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La Última Petición de Elías

(3ª parte)

Autor: Reinhold Federolf

Los profetas de Israel eran luces en la oscuridad, faros en el embate de las olas de los cultos a los ídolos, rocas firmes en medio del eterno sube y baja de los distintos reyes de Israel. Poco antes de ser arrebatado, Elías le hizo una última y muy interesante petición a su seguidor Eliseo. ¿Cuál habrá sido? ¡Vamos a escucharlo!


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PE1534- Estudio Bíblico
La Última Petición de Elías (3ª parte)


 


Estimados amigos oyentes, continuamos enumerando las características de a vida de Eliseo que lo hicieron merecedor de hacer una última petición a Elías. Y, de esta manera, llegamos hoy a la séptima característica:

La vida de Eliseo – era sencilla y transparente

Como profeta conocido y confirmado, Eliseo emprendía una y otra vez viajes cortos y largos. Por ejemplo, hacia Sunem. Esto llamó la atención de una mujer “importante” que, hospitalariamente, le ofrecía una y otra vez algo para comer. De buena gana, le pedía luego a su marido que le ofreciera un albergue al “hombre santo de Dios” que siempre pasaba por ahí. Lo más práctico sería un pequeño aposento, con cama, mesa, silla y candelero (como leemos en 2 Reyes 4:8 al 10). Nos damos cuenta que, con este equipamiento, todo era muy sencillo y sin mucho lujo. “Sí, ¿pero donde está el gran ventanal con la vista al hermoso jardín? Una ducha caliente tampoco estaría mal – y un colchón especial por la columna. Y lo que respecta a la comida… Eventualmente todo podría estar un poco aislado del ruido, ya que el viajar es bastante estresante. Limón para el té… y que el candelero no sea demasiado débil…” Justamente, en la vida cotidiana encontramos la confirmación. En el servicio y en la vida para Jesús se refleja nuestra motivación y calificación: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a entregarle a Él nuestra vida, someter nuestras posesiones y demostrar una verdadera convicción de peregrino? Todo es muy pasajero y nosotros solamente estamos de paso – ¡lo mejor está por delante!

Como octava característica observamos a Eliseo en sus últimos días y reconocemos cómo aceptó las diferentes guías de Dios. Lo hizo…

… fiel en la fe y sin murmurar

Elías fue arrebatado, pero Eliseo murió en el lecho de la enfermedad. “Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió” (leemos en 2 Reyes 13:14). Enfermedad, lecho de enfermo, gemidos, dolores y languidescencia. ¿No tenía Eliseo más fe al final de su vida? Su maestro había sido arrebatado de forma gloriosa, con carroza y caballos de fuego, directamente al cielo. Quizá en aquel entonces había un movimiento parecido al de ahora, y un grupo de los hijos de los profetas que oraban larga e intensamente una y otra vez: “nosotros también queremos ser arrebatados, nosotros también queremos ser arrebatados, ¡por favor Señor, por favor Señor!” Dios y Jesús, al fin y al cabo, son“el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”(como lo dice Hebreos 13:8). Y sí es así, pero Dios no siempre actúa de la misma forma. Y sus guías son individuales y muy distintas. Debemos tener cuidado de confiar en el Señor en todo y no convertirnos en “cristianos diabéticos”, que solamente valoran como bendición de Dios lo dulce, lo agradable, lo sin dolor, lo positivo. También lo podemos leer así: “Eliseo fue atacado por una enfermedad por la cual iba a llegar al cielo”. ¿Entendemos ahora? Muchas cosas que encontramos tan importantes son sólo pequeños detalles en vista de la eternidad. Cuando en la vida de Eliseo, un día un grupo de jóvenes le gritó, blasfemando e irrespetuosamente: “¡Sube, calvo! ¡Sube calvo!”, quizá puede haber sido que se hayan burlado de él, provocándole a subir también al cielo como Elías. ¿No es notable que Eliseo en la última petición a Elías no haya pedido gimiendo que también fuera arrebatado, al lado de su maestro? En vez de eso, reconoció que Dios lo quería tener y usar en Israel, y que para el servicio que tenía por delante tenía que estar armado con una “doble porción del espíritu”.

El viejo Eliseo tampoco se dejó confundir cuando, al final, el rey de Israel, Joás, entró llorando a su lecho y utilizó exactamente las mismas palabras que Eliseo usó en la despedida de Elías:“¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!”(lo que leemos en 2 Reyes 13:14). No fue el rey quien consoló al postrado hombre de Dios, sino que Eliseo mismo le exigió al rey una acción profética-simbólica y le garantizó tres victorias sobre los ejércitos arameos. ¡Eliseo, por lo tanto, todavía tenía fe, y fue utilizado por Dios hasta el final!

Y Dios confirmó a su siervo más allá de la muerte

Que el “cómo” de su final no dependía de una fe pequeña o grande, nos lo muestra una resurrección al año siguiente. En un entierro interrumpido, un cadáver fue arrojado precipitadamente en la tumba (mejor dicho el sepulcro) de Eliseo. En el contacto con los huesos de Eliseo, el hombre, de repente, volvió a vivir. Dios confirmó a su siervo aún después de su muerte. Por supuesto que Dios permitió esto solamente una vez, porque la tumba de Eliseo no se convirtió en una Meca milagrosa o en una Lourdes de enfermedades incurables, ni tampoco las personas eran ungidas con sus huesos “ungidos”.

En 2 Reyes 2:11 leemos:“Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos”. Tal como Elías y Eliseo fueron separados allí, tan distintas también eran las guías de Dios en sus vidas y tan distinto es el plan de Dios en la vida de sus hijos. Pedro recibió esta verdad como consejería personal directamente del Señor resucitado, cuando Él le explicó acerca de Juan:“Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú”(esto lo leemos en Juan 21:22). Jesucristo es nuestro buen pastor. Dios no comete errores, aún cuando nos guía como a sus hijos por caminos muy distintos. Podemos confiar firmemente en Él. Parecido a lo que le ocurrió a Eliseo, nosotros nos encontramos hoy en un entorno difícil. Su petición de una “doble porción del espíritu” debería desafiarnos. Como él, también nosotros deberíamos dirigir nuestra mirada hacia arriba, hacia nuestro Señor que vuelve pronto, como verdaderos y motivados “realistas”, contando con el apoyo y protección de Dios y permaneciendo fieles y comprometidos. Sabiendo que todas las cosas de este mundo – incluso nuestra propia vida – son extremadamente pasajeras, deberíamos enfocarnos en la petición a Dios y dejarnos usar por Él, para confesar valientemente a Jesús.

Una observación más: 

Dos veces los hijos de los profetas de Betel y Jericó afirmaron:“¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti?”El extraordinario plan de Dios con Elías era conocido por los suyos. Por eso, deberíamos reaccionar desconfiadamente, y más bien negativamente, ante el “saber místico y secreto ” de ciertas personas. Justamente, en lo concerniente al arrebatamiento de la iglesia – y el ascenso de Elías es una sombra de eso – encontramos diferentes opiniones, comprensiones, interpretaciones y corrientes teológicas. Esto nos debería motivar, aún más, a dejar que las características de Eliseo se manifiesten también en nuestras vidas.

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