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La importancia de la prevención espiritual
(1ª parte)

Autor: Wolfgang Bühne

Es muy revelador y una buena enseñanza para nosotros, ver qué medidas tomó Ezequías para resistir el ataque preparado por el rey de Asiria,
pues nos dan una impresionante lección acerca de cómo podemos protegernos y defendernos, cuando Dios permite situaciones en nuestra vida en las que nuestra fe
y nuestro testimonio sufren y son puestos a prueba.p>


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PE2070 – Estudio Bíblico
La importancia de la prevención espiritual (1ª parte)



¿Cómo están, amigos? El tema de hoy es: La importancia de la prevención espiritual. Y comenzamos leyendo 2 Crónicas 32:1 al 8:

“Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas. Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. Entonces se reunió mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que corría a través del territorio, diciendo: ¿Por qué han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vengan? Después con ánimo resuelto edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres, y otro muro por fuera; fortificó además a Milo en la ciudad de David, y también hizo muchas espadas y escudos. Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón de ellos, diciendo: Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá”.

Sanado de manera sobrenatural y fortalecido en la fe, ahora Ezequías se podía enfrentar al enemigo que acampaba a las puertas de Jerusalén y para el cual era poca cosa el destruir completamente aquella ciudad con su potente ejército.

Dios seguramente permitió este asedio para darle a Ezequías otra posibilidad de poner a prueba su fe y su confianza en Él, y para mostrar qué era lo que había aprendido de su desliz.

Ahora, es muy revelador y una buena enseñanza para nosotros ver qué medidas tomó Ezequías para resistir al ataque preparado por el rey de Asiria:

– Tomó consejo con sus príncipes y sus hombres valientes (v. 3).
– Se encargó de cegar todas las fuentes de agua fuera de la ciudad (v. 3-4).
– Reparó los muros caídos de Jerusalén (v. 5).
– Repuso las armas de su ejército (v. 5).
– Animó a los principales y al pueblo a no confiar en la “carne”, sino en el Dios de Israel (vs. 7-8).

Estas cinco medidas frente al enemigo nos dan una impresionante lección acerca de cómo podemos protegernos y defendernos, cuando Dios permite situaciones en nuestra vida en las que nuestra fe y nuestro testimonio sufren y son puestos a prueba.

Veamos cómo es esto de la: Salvación por medio de la cantidad de consejeros

Tres veces se nos dice en los Proverbios que busquemos el socorro en la “multitud de consejeros” (en Prov. 11:14; 15:22; y 24:6). Eso, como es lógico, requiere que los consejeros sean experimentados, sabios y temerosos de Dios.

Siempre hubo y hay en la historia del pueblo de Dios situaciones excepcionales, en las que hubiese sido muy necio pedir el consejo de otros. Ni un solo consejero hubiese animado a David a enfrentarse a Goliat. Y también fue sabio que Jonatán y su escudero no preguntasen al rey Saúl, si debían comenzar ellos dos solos la lucha contra un ejército entero de filisteos. Muchos héroes de la fe tuvieron que tomar sus decisiones a solas delante de Dios, porque no había nadie en el pueblo de Dios que hubiese podido dar un consejo en el temor del Señor.

En circunstancias normales, sin embargo, es siempre aconsejable buscar el consejo de hermanos y hermanas experimentados y temerosos de Dios, cuando la Palabra de Dios no vierte luz suficiente sobre un asunto dudoso y cuando Dios deja que una mente santificada y responsable tome la decisión.

Ezequías hizo muy bien en tomar consejo de sus superiores y hombres valientes – o sea, hombres que en el pasado habían sido acreditados por su fidelidad, temor a Dios y entrega.

Vamos a ver, también, como: Las fuentes vitales del pueblo de Dios no deben caer en manos del enemigo.

El suministro de agua de una ciudad o de un pueblo, en todos los tiempos ha sido vital para las personas y el ganado. Por eso, los ataques enemigos siempre iban dirigidos a envenenar o destruir las fuentes y los pozos de una ciudad sitiada.

Durante el período de los patriarcas, los filisteos intentaron cegar los pozos de la gente de Dios echando tierra en ellos (así leemos en Gn. 26:15). En los tiempos de Eliseo, la calidad del agua de la ciudad de Jericó era tan mala que las consecuencias eran infertilidad y abortos (2 Reyes 2:19 al 22).

Por eso, era estratégicamente sabio cegar las fuentes de fuera de la ciudad o cubrirlas y desviar el agua del manantial de Gihón, por un túnel de 512 metros hecho en la peña para meter el agua a la ciudad de Jerusalén (como leemos en 2 Cr. 32:30). Así quedó asegurado el suministro de agua para la ciudad y el enemigo se quedó sin ella.

