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Autor: Norbert Lieth

“Una advertencia que no puede ser obviada”, es el título de este programa radial,  en donde entre otras cosas compartiremos con usted sobre el plan de Dios para todos los creyentes neotestamentarios.


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Querido amigo, a través de la parábola de las Diez Vírgenes hemos aprendido muchas cosas sobre el pueblo de Israel. Pero no podemos  autoengañarnos  pensando: “Si todo esto se refiere tan sólo a Israel, nada me importa.” No debemos pensar así, estimado amigo, pues la parábola de las diez vírgenes es una advertencia para nosotros, los creyentes neotestamentarios. Pues existen judíos que caen víctimas del engaño, quienes ciertamente tienen la Palabra pero no son renacidos, y la situación no ha variado hoy en día. ¡Sólo aquel que haya nacido de nuevo, a través del Espíritu Santo, podrá ser parte del arrebatamiento!

También hoy existen personas

· que caen en la trampa del engaño debido a sólo tener conocimientos religiosos.

· que son cristianos nominales, que acuden a una iglesia y por tal motivo están bajo la influencia del Espíritu Santo, pero que no han nacido de nuevo.

· que por cierto dicen “Señor, Señor…”, pero que no le pertenecen.

· que aparentan ser cristianos, pero que en su interior no concuerdan en absoluto con Cristo.

En todo tiempo hubo personas que, concientemente, llevaron una vida distinta sólo por motivos religiosos. Pero no alcanza sólo con una piedad superficial y una separación del espíritu de la época. Es decir, que no necesariamente se tiene que ser mundano para estar mal parado. A pesar de todos sus esfuerzos y buenas obras, el hombre sin el Espíritu Santo permanece muerto (Efesios 2:1; Romanos 8:9). El Señor le tuvo que responder a Nicodemo, un devoto fariseo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:3. 6-7).

Ahora bien estimado amigo, no se trata de cuán mucho o cuán poco se sepa de Jesús y de seguirlo lo mejor posible. No, lo decisivo es si él nos conoce. A las vírgenes insensatas que esperaban ante la puerta, él les tuvo que decir: “De cierto os digo, que no os conozco” (Mateo 25:12).

Si yo le preguntara a nuestros amigos: ¿Quiénes de ustedes conocen al presidente de los Estados Unidos? Seguramente todos contestarían: Yo lo conozco. ¿De dónde lo conocen? La respuesta sería: De los informes de la prensa, radio y televisión. Pero si yo preguntara: ¿El presidente de los Estados Unidos también lo conoce a usted?, la mayoría debería contestar que no. ¿Por qué no lo conoce el presidente? Porque usted nunca lo conoció personalmente.

Para tener una verdadera relación con el presidente, debe ocurrir algo esencial: Usted deberá conocerlo personalmente. No alcanza sólo con saber de él de oídas, de reportajes e informes. Usted tiene que haberse encontrado personalmente con él, por ejemplo con motivo de una audiencia en la Casa Blanca.

No alcanza con que usted conozca al Señor Jesucristo de oídas, que sepa de él por asistir al culto, por la lectura, o por lo que otros cristianos le comparten. Para que él también lo conozca a usted, antes tendrá que haber tenido un encuentro personal con él. Eso sucederá si usted le entrega su vida y experimenta el nuevo nacimiento, una genuina conversión.

En cuanto a las diez vírgenes, estimado amigo,  la Biblia aclara lo siguiente: “Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas” (Mateo 25:2). A pesar de que, en apariencia, todas se parecían y esperaban al esposo, el Señor Jesús no tenía una relación personal con las cinco insensatas, y les tuvo que decir: “… no os conozco.”

¿Qué significa a los ojos de Dios ser “insensato”? Mateo 7:26 nos da la respuesta: “Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena.” El que sólo escucha la Palabra de Dios pero no la acepta de corazón, el que no se convierte genuinamente, el que no sigue a Jesús en obediencia, orientando su vida completamente hacia él, es insensato.

La Iglesia, esposa del Señor Jesús, es comparada con una virgen, por cuya pureza ya había luchado Pablo: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Corintios 11:2). Ya hemos leído en Apocalipsis 14:4-5 sobre esta clase de vírgenes, de ellas se dice lo siguiente:

· El Cordero las ha comprado
· Ellas lo siguen
· Son vírgenes
· No se contaminan
· No hay mentira en ellas
· Son sin mancha.

Cinco de las vírgenes resultaron ser insensatas, pues no habían llevado aceite consigo (Mateo 25:3). El aceite es imagen del Espíritu Santo, imagen de la vida de Dios. Quien en verdad es devoto pero emprende su camino sin Dios, no va a tener ningún encuentro con él; su lámpara en cualquier momento se apagará.

Las otras cinco vírgenes mostraron ser prudentes, puesto que llevaron consigo vasijas con aceite junto a sus lámparas (versículo 4). Sus lámparas ardieron inalterablemente por la reserva de aceite. Esto significa: Ellas llevaban consigo la vida de Dios.

El Señor ya sabe lo que queremos decir. Él “conoce los pensamientos de los hombres” (Salmo 94:11). Del Hijo de Dios leemos: “Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos…” (Mateo 9:4). Por eso, no es de extrañar que el Señor ya pudiera calificar a las diez vírgenes antes que su estado se manifestara completamente: “Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas”  (Mateo 25:2). Pero esto, también significa que Jesús conoce perfectamente nuestro estado actual. Por eso, ¡cuánto más importante es buscar socorro en él! No deberíamos engañarnos a nosotros mismos, sino orar, mientras haya tiempo, por una completa renovación.

La exhortación final, Jesús la dirige a todos: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25:13). Para los insensatos, es un llamado a la conversión, y para los prudentes, un llamado a la permanencia. “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que duramos, vivamos juntamente con él” (1 Tesalonicenses 5:9-10).

Querido amigo, sólo Jesús nos puede obsequiar el don del Espíritu Santo. Cuando ya no tuvieron más aceite, las vírgenes insensatas esperaban que las prudentes les reabastecieran. Pero éstas no les pudieron dar nada (Mateo 25:8-9). Ninguno de nosotros puede darle a otra persona un poco de nuestra salvación. Charles H. Spurgeon dijo: “La gracia no fluye en la sangre” (del parentesco). Cada persona tiene que recibir para sí misma, y a tiempo, la gracia del Espíritu Santo. Cada persona debe llegar a Jesús por sí misma, pues en Juan 3:16 leemos. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Y en Efesios 1:13-14, dice así: “En él (= en Jesucristo) también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”

1 Comment

  1. Rolando Chaves Castro dice:

    Saludos y bendiciones les escribo desde
    El Rosario de Naranjo Alajuela Costa Rica.
    Les cuento que el día de hoy en nuestra iglesia el pastor predicó sobre la parábola de las 10 vírgenes y el explica que cuando las 5 insensatas llaman a la puerta Señor señor no es Jesús quien les responde sino más bien alguien que cuidaba la puerta lo que creo confusión, no dudo que él es un gran estudioso de la palabra y que tiene mucha experiencia pero creo que quizá se equivocó y lo que el menos quiere es que se confunda a la iglesia dígase congregación, me gustaría que ustedes puedan profundizar en esta parte del texto gracias y bendiciones.
    Espero su pronta respuesta.

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