú quieres!” Y la humildad agrega: “¡No soy digno de que lo hagas!”

La verdadera adoración dice Sí a los caminos de Dios

Al mismo tiempo, no deberíamos olvidar que no importa en qué dirección Dios responde nuestras oraciones: el nombre de Dios debe ser honrado sobre todas las cosas. Sabemos muy bien que Dios aún hace milagros. Pero no siempre responde nuestras oraciones de la forma que quisiéramos. Esta situación se nos describe en Hechos 12. Tanto Jacobo (como vemos en el versículo 1), como también Pedro (como leemos en el versículo 2 en adelante) están en la cárcel.

La iglesia ora intensamente por ambos. Los dos saben que están bajo el manto y la protección de Dios. A uno, Jacobo, Dios le tiene preparadas las palabras de Mateo 25:21: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Por consiguiente, Jacobo es decapitado. En el caso de Pedro, es como si Él le encomendara: “¡Vete a la viña, porque la cosecha está lista!”. Por consiguiente, Pedro escapa de forma milagrosa de la cárcel, para trabajar en la viña de Dios. ¡Ambos caminos fueron la voluntad de Dios! ¿Estamos dispuestos a decir siempre que sí, ya sea que Dios nos guíe de una forma u otra?

Lo que sí es un hecho es que: Dios escucha la verdadera adoración

Dios quiere que le roguemos, porque Él quiere responder. Pero esto exige obediencia a su Palabra y un correspondiente estilo de vida santificado. Sabiendo que Él escucha y responde, podemos entregar en Sus manos la decisión de todo lo que nos concierne, conscientes de que Él todo lo hace bien, a pesar de las apariencias. Con respecto a esto, en Jeremías 29:11, Dios dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros,… pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.

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