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La Profecía y el Evangelio 
(4ª parte)

Autor: Arno Froese

  El autor se pregunta: ¿qué tiene que ver la profecía con el evangelio? La palabra profética, ¿tiene relevancia en relación con las buenas nuevas? ¡Veamos cuales son las respuestas, basadas en la Palabra de Dios!


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PE1894 – Estudio Bíblico  –  La Profecía y el Evangelio (4ª Parte)



¿Cómo están amigos? La verdad de la palabra profética antiguo-testamentaria, fue cumplida por Jesucristo nuestro Señor. Ése es el Evangelio de la profecía.

Hemos enfatizado, especialmente, que los profetas que hablaron de la venida de Jesucristo, de Su maravilloso nacimiento, de sus obras sobrenaturales, de su muerte en la cruz del Gólgota y de su subsiguiente resurrección al tercer día, no se conocían entre ellos. Fueron inspirados por el Espíritu Santo y profetizaron en diversos momentos de la historia. Pero, ellos siempre hablaron de la misma persona: Jesucristo de Nazaret.

Como ya se dijo, vamos a ver hoy como las profecías se siguen cumpliendo. En especial en cuanto a: Los judíos e Israel.

La profecía sobre el Mesías fue cumplida hace casi 2.000 años atrás, pero también en nuestro tiempo encontramos profecías cumplidas. Analicemos al profeta Ezequiel, quien describió la dispersión y el regreso del pueblo judío a la tierra de Israel.

La siguiente cita que fue escrita casi 600 años antes de Cristo:“Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país”(así leemos en Ez. 34:13). Note que la tierra es claramente designada como Israel. Por más de 2.000 años, el cumplimiento de esta profecía no parecía que se fuera a poder dar. Los judíos estaban dispersos entre todos los pueblos de la tierra, y el regreso a la Tierra de Israel era absolutamente imposible.

Aun si los judíos hubieran regresado a la Tierra de Israel, habrían encontrado un lugar semejante a un desierto, una tierra infértil; en otras palabras, se habrían muerto de hambre. Por eso, es que el Señor tenía que preparar la tierra para el pueblo. En el cap. 36, vers. 8, de su libro, el profeta proclama diciendo:“Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca están para venir”. ¡Esto fue escrito hace unos 2.597 años atrás!

Cuando en la actualidad viajamos a Israel como turistas, podemos testificar del cumplimiento de la Palabra profética:“Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron. Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas”(nos dice Ez 36:34 y 35). Nadie puede negar que Israel ha convertido una tierra infértil en un campo sumamente productivo. En la actualidad, Israel produce alimentos para más de siete millones y medio de personas.

No podemos separar a Israel del Evangelio porque la iglesia de Jesucristo está orgánicamente unida a la Tierra de Israel. Esto queda claro en Romanos 11, donde el apóstol Pablo, a través del Espíritu Santo, les habla expresamente a las naciones.“Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a las naciones…”(así dice el v. 13, de una trad. del alemán). Algunos versículos más adelante, 18 al 23, él advierte a los creyentes:“no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar”. Nunca debemos olvidar que nuestras raíces se encuentran en la Tierra de Israel.

Alguno podría objetar diciendo que Israel no cree en Jesucristo como su Mesías. Si bien eso es verdad, lea usted el versículo 28, el cual dice:“Así que en cuanto al Evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.”

Aquí podemos diferenciar dos grupos: la iglesia e Israel. La relación entre los mismos es claramente definida en el versículo 25:“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.”¿Qué es la plenitud de los gentiles? ¡La totalidad de la iglesia de Jesucristo en la tierra! Jesús mismo dijo: “Yo edificaré mi iglesia.” Esa iglesia no se hace visible en ninguna denominación, organización o movimiento. La iglesia de la que habla Jesús, consiste exclusivamente de creyentes nacidos de nuevo que conforman Su cuerpo; ésa es la única iglesia verdadera.

Cuando el último de entre las naciones haya sido agregado a esa iglesia, se habrá alcanzado la plenitud y la iglesia será arrebatada a la presencia del Señor, como 1 Tesalonicences 4:16 y 17 lo deja en claro:“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”Ahora, podemos ver, también, que hay un evangelio falso. Cada vez que usted visite una iglesia en la que no se enseñe el triple Evangelio que expondremos a continuación, no recibirá la totalidad de la verdad de Dios como está revelada en la Biblia.

El verdadero Evangelio contiene el Evangelio de la historia, el Evangelio de la salvación y el Evangelio de la profecía.

Un Evangelio no genuino excluye el Evangelio de la profecía, porque el mismo es incómodo. Después de todo, ¿quién quiere oír sobre el fin del mundo, el juicio, el derramamiento de sangre, la destrucción, etc.? En muchas iglesias este mensaje no es muy apreciado y, por lo tanto, es omitido.

En 2 Corintios 11:4, el apóstol Pablo advierte acerca de este Evangelio falso:“Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro Evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis.”Esto habla claramente de un Jesús diferente, de un espíritu diferente y de un Evangelio diferente. Pero, este falso Evangelio es peligroso. Lleva a la condenación eterna.

El diablo se disfraza de ángel de luz, como leemos en 2 Co. 11:13 al 15: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”.

El éxito del diablo se encuentra en su capacidad de distorsionar el mensaje del Evangelio. Le gusta presentar un mensaje de amor, comprensión, cooperación y paz para todas las personas, pero omite conscientemente el Evangelio de la profecía.

Jesús dijo: “La salvación viene de los judíos.” Esa salvación fue obrada en Israel, fuera de los muros de Jerusalén, donde Él, muriendo, clavado en la cruz, exclamó: “Consumado es.” El Evangelio de la profecía dice que Él regresará a Israel y a Jerusalén. De hecho, Él regresará al lugar exacto desde el cual ascendió al cielo– el Monte de los Olivos.

 

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