La Huida (2ª parte)
14 marzo, 2016
¿Aumentará el conocimiento?
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Autor: Reinhold Federolf

Muchos denominan a Apocalipsis 12 como el capítulo más simbólico, del libro más simbólico, del Nuevo Testamento. Por esta razón, no es fácil, clasificar y comprender correctamente sus 17 versículos. La tendencia corriente es que apliquemos el texto a nosotros mismos como iglesia. Pero, notaremos que la interpretación meramente simbólica, que sólo se concentra en la iglesia, no solamente está equivocada, sino que oculta muchas informaciones importantes.

 


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PE2160 – Estudio Bíblico
La Huida (3ª parte)



Estimados amigos, vamos a comenzar viendo como se produce:

Un oasis en medio del quebranto apocalíptico.

En el versículo 14 del cap. 12, que introduce la descripción de la huída, dice: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”. “De delante (o alejándola) del área de influencia de la serpiente”, así es como lo formulan otras traducciones. ¿Qué significa esto en un tiempo de control total, con una infinidad de equipos tecnológicos, medios de transporte y comunicación global instantánea? Quizás aquí nos pueda ayudar una formulación diferente: Dios retira el lugar de refugio en el desierto de la dimensión del anticristo. El lugar, humanamente hablando, simplemente ya no existe. Una mancha “blanca”, imposible de detectar en el mapa. ¡Eso es imponente! La mujer (Israel) en el desierto está protegida del alcance del diablo y del anticristo. Pero, la impaciencia, la falta de fe y las tentaciones pueden llevar a ser seducidos, y a salir de la protección. Por eso, la seria exhortación de “perseverar hasta el fin” (de Mt. 10 y Mr. 13), y las palabras de Dn. 12:12: “Bienaventurado el que espere, y llegue a 1.335 días”.

Existen algunos sucesos bíblicos del pasado que nos ayudan en la comprensión. Cuando Lot en Sodoma quiso proteger a los dos visitantes, salió de la casa y cerró la puerta detrás de él. Ahora se encontraba delante de un grupo de perversos, llenos de lascivia y dispuestos a cualquier violencia. Él cerró la puerta detrás de él. Eso significa que estaba dispuesto a defender a los dos extranjeros con su vida. ¡Qué valiente! Eso, no obstante, fue un comando de suicidio. Pero, Dios lo vio. En Gn. 19 dice luego: “Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta”. Nuestro genial Creador, quien mueve cada átomo y cada molécula, puede intervenir en la percepción de los seres humanos sin operación y sin sonda. Él sencillamente desconecta el área correspondiente del cerebro. Eso es lo que significa “herir con ceguera”, y lo entendemos muy bien, a pesar de que el texto correspondiente date de hace alrededor de 4.000 años (¡!).

Más adelante, sucedió algo similar a través del profeta Eliseo (lo que vemos en 2 R. 6:14 al 23). Él fue reconocido por los arameos enemigos como espía secreto, y una gran tropa debía “neutralizar el objeto”. El siervo del profeta se asustó fuertemente en la mañana, cuando vio que se encontraba en una ciudad rodeada. Pero, Eliseo oraba firmemente que Dios le diera una pista al pobre, y que así pudiera echarle un vistazo al mundo invisible: ellos estaban rodeados de gente de a caballo y carros de fuego celestiales. Luego, le pidió lo siguiente al Señor: “Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Eliseo”. Y, repentinamente, las tropas elite se convirtieron en “tropas errantes”. Al siervo le fueron abiertos los ojos para la dimensión de Dios, y a las tropas enemigas les fueron cerrados los ojos.

¡Nuestro Creador y Programador del ADN es poderoso y está por encima de todas las cosas! Algo similar ocurrirá en el tiempo del anticristo y sus ayudantes: habrá un oasis absolutamente tranquilo y protegido durante el peor tiempo de la historia humana.

Existe un código profético secreto

Se trata de dos indicaciones de tiempo con las cuales muchos no saben qué hacer. Dichas indicaciones de tiempo recién tienen sentido a través de una correcta interpretación, una interpretación fiel a la Biblia. En el vs. 6 dice: “Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por 1.260 días”. Ocho versículos más adelante, leemos: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por ‘un tiempo, y (dos) tiempos, y la mitad de un tiempo’.” El versado lector de la Biblia sabe que 1.260 días, también son 42 meses, o sea 3 ½ años. Esto último, fue revelado proféticamente por primera vez en Daniel, como un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo. Como en ambos versículos se trata de la huída de la mujer, los 1.260 días corresponden a un tiempo, los tiempos y medio tiempo. ¡Lógicamente podemos leer: un año, dos años y medio año!
Aparentemente, esta información sencilla les está velada a muchos, ya que algunas de las explicaciones sobre Apocalipsis 12 son espeluznantes, chocantes y desalentadoras. El mirar a Israel puede ayudarnos a una comprensión mejor de la profecía bíblica – o, si nos cerramos a ella, hacer que languidezcamos en una ceguera espiritual y una peligrosa falta de conocimiento. Hacer una lista con todas las indicaciones de tiempo, nos da una imagen lógica de la clave profética:
– Daniel 9:27: El pacto de paz con Israel será quebrantado a la mitad de la “semana”, o sea después de 3 ½ años, después de lo cual el anticristo revelará sus verdaderas intenciones diabólicas.
– Apocalipsis 11:3: Los dos testigos se presentarán exactamente durante 1.260 días, y los gentiles destrozarán el patio anterior del templo durante 42 meses (vs. 2).
– Dos veces la persecución apocalíptica es señalada con tiempo, tiempos y medio tiempo – en Daniel 7:25 y 12:7 – y en Apocalipsis 13:5 con 42 meses.
– En Daniel 12:11 y 12 se anima a los piadosos a que, a partir de la profanación del templo, perseveren por 1.290 días, o 1.335 días, o sea algo más de 3 ½ años. Ése es el “perseverar hasta el fin” que nuestro Señor menciona en el evangelio de Mateo.

Lamentablemente, existe una parte negativa de la herencia de los reformadores Lutero y Calvino, que les ha quedado del catolicismo: que dice que Israel definitivamente, o sea para siempre, ha sido reemplazado por la iglesia. Esto causó un vacío profético, un agujero negro en la teología protestante. ¡Falsificada, aguada y, a menudo, concentradamente antisemita! O sea, una teología de reemplazo. Eso se revela en un conmovedor desconcierto frente al “código secreto” profético, la codificación profética que funciona a la perfección. Salmos 25:14 enfatiza: “La amistad de Jehová es con los que le temen, y a ellos (exclusivamente) hará conocer los secretos de su pacto.” A nosotros los cristianos, Dios nos ha revelado Su plan para el tiempo del fin: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (nos dice en Jn. 15:15).

Las indicaciones de tiempo son informaciones importantes: son números que se repiten, números que encajan, números que explican todo, y números que orientan o, en caso de incredulidad, irritan.

¿Qué viene luego?

Lo que viene, de cualquier forma, no es el fin del mundo, sino que: “… inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (así leemos en Mt. 24:29 y 30). Jesús regresará en forma visible y establecerá Su maravilloso reino de paz. El gran príncipe de paz establecerá la paz entre los animales, entre los animales y los seres humanos (Is. 11; y 65), entre los seres humanos entre sí (Is. 2:2 al 4), entre los pueblos e Israel, y entre Dios y los seres humanos.

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