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La segunda venida llena de poder
(1ª parte)

Autor: Norbert Lieth

En su segunda carta, cap. 1, vers. 3 al 15, Pedro nos presenta la realidad de la segunda venida de Jesucristo. Con estas pocas frases, Pedro deja en claro que nos encontramos en la viva esperanza del regreso del Señor, y que, al respecto, debemos prestar especial atención a Su palabra profética.

 


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PE2090 – Estudio Bíblico
La segunda venida llena de poder (1ª parte)



¿Cómo están amigos? En 2 Pedro 1:3 al 15, el apóstol nos presenta la realidad de una mesa espiritual servida y deduce de esto que, a causa de esta premisa, nosotros tenemos el fundamento para una vida en santidad. Luego, en los versículos 16 al 21, escribe: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Éste es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”

Pedro, ahora, nos presenta la realidad de la segunda venida de Jesucristo. Con estas pocas frases, Pedro deja en claro que nos encontramos en la viva esperanza del regreso del Señor, y que, al respecto, debemos prestar especial atención a Su palabra profética. Al decir esto, se refiere a la extraordinaria experiencia de la transfiguración de Jesús (en el v. 18), de la cual él mismo fue testigo, juntamente con Santiago y Juan: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: (…) De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino. Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”.

En este caso, el de la transfiguración, se trata de una visión previa de la segunda venida visible y poderosa de Jesús, cuando Él venga en gloria – eso lo aclara el mismo texto: “Resplandeció su rostro como el sol” (dice Mt. 17:2). Pedro escribe acerca de esto, en su segunda carta, cap. 1:16, lo siguiente: “… os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo… como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad”. Poco tiempo antes de la transfiguración, en Mt. 16:24 al 28, Jesús mismo habló de Su segunda venida y dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.

Inmediatamente después de esto, ocurrió la transfiguración (de lo cual leemos en Mt. 17:1 al 5).

Esta postura que el Señor Jesús espera de Sus seguidores es importante en todo tiempo y, por eso, también tiene gran importancia para la iglesia actual. Pero, como aquí se trata de Su segunda venida en gloria, el Señor probablemente se refería aquí al Israel del tiempo de la tribulación. Prácticamente todas las declaraciones de Mateo 16:24 al 28 tienen su paralelo en el libro de Apocalipsis, donde se describe el tiempo de la tribulación, previo al regreso visible de Jesús (en Ap. cpts. 6 al 19). En ese tiempo, será especialmente importante negarse a sí mismo y tomar su cruz. El discipulado y el testimonio de Jesucristo serán especialmente atacados en esos días. Los creyentes serán puestos a prueba y necesitarán mucho poder (así leemos en Ap. 12:13 al 17; y 13:7).

“El que quiera salvar su vida, la perderá.” Jesús aquí no se refiere a los creyentes de la iglesia, porque una persona nacida de nuevo, que pertenece a la iglesia de Jesús, no perderá su vida en el sentido de perder la salvación. Después de la dispensación de la iglesia, esto, sin embargo, será posible, por lo cual Jesús, en Su discurso sobre los tiempos del fin, en Mt. 24:13, dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Quien quiera salvar su vida en el tiempo del Anticristo, por ejemplo, aceptando el número de la bestia, se perderá (de esto leemos en Ap. 14:9 al 11).

“Todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.” Este enunciado nos recuerda a los muchos mártires que habrá durante el tiempo de la tribulación, descrita en el Apocalipsis. Ellos vencerán a Satanás y a la bestia del Anticristo: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Ap. 12:11). Luego, todos éstos vendrán con Jesús, para reinar con Él durante mil años (Ap. 20:2).

“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” Al igual que durante la tentación de Jesús, en el tiempo de la tribulación Satanás ofrecerá todas las maravillas del mundo. El Anticristo las tomará y se las dará a aquellos que se unan a su reino. Pero, las almas de los que las acepten se perderán eternamente.

“¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” En ningún otro tiempo se verá más claramente que los valores materiales no son nada, que en el tiempo de la tribulación. Todo quedará deshecho bajo el juicio de Dios. Y el ser humano tendrá que reconocer que le falta la riqueza espiritual.

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