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Titulo: ¿Jesús realmente se atrasó? 1/2

Autor: SamuelRindlisbacher 
Nº: PE980

 

Los cristianos tienen el valor de otorgarle a las personas la verdadera ayuda y el verdadero consuelo que necesitan para suspreguntas y temores. No un consuelo barato, Sino el consuelo que viene del Señor.

 


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¿Jesús realmente se atrasó? 1/2

Querido amigo, muchos cristianos que tienen problemas se preguntan”¿Por qué Jesús todavía no vino para arrebatarnos?'' La respuesta es esta: Debido a la paciencia que el Señor tiene con aquellos que aún han de aceptar su salvación A fines del verano del año pasado el título de un diario suizo decía: “Grave demora de Jesús''. En este artículo se pudo leer entre otras cosas: “… aparte de esto decenas de miles de cristianos en todo el mundo viven en temor debido a las visiones de los tiempos finales provenientes de Pfäffikon. … El sucesor de Malgo, Norbert Lieth, a pesar de ser más cauto al expresar su posición respecto a los últimos tiempos, también asegura un pronto fin del mundo, logrando así que los creyentes tengan temor del muy próximo juicio final…''

Según estas declaraciones, la Obra misionera Llamada de Medianoche atemoriza a las personas y gana creyentes a través de la amenaza de un juicio final. Pero sólo con mirar el mundo que nos rodea nos convencemos de lo contrario: No somos nosotros los que infundimos temor a las personas. Es cierto, las personas tienen temor: Temor a la guerra. Temor a contaminaciones biológicas, químicas y hasta atómicas. Temor a ataques terroristas. Temor de subir a un avión. Temor a perder el trabajo. Temor a la enfermedad, temor, temor, temor.

Un periodismo como el citado al inicio no informa lo real y recuerda la profecía bíblica de 2 Pedro 3:3-6: “sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua''.

En la actualidad, esto se va cumpliendo literalmente ante nuestros ojos, nosotros sin embargo afirmamos que nada ha cambiado y que todo sigue siendo como antes. Como ha sido y como es ahora, seguirá siendo siempre.

¿Hacia dónde va el mundo?¿Cuál es su estado real? ¿Acaso no es cada vez más evidente que hay algo que no anda bien con nuestro antiguo planeta Tierra? ¿No se atropellan los acontecimientos? ¿Quién se acuerda de cuál había sido el tema principal en los medios de comunicación antes del ataque terrorista a las torres gemelas de Nueva York el 11 de Setiembre de 2001? ¿Ya lo olvidó? ¡Tan precipitadamente se vive y se olvida hoy día! Fue la fiebre aftosa. En Inglaterra, Alemania y los países bajos se sacrificaron y quemaron más de 400.000 ovinos y bovinos. Sin embargo, después del 11 de Setiembre, esto que para muchos campesinos fue una tremenda tragedia, rápidamente se olvidó – ¿o simplemente se le restó importancia? Los acontecimientos se precipitan. Una tragedia, una catástrofe desencadena la otra. ¿Quién, aparte de los directamente afectados, recuerda aún la masacre del tren, la bancarrota de Swissair, como las terribles inundaciones del milenio que azotaron a Alemania, Austria y República Checa, provocando daños bastante por encima de 20 mil millones de Euros? Se tranquiliza a la gente: “”¡No haya pánico. Todo sigue igual que antes. La situación bajo las condiciones dadas es totalmente normal. Tenemos todo bajo control!''

Si como cristianos o como Obra misionera Llamada de Medianoche intentamos explicar bíblicamente los precipitados acontecimientos, se nos cataloga de chiflados, pesimistas y como quienes infunden miedo a los demás.

Pero también hay personas que evidentemente se dan cuenta que no todo seguirá como siempre. Después de las devastadoras inundaciones en Alemania ya no se pudo contratar ningún seguro contra inundaciones. Los aseguradores fundamentaron, que toda esta situación debía ser reanalizada. Dicho en otras palabras: Nunca se ha dado una situación así, pero podría repetirse.

