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La importancia de la resurrección

Autor: René Malgo

La resurrección del Señor Jesús y nuestra esperanza de resurrección, que proviene de ella, tienen un alcance mucho más grande de lo que nos podríamos imaginar.

 


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PE2095 – Estudio Bíblico
La importancia de la resurrección



Amigos oyentes, ¡qué gusto estar nuevamente junto a ustedes!
La resurrección del Señor Jesús y nuestra esperanza de resurrección, que proviene de ella, tienen un alcance mucho más grande de lo que nos podríamos imaginar.

Es difícil negar la verdad de la resurrección por medio de una reflexión sobria. El ex-escéptico y ateo Josh McDowell, cita en uno de sus libros, las palabras del científico inglés Brooke Foss Westcott: “Si se reúnen todos los testimonios, no es exagerado decir que ningún acontecimiento histórico es sostenido por una mayor cantidad de pruebas, y pruebas de los más diversos tipos, como lo es la resurrección de Cristo. Ninguna otra cosa, sino la opinión preconcebida de que eso debería estar equivocado, pudo producir la descarada idea de que habría falta de material de prueba.”

El teólogo anglicano N.T. Wright es bastante debatido en nuestro entorno. Sus ideas sobre la justificación, en el mejor de los casos, son equivocadas, y en el peor de los casos pura doctrina falsa. No obstante, y con todo derecho, es conocido y popular por su defensa convincente de la esperanza de la resurrección. Él escribe: “Yo y otros hemos investigado bastante extensamente todas las explicaciones alternativas, antiguas y modernas, que tratan de la formación de la primera iglesia y del perfil de su fe. La mejor explicación, por lejos, es que Jesús de Nazaret, después de haber muerto totalmente y ser sepultado, al tercer día realmente fue resucitado a la vida con un cuerpo renovado (no sólo un ‘cadáver revivido’, como la gente a veces dice despectivamente), un nuevo tipo de cuerpo físico que dejó atrás una tumba vacía, por utilizar el material del cuerpo original de Jesús, pero poseyendo nuevas características que nadie esperaba ni se habría podido imaginar, lo que a su vez ocasionó un cambio significativo en la forma de pensar de aquellos que se encontraron con él.”

A pesar de esto, en la actualidad muchos se niegan a creer en la resurrección, o este milagro histórico y sus consecuencias les parece algo no muy extraordinario… Muchos de los que confiesan ser cristianos, no creen realmente en el milagro de la resurrección. Pero, si dejamos de lado la resurrección, quitamos todo: toda nuestra esperanza y, aún más, el fundamento de nuestra fe.

“Sí, por supuesto”, quizás dirá usted, “recién lo hemos leído. ¡Sí, creemos en la resurrección! Son los cristianos nominales quienes no creen. Nos estás hablando de algo que ya sabemos.” Seguro… Pero: muchos cristianos que confiesan con sus labios, en su corazón parecieran no creer realmente en una resurrección corporal – ni en la del Señor Jesús, ni en la suya propia. Sorprendido, noté esto cuando un predicador fue criticado por su congregación, bíblicamente fiel, cuando predicó que el Señor Jesucristo glorificado todavía era el hijo de David y un ser humano. Posiblemente, haya algunos cristianos que, inconscientemente, nieguen que Jesucristo realmente ha resucitado como hombre (como vemos en 1 Co. 15:21) y que de verdad continúa viviendo como hombre e hijo de David glorificado y eterno (como leemos en 2 Ti. 2:8; y Ap. 22:16).

En su libro ¿Unidos en la verdad?, Erwin Lutzer dice: “Repetidamente, me ha encontrado con cristianos que creen que el cuerpo del Señor vino de María, y la parte espiritual (alma y espíritu) provino de Dios. Y que Él tuvo que ser un ser humano en todo – cuerpo, alma y espíritu – para llegar a ser nuestro Redentor.” Si eso es así, entonces sólo puede ser verdad que ¡el hombre Jesucristo en su totalidad ha resucitado! La resurrección no fue un truco barato de magia. Y así es como Jesucristo, como Hijo de hombre total y glorificado, volverá (según Mt. 26:64).

