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Titulo: “La Agitación del Corazón”. 1/3

Autor: WimMalgo 
Nº: PE995

¡¿Quiere usted saber qué es lo que produce la inexplicable agitación del corazón?!

No se pierda esta meditación de Wim Malgo.

 


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“La Agitación del Corazón”. 1/3

Querido amigo, querida amiga: La calidad, o lo que es lo mismo, el estado interior de nuestro corazón, es de importancia decisiva para la capacidad espiritual de seguir a Jesús. Por eso, Proverbios 4:23 nos hace una exhortación fundamental acerca de esto. Dice la palabra de Dios: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Podríamos también formularla así: Santifique su corazón para el Señor, puesto que el corazón es el verdadero sitio de donde mana la vida, sí, el origen de su vida. Es la fuente de todas las cosas, de lo bueno como de lo malo. Ahora bien, veamos unos ejemplos: 

 

Hablar, y hacer, la plena verdad, es un asunto del corazón. En el Salmo 15:1-2, el salmista se contesta a sí mismo la pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda e integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón”.

 

El engaño del corazón, estimado amigo, produce la inexplicable agitación del mismo. En todo caso, están en relación uno con otro. Vienen hasta depresiones durante las cuales llega a decir a una voz con el salmista: “Estoy entumecido y abatido en gran manera; gimo a causa de la agitación de mi corazón”. ¡Oh, si no solamente reconociera ahora la causa de la agitación de su corazón, sino también confesara al Señor su pecado! Pues así practicarías lo escrito en 1 Pedro 3:15-16: “…santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.”

 

Con otras palabras: ¡Déjelo a EL ser el dueño de su corazón! Entonces no le preocupará lo que dicen otros de usted, porque sabe que el Señor pelea por usted y por eso, su corazón puede estar tranquilo, como lo dice Éxodo 14:14: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.”

 

Tal vez hay también muchos entre mis amigos que hacen junto con el salmista esta pregunta tres veces repetida en los Salmos 42 y 43: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?”. El también tenía una agitación indefinible en su corazón. Pero él, por lo visto, no había pecado, pues en la frase siguiente toma por la fe posición en contra de esta agitación de su corazón, diciendo: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.”

 

Pero también existe una agitación del corazón por el hecho de que el corazón no es solamente fuente de lo bueno, sino también de todo pecado, o de todo mal respectivamente. Esto inquieta a muchos hijos de Dios, aunque no estén concientes de ningún mal que hayan cometido. El Señor Jesús dice muy claramente en Marcos 7:20-23: “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.”

 

Contra el mal en nosotros solamente podemos tomar posición victoriosamente por el hecho de que Cristo realmente habita y reina en nuestros corazones.

 

¡Cristo en usted es la garantía de la victoria en la vida cotidiana!

 

La certeza en su corazón de que Cristo habita en usted le garantiza la victoria sobre todo malo sentimiento que sube del corazón. Se puede comprobar muy fácilmente si Cristo es el que habita y reina en un hijo de Dios o si es el pecado o hasta Satanás, pues en Lucas 6:45, el Señor Jesús dice: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” ¡Por eso es tan extraordinariamente importante la exhortación que citamos arriba: “Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones”!

 

¿Por qué pues hay creyentes que, si bien saben todo eso exactamente, no santifican al Señor en sus corazones? La respuesta es múltiple y al mismo tiempo trágica, pues según Pedro, ellos tienen “…los ojos llenos de adulterio y nunca cesan de pecar; seducen a las almas inestables; tienen un corazón ejercitado en la avaricia; son hijos de maldición.” Significa que se han dejado atar por ciertos pecados que han subido de su corazón. En otro pasaje de la Escritura se dice claramente que el amor al dinero, o sea la avaricia es raíz de todos los males. La avaricia puede presentarse en vestidura piadosa y correcta, pero Pablo previene a tales hijos de Dios de manera impresionante y clara contra la pérdida de la herencia de Cristo. Exhorta en Efesios 5:5: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.” O en 1 Corintios 6:9-10: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.”

 

No se trata aquí de vida eterna o perdición eterna sino de la herencia que solamente recibimos si Jesucristo habita en nosotros, si somos fieles y dejamos juzgar a fondo nuestro corazón por Su Palabra. El Señor desea expresamente que por la fe en El no solamente recibamos la vida eterna, sino que también lleguemos a ser coherederos con Cristo; por eso nos hace pasar en la medida necesaria por padecimientos, para que desechemos estos pecados del corazón. Pienso en Romanos 8:17: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

 

¿Sabe querido amigo?, El Señor mira el Corazón

 

Su medio ambiente lo juzga conforme a lo que usted es exteriormente y pretende ser. Pero no es así con nuestro Señor, a El Le importa su corazón. Está escrito en 1 Samuel 16:7: “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.” A esta luz comprendemos la importancia de la palabra citada al principio: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” Ahora surge la pregunta: ¿Cómo puedo hacerlo prácticamente?

 

Acerca de esto, Dios mediante, queremos escuchar más en el próximo programa. Pero antes de terminar repito otra vez esta verdad muy importante: 

 

¡Cristo en USTED es la garantía de la victoria en la vida cotidiana! Que así sea, amén.

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