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La Profecía Bíblica – una Prueba de Dios

(3ª parte)


Autor: Reinhold Federolf

El estudio de la profecía bíblica procura transformarnos en cristianos más calificados, capaces y activos, que tengan a Jesús como centro, vivan y actúen de esa forma. Dichos cristianos están convencidos de que Dios siempre cumple sus promesas y tiene la última palabra en la historia del mundo y de la salvación.


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PE1514 – La Profecía Bíblica – una Prueba de Dios
(2ª parte)


 


En el mensaje: La profecía bíblica – una prueba de Dios, veníamos viendo a Jesús como Profeta, y que las palabras y afirmaciones de Jesús se cumplirán en un cien por ciento, porque son eternas, y además son espíritu y vida. Para dar peso a sus promesas y demostrar, por ejemplo, que él es capaz de dar vida aún más allá de la tumba, Jesús resucitó a Lázaro, a la hija de Jairo y, también, al hijo de la viuda de Naín. La gente vio, entonces, que: 

Esto era la: Profecía cumplida, como prueba de la credibilidad y del poder de Jesús

En el evangelio de Juan, el Señor Jesús subraya dos veces la credibilidad de sus palabras y sus hechos, con profecías que realmente se cumplieron, que pudieron presenciarse y observarse: En el cap. 13, vers. 19 leemos:“Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy”.Y en el cap. 14, vs. 29:“… ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis”.

Veamos ahora cómo anunció: La crucifixión.Jesús anunció e ilustró muy concretamente la forma de su muerte con un acontecimiento del Antiguo Testamento (que se encuentra en Números 21, vers. 4 al 9): Así como Moisés, siguiendo el mandato del Señor para salvación de los israelitas mordidos por las serpientes venenosas, levantó una serpiente de bronce bien visible sobre una asta (“… y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”,como dice el versículo 9), así también el Hijo del hombre iba a ser físicamente elevado para señal y para salvación (según sus propias palabras de Juan 3:14 y 15). Esto sucedió a pesar de que Jesús, según el derecho romano, no podría haber sido crucificado, lo que Pilato aseguró un par de veces durante su interrogatorio. Pero, aún así, Jesús fue condenado a muerte y levantado en la cruz para ser exhibido. ¡La Palabra de Dios siempre debe cumplirse!

Hablemos ahora de la profecía de: La destrucción del templo y de Jerusalén.

Jesús horrorizó a sus discípulos cuando anunció la destrucción del templo (lo vemos en Mateo 24:1 y 2), el cual el rey Herodes había mandado a reconstruir y mejorar durante años. A pesar de que cuarenta años más tarde, durante la conquista de Jerusalén, el general romano Tito ordenó expresamente a sus soldados no tocar el templo, y mucho menos destruirlo, en el año 70 d.C. se cumplió justamente aquello que Jesús había anunciado (también en Lucas 19:41 al 44; y 21:24). Fue el juicio divino por el rechazo del Mesías encarnado. Pero, para nosotros ¡todo esto ya es historia! ¿Reconocemos aquí el cumplimiento de la palabra profética, incluido en la historia?Ahora la profecía de la: Eternidad de la Palabra de Dios, y la proclamación mundial del evangelio.

Qué afirmaciones totalmente insensatas las de aquel joven predicador callejero, a quien perseguían aquellos primitivos galileos prehistóricos. “Ese debe estar loco”, habrán murmurado los fariseos y escribas. Pero Jesús lo dijo completamente convencido:“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”(así lo leemos en Mateo 24:35), y profetizó también la proclamación mundial del evangelio (en Mateo 26:13). Hoy alguno que otro todavía se burla, pero con una inexcusable miopía: porque desde Nueva Zelanda, pasando por Siberia hasta Portugal, desde Tanger (en Marruecos) hasta Ciudad del Cabo (en Sudáfrica), y desde los esquimales hasta Tierra del Fuego, en todos partes de este mundo encontramos seguidores de Jesucristo, y hasta el día de hoy existen 2.426 idiomas a los cuales toda la Biblia, o el Nuevo Testamento, o algunas partes de la misma, han sido traducidas.

Todas estas profecías bíblicas cumplidas nos exhortan a estar despiertos, y nos retan a esperar completa y confiadamente los acontecimientos que se han anunciado y aún no han sucedido, y a prepararnos para ellos. Pensemos en las señales, especialmente en dirección al tiempo de la tribulación y la posterior aparición gloriosa del Rey de reyes, pero también en el rapto de la iglesia-la esposa de Jesucristo, y preparémonos para eso. ¡Los cristianos nacidos de nuevo ya sienten como una atmósfera de partida!

Analicemos ahora: La Profecía y el Espíritu Santo

Comencemos con: La venida del Espíritu Santo.

Jesús les prometió a sus discípulos la llegada y compañía del Espíritu Santo y los preparó para eso (esto lo podemos ver en Juan 16:7 al 15; y en Hechos 1:4 y 5). Lo recordamos especialmente en Pentecostés, la fecha del nacimiento de la Iglesia de Jesús. Ésta representa en todos lados los efectos visibles del actuar del Espíritu Santo, cuando los cristianos rescatados y reconciliados se reúnen. Después de tantas persecuciones, de distintas falsas doctrinas, de énfasis mal puestos y de una constante mundanalidad y enfriamiento, ¡esto es realmente un milagro! Como hijos de Dios, nosotros mismos vivimos una y otra vez su intervención alentadora y la realidad universal de la palabra de Jesús, cuando dijo que sobre la roca de la afirmación de Pedro (“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”,Mateo 16:16), él construirá su iglesia (versículo 18).


