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Titulo: “La Agitación del Corazón”. 3/3

Autor: WimMalgo 
Nº: PE997

Este programa anima a quienes quieren enderezar su corazón y dirigirlo hacia el Señor. Escuche la tercer  y última parte de esta  meditación bíblica.

 


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“La Agitación del Corazón”. 3/3

Estimado amigo que ha entregado su vida a Cristo, recuerde lo que dijimos en el programa anterior: ¡Tenemos la gran tarea de retener a los que van a la matanza! Pero esto solamente lo puede hacer aquél cuyo corazón está enteramente dirigido hacia el Señor.

 

Significa concretamente: Sólo aquél cuyo corazón está ardiendo en el primer amor hacia el Señor, podrá sacar por su amor a innumerables personas de la perdición. Pero el Señor tiene que lamentar, por medio del profeta Oseas: “Está dividido su corazón. Ahora serán hallados culpables”. Y en Oseas encontramos: “No piensan en convertirse a su Dios, porque espíritu de fornicación está en medio de ellos, y no conocen a Jehová.”

 

Dios habla aquí de Su pueblo; el resultado también está escrito en Oseas: “Y no claman a mí de corazón… Se vuelven, pero no hacia lo alto.” Esto es un resultado del corazón dividido. Por eso, quisiera rogarle que haga ahora, por fin, lo que el Señor requiere de usted tan encarecidamente por medio del profeta Joel: “Aun ahora – declara el SEÑOR – volved a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento. Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos; volved ahora al SEÑOR vuestro Dios, porque El es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal”. Pues, así dice el Señor en Mateo 5:8: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” Haga por eso del Salmo 51:12 su oración: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.”

 

¡Pero un corazón limpio es un corazón que tiene una actitud inequívoca frente al Señor!

 

Cuando el rey Salomón había envejecido, la actitud de su corazón ya no era íntegra frente al Señor. Leemos cosas trágicas sobre su actitud de corazón en 1 Reyes: “Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David…Y se enojó Jehová contra Salomón, por cuanto su corazón se había apartado de Jehová Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces.” Porque el corazón de Salomón estaba dividido, todo Israel fue dividido en aquel entonces en dos y diez tribus. – Si se pregunta ahora: ¿Por qué pues está dividido mi matrimonio, mi familia? – ¡entonces examine su corazón dividido y partido frente al Señor, su claudicar de un lado a otro! Del nieto de Salomón, Abiam, que también fue rey, se dice lo mismo: “Y anduvo en todos los pecados que su padre había cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios como el corazón de David su padre”. Al cabo de tres años, Abiam perdió la vida por causa de su corazón dividido. En cuanto a su padre Roboam hijo de Salomón, leemos de él en 2 Crónicas 12:14: “E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová.” Por eso, solamente reinó durante 17 años. Este fue el plazo de gracia que Dios le había determinado, y con él se había terminado su tiempo.

 

Estimado amigo. ¡Es llamativo que en la Biblia, el número 17 aparece una y otra vez en relación con un plazo dado por Dios! También en la época de Noé, antes del diluvio, hubo un plazo de gracia. Leemos en Génesis 7:10-16: “Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca; ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie. Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta”.

 

En estos últimos tiempos tengo que pensar mucho en la puerta cerrada, cuando se haya acabado el plazo de gracia y haya pasado toda invitación.

 

¿Cuánto tiempo durará todavía su plazo en el cual pueda venir de todo corazón a Aquél que le ama y cuyo Espíritu, en el plazo que el SEÑOR le da, le está sin cesar cortejando? ¿17 años? ¿17 días…?

 

José, el hijo preferido de Jacob, estuvo durante 17 años en la casa paterna; después de una larga separación, estuvo otra vez junto con su padre durante 17 años en Egipto. Fue un plazo de 17 años para los hermanos de José, para que pudieran reconocerlo. Pero no aprovecharon este plazo, sino que desecharon a su hermano. Más adelante, en Génesis 47:28-31, leemos de Jacob, o sea de Israel: “Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto. Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José respondió: Haré como tú dices. E Israel dijo: Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama.”

 

Israel, de edad muy avanzada recibió un plazo de 17 años para reconocer a su hijo José como el soberano y salvador llamado por Dios. ¡Aprovechó su plazo y llegó al cumplimiento de su vida!

 

Pero es notable que hubo un rey llamado Joacaz en el reino de las diez tribus, que también fue un hombre de corazón ambiguo. Pues por un lado leemos de él que el Señor atendió su ruego cuando las tribus de Israel se hallaron en gran aprieto. Se dice de él en 2 Reyes 13:4-5: “Mas Joacaz oró en presencia de Jehová, y Jehová lo oyó; porque miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía. Y dio Jehová salvador a Israel, y salieron del poder de los sirios; y habitaron los hijos de Israel en sus tiendas, como antes.”

 

Tiene que haber rogado tan entrañable y ardientemente que la Biblia de las Américas traduce así: “Entonces Joacaz imploró el favor del SEÑOR, y el SEÑOR lo oyó…” Pero, por otro lado, oímos de ese rey en 2 Reyes 13:2: “E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y siguió en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; y no se apartó de ellos”. ¡El tenía un corazón dividido! ¿Cuánto tiempo le concedió el Señor un plazo de gracia? Reinó en Samaria durante 17 años. Leemos en 2 Reyes 13:1: “En el año veintitrés de Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz hijo de Jehú sobre Israel en Samaria; y reinó diecisiete años.”

 

Al cabo de 17 años, Dios lo quitó, pues aunque era un hombre de oración no dejó el mal. ¡Claudicaba de un lado a otro!

 

El Espíritu del Señor le quiere quitar también a usted su ambigüedad y desunión mortal, para que no tenga que apartarse temprano. Por medio de Elías Lo oigo llamar: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra”.

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