La aplicación para nuestra salud espiritual y el crecimiento de nuestra vida en la fe es evidente: Nuestra fuente de vida es el Señor Jesús, que en Jn. 7:37 dijo de Sí mismo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.

En el Salmo 87:7, los hijos de Coré cantan: “Todas mis fuentes están en ti.” La comunión con nuestro Señor, el hablar con Él y el meditar en Su Palabra son las fuentes de nuestra vida, sin las cuales nuestra vida espiritual se secaría y se haría estéril.
El enemigo quiere cortarnos el agua y contaminar nuestras fuentes. Intenta enturbiar o impedir la comunión con nuestro Señor, por medio de añadiduras perniciosas o concesiones. Por eso, no escatimemos esfuerzos para volver a desenterrar los pozos cegados, o para vencer los obstáculos, con toda perseverancia, concentración y duro trabajo, como los siervos de Ezequías, para posibilitar y asegurar el flujo del agua en nuestra vida y la vida de nuestros hermanos y hermanas.

Consideremos, también, que: ¡Los muros caídos son un peligro!

Ezequías y sus principales sabían que un muro cerrado y firme era absolutamente necesario para proteger la vida de los habitantes de Jerusalén. Los muros de una ciudad protegen de los ataques enemigos y marcan una clara separación. Había un “adentro” y un “afuera” – una separación que saltaba a la vista.

Por eso, Ezequías y sus colaboradores no se dejaron engañar por la propaganda mentirosa, porque conocían la intención del enemigo: Los asirios asaltarían el templo de Jerusalén para robar los tesoros que allí había, y destruirían el santuario de Dios para imposibilitarles el culto.

Los fuertes muros debían impedirlo y, donde el muro estaba dañado, había que arreglarlo y reforzarlo sin falta.

En nuestro mundo cada vez más globalizado, las barreras o fronteras pierden su significado. Muchas cosas son ahora menos complicadas – para entrar o salir de un país ya no hay que pasar controles – pero las consecuencias negativas de esta falta de fronteras están a la vista: los elementos destructores tienen libre acceso, la seguridad interior peligra, la identidad nacional se pierde más y más.

Si como Iglesia de Dios vivimos más y más “sin barreras”, dejando de lado y no tomando en serio la separación del mundo, tendremos pronto estos problemas. Las consecuencias: Cuando los muros espirituales caen y cuando abolimos los controles “fronterizos”, lo que tiene libre acceso son las ideologías enemigas, las falsas doctrinas, un evangelio vacío y la inmoralidad. Con eso perdemos nuestra identidad y también nuestra fuerza espiritual. Ya no se llama pecado al pecado, ya no se rechaza a los falsos maestros ni a las falsas doctrinas, la disciplina en la Iglesia ya no es posible – no hay ya un “adentro” y un “afuera”.

Es de suma importancia y necesario que en nuestros tiempos los líderes en las iglesias vigilen atentamente en qué punto el enemigo consigue posibilidades para influir destructivamente en la vida de la Iglesia, por culpa de una separación deficiente.

Leemos, cada vez más a menudo, frases como ésta: “No queremos que la separación sea lo que nos defina a nosotros.” Esto suena positivo y se dice con buenas intenciones, no obstante, el enemigo ya tiene su pie en la puerta. Si esta actitud llega a ser lo normal en nuestras iglesias, es sólo cuestión de tiempo hasta que tales iglesias abandonen su dirección y destino y pierdan su fuerza espiritual.

6 Comments

  1. Héctor Miguel Quesada Ricardo dice:

    Me gustaría poder seguir recibiendo estás enseñanzas que edifican nuestra vida. Saludos desde Cuba.
    Pastor Héctor Quesada

  2. Héctor Miguel Quesada Ricardo dice:

    Muchas gracias por esta excelente reflexión de la palabra ciertamente tenemos que sellar toda brecha por dónde el enemigo pueda penetrar nuestra vida. Nuestra batalla es espiritual y tenemos que seguir el consejo de Dios para vencer todo ataque de las tinieblas.

  3. Estilita Sanchez de Paredes dice:

    Alabado sea Dios, me ayudó y enseñó con eficiencia esa reflexión… Bendiciones

    • llamadaweb dice:

      Gracias Estilita por su comentario!

      Nos alegramos que el programa haya sido de edificación para su vida.

      En Cristo
      Robert
      LlamadaWeb.org

  4. Maria lamadrid dice:

    Quiero seguir escuchando su teologia

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