Pero, hay un aspecto másque muchas veces es pasado por alto, y que leemos en Juan 16:12 y 13:“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”. En el versículo 12, Jesús anuncia la venida del Espíritu Santo. Muchos, sin embargo, pasan por alto la última parte de la promesa, donde él claramente menciona que el Espíritu de Dios, luego, también revelará “las cosas que han de venir” o las “cosas futuras”. Después de Pentecostés habrá, por lo tanto, declaraciones proféticas especiales, las que encontramos en las cartas de Pablo, Pedro, Judas y Juan (como revelación de Jesucristo). A continuación, veremos sólounejemplo de lo que el Espíritu Santo ha revelado después de Pentecostés:


El arrebatamiento.

Entre cristianos a veces hay discusiones con respecto a si la segunda venida de Jesús ocurrirá en una o en dos etapas. Esto también se podría definir como un síntoma de “analfabetismo” profético, el cual trae mucha confusión. En la primera carta a la iglesia de Corinto, la cual Pablo escribió aproximadamente 23 años después de Pentecostés, el apóstol deja saber a sus lectores que a él, por el Espíritu Santo, le fue revelado unmysterium(o misterio, según consta en 1 Corintios 15:51 y 52). Se trata de la venida del esposo celestial, para “traer de regreso” a su amada esposa. Ya que la iglesia, la esposa comprada por precio de sangre, también era un misterio, esta venida especial de Jesús no era conocida anteriormente. Es revelado y explicado aquí como un misterio. En conexión con 1 Tesalonicenses 4:13 al 18 es absolutamente comprensible, cuando en el versículo 17 aparece el concepto de “arrebatamiento”. ¿Cómo es posible que haya personas que realmente aseguran que el término “arrebatamiento” no aparece en la Biblia? En el Nuevo Testamento se revelan ocho misterios importantes en lo concerniente a la historia de la salvación.


La otra aparición gloriosaconocida del divino Mesías:“… con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre…”(ver Daniel 7:13-14), es evidente. Incontables veces Jesús se identificó con esta figura profética, el “Hijo del hombre”, dándose a sí mismo ese título. La última vez frente al sumo sacerdote (como leemos en Mateo 26:63 y 64), quien definitivamente tomó esta expresión como una blasfemia contra Dios (versículo 65), confirmando así el juicio divino sobre Israel. Veamos ahora la: Aplicación práctica

En Lucas 21:28 se nos pide que observemos atentamente los sucesos que ocurren a nuestro alrededor y en el mundo, y que los evaluemos a la luz de la Biblia: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.” Aunque muchas de las llamadas señales del fin y sus antesalas, las cuales anunció el Señor Jesús, son de naturaleza negativa, su cercanía nos debe hacer recordar los cumplimientos proféticos. Dios lo ha anunciado, él está sentado en el trono, su palabra es realidad, y en eso podemos confiar en todo sentido. Esto genera una gozosa certeza, que nos hace mirar agradecidos como dice Hebreos 12:2: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Algo parecido encontramos en Hebreos 10:25, donde somos llamados a “no (dejar) de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”


Adormecerse al volante de un autopuede tener consecuencias fatales. ¡Pero aquí se trata de la salvación o la perdición eternas! En vez de sólo alegrarnos de nuestra propia salvación como cristianos nacidos de nuevo, debería sacudirnos la profecía cumplida y las, cada vez más, continuas apariciones de la cuenta regresiva apocalíptica, como si se tratara de una adrenalina espiritual, para no dejarnos estar en nuestra conformidad, dormitando y apáticos. Debería impulsarnos a llevar a otras personas, con hechos y palabras, al camino a la salvación en Jesucristo, para que también ellos puedan tomarse de su mano horadada en la cruz del Gólgota, y sean sanados por sus heridas. El perdón de pecados solamente puede ocurrir por la sangre derramada del Cordero de Dios, por Jesucristo, quien era libre de pecado pero se hizo pecado por nosotros, y al cargarlos sobre Él, soportó voluntariamente la terrible muerte de cruz: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (así dice Isaías 53:5).


Dios nos quiere usar precisamente en estos últimos tiempos, antes del arrebatamiento, para que como dice Gálatas 6:10: “hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”, dando testimonio a las personas que aún están viviendo en sus pecados que Jesús vino a este mundo para “llamar a los pecadores” y no a los supuestos justos (Mateo 9:13). 1 Timoteo 2:4 nos dice que Dios quiere “que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”. Por eso, Jesús nos llama, metafóricamente, en Lucas 14:23, de la siguiente manera: “Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa”.

Quien por razones de salud o de vejez ya no pueda salir, está llamado a apoyar la proclamación del evangelio, posiblemente con sus bienes, pero especialmente con la oración. La recompensa no faltará, ya que en 1 Corintios 2:9 dice: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.


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