La Profecía Bíblica – una Prueba de Dios (1ª parte)

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La Profecía Bíblica – una Prueba de Dios 

(1ª parte)

Autor: Reinhold Federolf

El estudio de la profecía bíblica procura transformarnos en cristianos más calificados, capaces y activos, que tengan a Jesús como centro, vivan y actúen de esa forma. Dichos cristianos están convencidos de que Dios siempre cumple sus promesas y tiene la última palabra en la historia del mundo y de la salvación.


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PE1512- La Profecía Bíblica – una Prueba de Dios
(1ª parte)


 


Estimados amigos, el tema que nos ocupa en el día de hoy es: 

La profecía bíblica – una prueba de Dios.

Como ya se dijo en la introducción, el estudio de la profecía bíblica procura transformarnos en cristianos más calificados, capaces y activos, que tengan a Jesús como centro, vivan y actúen de esa forma. Dichos cristianos están convencidos de que Dios siempre cumple sus promesas y tiene la última palabra en la historia del mundo y de la salvación.

La profecía bíblica no sirvepara complacer la simple curiosidad, ni para jugar con locas especulaciones, ni para confirmar “revelaciones” privadas especiales. Más bien nos quiere convertir en hacedores de la Palabra de Dios, con Jesús en el centro, para que vivamos y actuemos de esa forma. El Señor mismo nos exhorta a analizar nuestro tiempo a la luz de la profecía bíblica. Veamos la profecía en la actualidad: las señales del tiempo

Cuando los fariseos y saduceos tentaron al Señor Jesús, pidiéndole señales del cielo, él les respondió con las palabras de Mateo 16:2 y 3:“Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!”.

Las personas religiosas, en aquel entonces, no se dieron cuenta de que la mayor señal de todos los tiempos estaba parada frente a ellos, en carne y sangre: el Salvador prometido. ¿Y qué pasa con nosotros, en cuanto a los sucesos del fin del mundo? ¿Estamos igualmente ciegos como aquella alta sociedad religiosa?

La profecía bíblica – es la prueba de Dios

Muchas veces no sabemos a ciencia cierta quién era en realidad un profeta “auténticamente bíblico”, confirmado por Dios. Analicemos este asunto. En 1 Samuel 9:3 al 5, se relata que Cis, el padre de Saúl, había enviado a su hijo, con uno de sus siervos, para buscar unas asnas que se habían perdido. Pero a pesar de todo su esfuerzo, no encontraron los animales. Saúl ya había decidido volver con su padre, cuando su siervo tuvo una idea brillante, y le dijo estas palabras que encontramos en el versículo 6:“He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne;todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino”. Así que se pusieron en marcha y encontraron al profeta Samuel. Luego, éste ungió a Saúl como rey de Israel y le profetizó los acontecimientos que sucedieron a continuación. Lo leemos en 1 Samuel 10:1 al 9:

“Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo? Y luego que de allí sigas más adelante, y llegues a la encina de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino; los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de mano de ellos. Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando. Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo. Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer. Aconteció luego, que al volver él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día”.

Por medio de la boca de su profeta Samuel, Dios mencionó lugares muy precisos donde Saúl encontraría personas que dirían esto o aquello, llevarían ciertas cosas y se comportarían de una u otra forma. Por el cumplimiento exacto de todos estos anuncios se llegó a la sólida y certera comprobación de que era el todopoderoso quien estaba actuando, el cual también está sobre los misterios del tiempo: el Dios eterno.

Por esta misma razón, el Dios de Israel también retó a los otros dioses a los cuales Israel adoraba, a profetizar algo y encargarse también de su pronto cumplimiento. En Isaías 41:21 al 24 leemos:“Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas, dice el Rey de Jacob. Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir. Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; o a lo menos haced bien, o mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos. He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad; abominación es el que os escogió”. No se trata sólo de señales y milagros, sino de la demostración, del anuncio y la llegada de sucesos bien concretos.

Roger Liebi escribe en la contratapa de su libro “El Salvador prometido”:

“Al leer el Antiguo Testamento a uno le da la profunda impresión del anhelo y el deseo de la llegada de un Salvador, el Mesías, quien eliminaría el problema raíz de la humanidad e introduciría una justicia eterna. Este anunciado Mesías es descrito en las escrituras del Antiguo Testamento hasta el más mínimo detalle.

Se trata de más de 330 profecías increíblemente exactasy totalmente diferenciadas. En este libro se demostrará con pruebas históricamente correctas, que estas profecías se cumplieron literalmente en el histórico Jesús de Nazaret.

El Nuevo Testamento muestra que por medio de la profecía mesiánica puede ser “demostrado” (en el sentido más literal de esta palabra) que Jesús de Nazaret es el Mesías profetizado.

¡No se puede resaltar lo suficiente que ninguna religión, aparte del cristianismo bíblico, conoce este tipo de demostración!”

La profecía bíblica efectivamente es la prueba de que aquí –¡y sólo aquí!- estamos tratando con el Dios verdadero. Eso también tendrían que escribírselo en la frente nuestros científicos e intelectuales, tan marcados por el ateísmo. Incluso por medio de cálculos de probabilidad se puede probar ciertamente que el Dios de la Biblia, el Dios de Israel, existe y se ha revelado a Sí mismo en el tiempo y en el espacio.

En la próxima estimados amigos, analizaremos: La Profecía y Jesús. Veremos que siglos antes de que sucediera, los profetas de Dios anunciaron tanto el lugar, así como también el nacimiento virginal, y la manera de obrar de Jesús. Y, también, que no se trata de creer esto con una fe ciega, casi mística, sino de una demostración lógica, sobre la base de las profecías del Antiguo Testamento. ¡Hasta entonces!

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