En el país lejano
21 agosto, 2015
La decisión crucial
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Autor: William MacDonald

Uno de los primeros síntomas de la decadencia espiritual, es la acumulación de polvo sobre las tapas de la Biblia. La vida de oración se vuelve errática, y luego desaparece por entero. Pero, más tarde o más temprano, llega el desenlace. Si una persona es verdaderamente creyente, no puede seguir alejada de Dios de manera indefinida. Ha de haber un momento en que toca fondo.

 


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PE2132 – Estudio Bíblico
Formas de recaída



Estimados amigos, quizá algunos se sorprendan al saber que los verdaderos creyentes pueden alejarse tanto del Señor, como en los casos que hemos visto en el programa anterior. Entonces, será de ayuda recordar lo siguiente:

-. David fue un recaído moral. Cometió los pecados de adulterio y asesinato (lo leemos en 2 S. 11:1 al 27).
-. Noé cometió el pecado de embriaguez, después de haber sido salvado a través del juicio divino del diluvio (lo vemos en Gn 9:20 y 21).
-. Lot fue un recaído por negocios. Buscó el prestigio y la riqueza en Sodoma (lo encontramos en Gn 13:7 al 11; y 19:1 al 28).

… y todos éstos fueron restaurados a la comunión con el Señor. Si ellos pudieron ser restaurados, también puede serlo todo creyente verdadero que se haya extraviado.

EN EL PAÍS LEJANO

Uno de los primeros síntomas de la decadencia espiritual, es la acumulación de polvo sobre las tapas de la Biblia. Deja de parecer importante pasar un tiempo regular con la Palabra. ¿Qué diferencia hay si se saltea un día? Pero, pronto deja de ser un día. Ahora son varios días, ahora una semana, y finalmente se abandona totalmente el estudio de la Biblia. No hay deseo por las Escrituras, ningún sentimiento de necesidad.

¡Y la oración! Solía formar una parte vital de la vida espiritual. Pero, por la razón que sea, se ha roto la pauta. La vida de oración se vuelve errática, y luego desaparece por entero. A fin de cuentas, la oración parece una cosa más bien vaga, intangible y mística, ¿o no?

En lo que toca a la asistencia a las reuniones de la asamblea local, también allí hay una gradual decadencia. ¡Los mensajes son una cosa muy aburrida! ¡Y muchos de los asistentes son hipócritas religiosos! Quizás sería mejor no ir para nada… Los cristianos pronto se preocupan y tratan de entrar en contacto con él, pero el fugitivo demuestra ser muy escurridizo. Al llegar a este punto, se siente verdaderamente incómodo en presencia de los creyentes.

Más y más, encuentra sus amistades y sus placeres fuera de la esfera de la iglesia. Al principio parece un poco extraño participar en cosas que su madre había siempre denominado como «mundanas», pero pronto pierde las inhibiciones y desarrolla una notable tranquilidad y destreza.

Al ir declinando espiritualmente, va oyendo algunas voces de alarma en el camino.

Al ir declinando espiritualmente, va oyendo algunas voces de alarma en el camino. Los demás dicen cosas que le duelen, aunque no sean conscientes de ello. En las cartas, artículos del diario, y en la televisión ve luces rojas, pero prosigue sin prestar atención.

El gozo de su salvación ha desaparecido ya desde hace mucho tiempo. Solía poder hablar de manera inteligente y entusiasta acerca del Señor Jesús. Ahora no podría hacerlo, al menos no con entusiasmo. También solía cantar: cantaba como cristiano lleno de alegría. Ahora canta ocasionalmente, pero no las mismas canciones.

Ha desarrollado una actitud crítica hacia la vida en general. Quizás se debe a que nada le va bien. Parece que todas las cosas se le tuercen. Si tan sólo las cosas le salieran bien… pero no. Y por ello, ataca a los demás. Mientras que antes era afable y amable, ahora es duro y sombrío.

Al principio tiene que pensar mucho antes de poder cometer un nuevo pecado. Pero después, las defensas han bajado, y ya no parece tan difícil. Luego, decide llegar al final de la calle. Para justificarse, desarrolla una serie de complicadas racionalizaciones. Cosa extraña, puede incluso encontrar versículos de las Escrituras que le apoyen en su actual forma de vivir. Y razona en el sentido de que muchos cristianos santurrones hacen cosas peores que las que él hace. Y piensa que el problema de la mayoría de los cristianos es que son demasiado legalistas, y que sus padres fueron demasiado estrictos con él cuando era niño. Para cuando ha terminado, está diciendo que ciertos pecados no son pecados porque se hacen con amor. Está demostrando que lo negro es blanco.