Querido amigo,Cuando la devastadora masa de agua se alejó de Austria y Alemania, se podían ver casas tapadas completamente por el agua, propiedades destruidas, familias en la ruina económica.

En ese tiempo se escuchó una emisora en la que sicólogos, consejeros espirituales y pastores “aconsejaban'' a los damnificados y les daban su apoyo. Entre otras cosas, se “consolaba'' y “edificaba'' con palabras tales como: “”En este momento tienen que confiar plenamente en ustedes mismos!'' “Piensen en positivo, pues sólo con esta postura y forma de vida se podrá sobrellevar esta situación y se la podrá volver a controlar.''

¿No suena a burla? De qué le sirve a uno que alguien, supuestamente muy competente, le diga: “”¡Confía plenamente en ti!'', y que en el mismo momento se destruya todo por lo que en tu vida has trabajado, o que las potentes aguas arrebaten a un miembro de tu familia?

Los cristianos somos difamados por los medios de comunicación. ¿Por qué? Porque tenemos el valor de otorgarle a las personas la verdadera ayuda y el verdadero consuelo que necesitan para sus preguntas y temores. No un consuelo barato como: “¡Piensa en positivo!'', “¡Frente en alto, confía plenamente en ti mismo y verás como todo saldrá bien!''

No, nosotros los cristianos tenemos la respuesta a las ardientes preguntas de esta época. Y no se trata de infundir temor a la gente, ni de pesimismo y mucho menos de tener ánimo de fin del mundo. Nuestro mensaje es el ofrecimiento del perdón, el Evangelio del consuelo y de la esperanza. Sí, predicamos un maravilloso futuro. Por eso, con la ayuda de Dios, nos aferraremos al Evangelio de Jesucristo, por más que los medios nos quieran destrozar y quieran desacreditar nuestro mensaje y adjudicarnos cosas que, en realidad, nunca hemos dicho.

Es lamentable, pero son cada vez más los cristianos y las congregaciones que se vuelven silenciosos. Ya no se tiene respuestas a las preguntas y necesidades de nuestra época. Un poeta lo expresó en las siguientes palabras de un poema: 

Desde siempre las personas fueron

egoístas y, muchas veces, poco buenas: 

Pero, sobre campos y bosques flotaba

al atardecer el repicar de las campanas.

Ellas exhortaban a que se desecharan

las cosas terrenales, para consagrar

el tiempo y los pensamientos a la eternidad.

Estos repiques guardaban a los hombres

de convertirse en bestias.

Hoy puede venir la mayor de las inundaciones sobre Europa, pero los campanarios permanecen en silencio. Nos enmudecimos. Parecería que la iglesia y con ella los cristianos ya no tuvieran nada que decir. Pero si alguien en nuestro cristianismo occidental tiene el valor de exhortar a la reflexión, cambio y arrepentimiento, corre el riesgo de ser marcado a fuego como atemorizador y pesimista.

Poco después de la catástrofe de las inundaciones, se hicieron visitas a congregaciones entre ellas la de Sajonia. Se les preguntó cómo afrontan los cristianos esta peripecia, y el pastor respondió: “Ayudamos donde podemos, y tenemos un mensaje para las personas.'' Ese mensaje no era “vamos arriba…'' o “piensa en positivo…'', sino el mensaje de Jesucristo, de su perdón, su consuelo, su esperanza y del futuro en su gloria. También en las peores circunstancias y situaciones de mayor necesidad, los cristianos saben que no están solos. Es más, es en esos momentos que toman mayor conciencia de que el Señor Jesús siempre está con ellos, tal como había prometido en Mateo 28:20: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo''. Hasta en los peores momentos, un hijo de Dios puede decir: “Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano”. También en medio de la tragedia, un cristiano está al abrigo del Dios verdadero. ¡Ese es nuestro mensaje, nuestro consuelo y nuestra esperanza!

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