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Titulo: ¿Habrá  un despertar mundial, llegará la paz a Israel?  2/2

Autor: Michael Urban 
Nº: PE990

En dependencia de nuestro Señor Jesucristo, debemos sujetarnos a todo el consejo de Dios que nos ha sido revelado. Eso significa terminar con los sueños.

Debemos distanciarnos de aquellos que sólo proclaman medio evangelio.

 


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¿Habrá  un despertar mundial, llegará la paz a Israel?  2/2

¿Sabía usted, estimado amigo, que sobre los púlpitos de este mundo se encuentran muchos soñadores que acomodan la Palabra de Dios a los conceptos humanos de paz, amor y justicia. Ellos sueñan con que la gran iglesia ecuménica, pronto pueda traer una paz religiosa, a pesar de que la Palabra de Dios dice algo muy diferente. Fantasean con un gran avivamiento dice algo muy distinto. Estos soñadores engañan a su audiencia diciendo que Israel podría alcanzar la paz, siempre y cuando sus políticos se esforzaran. En la actualidad, la falsa profecía está por doquier. Nosotros sólo la podemos enfrentar de una manera: ¡La Palabra de Dios debe estar escrita en nuestros corazones!

 

El margen de fluctuación de las diferentes opciones en la iglesia, una y otra vez se encuentra ante la alternativa de si se trata de Cristo o del Anticristo. La palabra de los diferentes estilos de religiosidad, que se ha grabado en el mundo evangélico con el fin de justificar el gusto del cristiano, no es un concepto del Nuevo Testamento.

 

El otro evangelio no siempre puede reconocerse claramente como tal. No aparece negando la Biblia o falsificando groseramente las verdades bíblicas. No, el otro evangelio está caracterizado por una gran piedad y decencia. Ni siquiera es fácil contradecirlo. Puesto que para hacerlo sería necesario tener un profundo conocimiento de la Biblia y de sus declaraciones. Lo que lamentamos, es el poco conocimiento acerca de los contextos bíblicos, la ignorancia en cuanto a que a través del pueblo de Israel vino a nosotros la salvación, el desistimiento de la profecía bíblica y la repulsión a la proclamación del arrebatamiento, así como el no tener ni idea de cuál es el plan de salvación de Dios – y todo esto dentro de la Iglesia de Cristo!

 

Dios, estimado amigo, utiliza el martillo de su Palabra. Jeremías, por así decirlo, le grita a su pueblo: ¡Dejen de soñar y obren conforme a la verdad de Dios!

 

Hasta el día de hoy, la meta de la Palabra de Dios es alejar a las personas de su maldad. Su Palabra es “como fuego”y “como martillo que quebranta la piedra”. Sin embargo, los falsos profetas hacen del fuego una acogedora chimenea y del martillo un matamoscas.

 

Como martillo, la palabra de Dios no está para remachar al hombre sino únicamente a sus falsos sueños, falsos caminos y falsos sentimientos. Y quedan escombros. Pero no sería nuestro Padre celestial, si de un montón de escombros no pudiera construir una casa firme y segura, una nueva vida en Jesucristo.

 

Y, en el reino milenial, Dios construye el prometido reino sobre los escombros de los esfumados sueños de Israel. Entonces quedará demostrado que Dios no sueña, no duerme ni se adormece, sino que con inimitable poder ya está obrando ahora, y diariamente, en Israel.

 

Creo que parte del juicio a la casa de Dios también nos atañe a nosotros como iglesia. Si soñamos y practicamos nuestro propio evangelio, hemos perdido la autoridad y el llamado. Las tensiones que amenazan despedazar una iglesia, no son las que se originan por las presiones exteriores, hace tiempo que tampoco es la decisión entre Jahvé y Baal, no es la pérdida de devoción dentro de la iglesia, no, es la pérdida del vínculo de la iglesia con sus raíces, con el pueblo de Israel y su futuro rey. ¿Cómo es posible que no tengamos relación con aquel pueblo en el cual, algún día, nuestro Señor y Salvador Jesucristo se manifestará como rey, y esto no simbólicamente sino de hecho?

 

¿Cómo es posible que no tengamos relación con Jerusalén, si en esta ciudad el trono de David ha de ser asumido por Jesucristo, y no simbólicamente sino de hecho?

 

Lo que en el presente separa a la Iglesia de Cristo, estimado amigo, no es cuestión de estilos de devoción, sino el conciente o inconsciente rechazo al plan de salvación que Dios tiene con usted, conmigo y con su pueblo. ¿Acaso Israel no debe ser piedra pesada para la iglesia de Cristo? ¿Acaso Jerusalén no debe convertirse en copa que haga temblar la congregación de los creyentes? ¡Oh sí! Allí se observa separación. Pero nosotros debemos diferenciar muy claramente entre separación y división. ¡La Palabra de Dios separa, la del hombre divide!

 

En Cristo, la Palabra de Dios hecha carne, debemos anhelar y tener hambre del cumplimiento de una promesa que encontramos en el Salmo 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.”

 

Para la Iglesia de Cristo y el pueblo de Israel comenzaron tiempos difíciles. Israel es perseguido y la iglesia engañada. Tanto en Zacarías 12:2, como en 2 Timoteo 3:13, leemos al respecto. Como Iglesia de Cristo ¿cómo podemos conservar nuestra autoridad? Sólo de una manera: En dependencia de nuestro Señor Jesucristo, debemos sujetarnos a todo el consejo de Dios que nos ha sido revelado. Eso significa terminar con los sueños.

 

Hay algo más que procede del contexto de todos los profetas del Antiguo Testamento: Debemos distanciarnos de aquellos que sólo proclaman medio evangelio.

 

¿Qué es lo que usted debe hacer? Tener ahora un encuentro a solas con su Señor Jesucristo. Ruéguele encarecidamente que él le haga entender su Palabra y los tiempos en los que vivimos. Además debe cuestionarse: ¿Estoy soñando el sueño de la paz y seguridad, o me estoy exponiendo a la verdad de la Palabra de Dios? ¿Conozco todo el consejo de Dios que ha sido revelado en su Palabra? Si no es así, deberíamos, como creyentes, reunirnos una y otra vez para dejar que el Señor abra nuestros ojos. Queda poco tiempo, y la autoridad de nuestro testimonio misionero depende de nuestra obediencia a la eterna y santa Palabra de Dios. ¡Ahórrese una hora diaria delante del televisor, e inviértala con la Biblia!

Por poco lo olvido: Una vez, una única vez, se le permite a Israel ser como los que sueñan, Dice la Biblia en Salmos “Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos”. Este sueño real y divino, lo experimentará Israel en su promesa terrenal del reino milenial y la Iglesia de Jesucristo en su promesa celestial de las bodas del Cordero. ¡Cuánto gozo y plena confianza nos proporciona esta gran esperanza!

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