Pero, la verdad es que se siente desgraciado. Sabe demasiado para sentirse feliz con esta clase de vida. Pero, nunca querrá admitirlo. Es un buen actor, y puede dar una apariencia de no tener problemas. Lo último que querría sería derrumbarse y confesar su miseria interior. Está viviendo constantemente una doble vida, siempre tratando de mantener su estado oculto, y tiene el constante temor de quedar en evidencia. Quizá, incluso, recurra a sobornos para protegerse.

Algunas veces se sorprende de las situaciones en las que se encuentra, tolera condiciones contra las que habría protestado enérgicamente antes. Se da cuenta de que sus más pobres amigos cristianos están mejor que él. Pero, parece atrapado. Y lo soporta con resignación. En el área del habla es donde más ha cambiado. Debe ser cosa bastante mala cuando algunos de sus amigos impíos le reprende: «Solías hablar con decencia cuando llegaste aquí, pero da pena oírte ahora.» Le duele profundamente ser recriminado por unos disolutos como ellos.

¡Pero, no todos los males son estos! Está la cuestión de la pérdida de oportunidades para testificar. ¡Ve a tantos de sus amigos en una profunda necesidad espiritual! ¿Y qué les puede decir? Algunos incluso acuden a él y le hacen preguntas que dejan la puerta abierta para hablar de su Señor. Pero, sus labios están cerrados. Una o dos veces intentó débilmente dar un poco de ayuda espiritual, pero alguien le dijo: «Si crees esto, ¿qué estás haciendo aquí?» Después de esto, decidió que sería mejor no decir nada.

Quizá lo más chocante de todo esto es que, al menos una vez, se ha hundido en profundidades a las que los incrédulos apenas llegan. Se siente abatido cuando piensa en ello. A menudo querría hablar con alguien de estas cosas, pero nadie le comprendería. De modo que se guarda todo en su interior. Y se siente asombrado de cómo el amor se torna en odio. Ahora, al pensar en su compañero de pecado, lo odia con un odio tan profundo como el amor que antes le tenía (un ejemplo de esto tenemos en 2 S. 13:15).

La vida parece haberse convertido en una noria. Trabaja más que nunca, pero nunca parece llegar a ninguna parte. El dinero se le va de las manos y de los bolsillos. Surgen gastos desacostumbrados, como las reparaciones del auto después del accidente. Y el incendio accidental por descargas eléctricas en el apartamento. También se encuentra con las facturas del médico. Ha hecho frecuentes visitas a los médicos, y le han hecho multitud de chequeos. Hasta ahora no han encontrado problemas orgánicos. Pero, el dolor sigue ahí, y otros síntomas.

Vive con la esperanza de que pronto le cambien las circunstancias. Las cosas no pueden siempre ir tan mal como ahora. Quizá si B— muriera, esto resolvería el problema. De modo que espera un funeral que nunca llega. Quizá su propio funeral podría incluso solucionar el problema. Ha pensado en esto -ha pensado incluso en acabar de una vez-pero sólo se ha atrevido a llegar hasta aquí.

Muy pronto estará: TOCANDO FONDO

Porque: Más tarde o más temprano, ha de llegar un desenlace. Si una persona es verdaderamente creyente, no puede seguir alejada de Dios de manera indefinida. Ha de haber un momento en que toca fondo. El fondo podría ser una fosa abierta en un frío día de invierno, mientras contempla como desciende un pequeño ataúd blanco en la tierra.

El fondo puede ser un accidente en el que milagrosamente es el único superviviente. Puede que sea una cama de hospital donde se queda hora tras hora en solitario, para pensar y ensimismarse. O puede que no sea nada de todo lo anterior. Puede que sea sencillamente el fin de la fortaleza humana. El momento en que abandona toda esperanza de poder solucionar sus propios problemas.

Se podría decir que se trata de un tiempo de desesperación y de frustración absoluta, en el cual parece inútil seguir luchando. Pues, ¡todas las posibles rutas de escape están cerradas!

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