Roger Liebi explicó un vez: “El hecho de que Jesucristo siga siendo ser humano es de importancia fundamental.” Y señaló 2 Juan 7, donde “como una de las características de los falsos maestros del anticristo” se menciona que ellos negarán a Jesucristo como viniendo en carne. ¡Eso no es lo mismo que lo que dice en 1 Juan 4, “donde se trata de la negación del hecho de que Jesucristo vino en carne”! En 2 Juan, según Roger Liebi, “se trata de que Jesucristo volverá en el futuro como verdadero ser humano”. En otras palabras: ¡quien niega la segunda venida corporal del Señor Jesucristo como “viniendo en carne”, según Juan, es un anticristo!

Benedikt Peters puntualizó lo siguiente, en un manuscrito sobre “Cristología”: “Cuando el eterno Hijo de Dios se hizo hombre, tomó para siempre la naturaleza humana. Después de la resurrección siguió siendo ser humano. Él conservó Su cuerpo humano que Dios Le había preparado (como leemos en He. 10:5). Los dos discípulos de camino a Emaús, relato que encontramos en Lc. 24:15 y 16, vieron en Él a un hombre común y corriente. A los discípulos les dijo: ‘Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (así leemos en Lc. 24:39). Después de la resurrección, los discípulos comieron y bebieron con Él (Hch. 10:41). Cuando María Magdalena Le vio, pensó ver al jardinero (Jn. 20:15). Él ascendió al cielo como el hombre Jesús, quien apareció a los discípulos después de la resurrección durante 40 días y comió con ellos. No fue otro, ni alguien de otro tipo que ascendió ante los ojos de los discípulos, sino justamente ese Jesús. Y él es el que ahora está a la diestra de Dios, como hombre glorificado. Así Le vio Esteban, por medio del Espíritu Santo, como está escrito en Hch. 7:55 y 56: ‘Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios’.”

Todo eso significa que tenemos la esperanza de resucitar como Jesucristo (como leemos en 1 Co. 15; y en Fil. 3:20 y 21). Esto sucederá durante el arrebatamiento (según dice en 1 Ts. 4:14 al 17). Y esa esperanza es más que “sólo” la fe de que nuestro espíritu, nuestra alma continúe viviendo después de la muerte y se vaya para estar con Dios en el cielo. ¡Llegará el día en que seremos una unidad nueva, glorificada, eterna y sin pecado, compuesta por cuerpo, alma y espíritu! ¿Para qué servirá esto? Eso nos lo muestran los últimos capítulos de la Biblia, Ap. 21 y 22, donde Dios promete un nuevo cielo y una nueva tierra. En esta nueva tierra vivirán seres humanos (o sea unidades de cuerpo, alma y espíritu; lo que se menciona en 1 Ts. 5:23), y Dios estará en medio de ellos (Ap. 21:3). Dios creará un nuevo universo (nos dice Ap. 21:1), en el cual, en cierto sentido, el (nuevo) cielo bajará a la (nueva) tierra (Ap. 21:2). Según esto, habrá una nueva creación en la cual vivirán personas nuevas. ¡Y justamente eso es lo que nos enseña la esperanza de la resurrección! La doctrina bíblica de la resurrección no se trata de una idea abstracta, pagana, sobre existencias sin cuerpo, en torrentes sin tiempo y espacio infinito, donde nos volvamos uno con la energía divina. Más bien se trata de la bendita esperanza de una nueva vida, en un nuevo cuerpo, sobre una nueva tierra, bajo un nuevo cielo, en la directa presencia vivificadora y gratificante del Dios trino.

Y, finalmente, en Ap. 21:5 leemos:“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Y en 22:20: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. ¡Amén; sí, ven, Señor Jesús!”

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