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Por Norbert Lieth

Caminar con Dios:

  • Ser natural
  • Seguir en pos del Señor en obediencia
  • No esquivar la voluntad de Dios

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El tiempo está cerca (parte 4).

Caminar con Dios.

¿Qué significa, en realidad, caminar con Dios, estimado amigo? Leemos de Enoc: “Caminó, pues, Enoc con Dios…” Esto no era ninguna empresa penosa para él, sino que parece haber sido muy natural para él andar sencillamente y con fe genuina al mismo paso que Dios. Leemos en Génesis 5:22: “Enoc caminó con Dios…” El estaba simplemente “en el Señor”.

A continuación vamos a aclarar lo que esto significa muy prácticamente:

Caminar con Dios, permanecer en una vida divina, significa en primer lugar que permaneces siendo muy natural, que no simulas piedad. Como ejemplo un breve testimonio de mi vida – dice Norbert Lieth, el autor de este estudio bíblico – que muestra como no hay que hacerlo. Estaba con mi querida esposa en nuestro Instituto Bíblico en Montevideo. Nunca habría pensado que un día anunciaría el Evangelio. Antes bien, me imaginaba mi trabajo posterior en la Obra de Llamada en algún lugar en la selva sudamericana, donde serviría al Señor muy prácticamente con mis manos. Pero los demás estudiantes del Instituto siempre me tildaban de evangelista. Entonces, pues, queriendo corresponder por propio esfuerzo a esta fama, comencé a simular. Con algunos estudiantes del Instituto entraba en los ómnibusees y anunciaba el Evangelio a las personas, con el poco castellano que chapurreaba, y esto con un comportamiento que debía mostrar a todos: ¡Sí, este joven es evangelista! Pero profundamente en mi corazón sabía: Si hubiera estado solo, sin mis hermanos en la fe, en este ómnibus, no habría dicho ni pío. ¡Esta era la verdad! En aquel entonces simulaba piedad, y luego tuve que aprender en primer lugar – ante todo por el testimonio de Wim Malgo – a llegar a ser muy natural: a ser sencillamente sincero ante Dios, ante mis prójimos y ante mí mismo.

“Caminó, pues, Enoc con Dios…” No tenía ninguna conducta especialmente piadosa, con gestos y mímica artificialmente santos. Eres en primer luger la persona que eres. No eres ni Spurgeon ni Moody ni Finney ni Corrie ten Boom ni Luis Palau ni Bily Graham. No, sino que eres Juan o Alicia o cuál sea tu nombre, y yo soy Norbert. ¡Pero esto lo debemos ser – tú y yo – completamente en el Señor! La santificación natural es la mejor. Por eso, no necesitamos simular. Yo soy el que soy; pero quiero serlo completamente en Jesús. Esto significa caminar con Dios. Alguien dijo: “No soy nada, pero quiero serlo enteramente.” De Job leemos: “Aquel hombre era íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1).

Caminar con Dios significa también que sigues en pos del Señor en obediencia y que haces lo que El te dice quizás sólo a ti. El Señor te conoce a fondo: Conoce tus debilidades y tus fuertes, y puede ser que El exija algo de ti que no exige de otros.

¿Caminas con el Señor, o te has apartado de Su camino? En 2 Pedro 2:15 leemos: “Abandonando el camino recto, se extraviaron al seguir el camino de Balaam hijo de Beor, quien amó el pago de la injusticia.” También un matrimonio creyente se ocupaba de esta pregunta del camino recto en cierta situación: Justamente en la víspera del Año Nuevo explotó su televisor. Entonces oraron: “Señor, ¿quieres que lo hagamos reparar o que lo tiremos fuera?” A la mañana siguiente, es decir, el primero de enero, abrieron la Biblia y leyeron en Salmos 101:2-3: “Daré atención al camino de la integridad. ¿Cuándo vendrás a mí? En integridad de corazón andaré en medio de mi casa. No pondré delante de mis ojos cosa indigna…” Otras versiones dicen: “No pondré delante de mis ojos cosa injusta” (R/V60), o: “No pondré cosa despreciable delante de mis ojos” (BdA). No quiero hacer ninguna ley de este acontecimiento. Pero esta porción de los Salmos por lo menos fue una clara respuesta del Señor para ese matrimonio creyente. No hicieron reparar su televisor roto, sino que lo tiraron.

Quizás sea completamente otra cosa lo que el Señor te exige dejar en tu vida, sabiendo que te daña y así llega a ser pecado para ti. ¿No quieres por fin obedecer en este asunto? O tal vez sabes en el fondo de tu corazón que ya es tiempo de convertirte – pero hasta hoy no lo hiciste. ¡Entonces hazlo ahora!

Caminar con Dios significa, además, que ya no busques salidas para poder esquivar la voluntad del Señor o que ya no reserves nada para ti ni mires con anhelo hacia atrás, pues Jesús dijo: “Ninguno que ha puesto su mano en el arado y sigue mirando atrás, es apto para el reino de Dios” (Lc. 9:62), y: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:33).

Ciertamente no son pocos los hijos de Dios que una y otra vez oran al Señor diciendo: “¡Señor, ven pronto!”; pero en realidad están contentos que todavía no haya venido en ese día. Otros Le dicen: “Sí, quiero hacer Tu voluntad.” Pero en la práctica, su vida muchas veces es completamente diferente. Quisiera contar un ejemplo que escuché un día y que también podría aplicarse a mi vida: Me gusta muchísimo comer torta mármol. Mi esposa la hace tan rica como nadie en el mundo. Supongamos que llevara cada mañana una torta mármol a mi oficina, y en la pausa de café (y también fuera de ella) comiera torta mármol. Entonces seguramente me pondría cada vez más gordo y con el tiempo me daría cuenta: Norbert, esto no te hace bien. Les diría a mis compañeros de trabajo creyentes: “Reconocí delante del Señor que el comer demasiada torta mármol con el tiempo arruina mi salud. Por eso, lo dejo completamente.” Supongamos luego que todo fuera bien durante quince días. Pero luego de repente aparecería de mañana otra vez con torta mármol en la oficina. Mis compañeros me preguntarían: “Pero ¿no dijiste que querías dejarlo completamente?” Entonces como excusa diría algo así: “Estaba camino a la oficina cuando pasé delante de una panadería de la cual emanaba un maravilloso olor dulce. Entonces sentí un deseo inmenso de comer torta mármol, y aunque sabía que no era bueno, oré: “Señor, ¿realmente no puedo comer más torta mármol, o quizás sí? Por favor, dame una señal clara: Si hay una plaza de estacionamiento libre directamente delante de la panadería, entonces puedo comer torta mármol.’ Ahora bien, después de haber dado cuatro vueltas alrededor de la panadería, realmente encontré una plaza libre directamente delante de ella.” – ¿Comprendes lo que quiero decir espiritualmente con esto? Si esta historia fuera verdadera, significaría que yo habría buscado una salida para esquivar la voluntad del Señor ya anteriormente claramente reconocida. Pero Enoc no lo hizo así. No, sino que lo repito: “Caminó, pues, Enoc con Dios y desapareció, porque Dios lo llevó consigo.”

Tú que justamente no estás caminando con el Señor, tú que has caído en pecado o te has vuelto tibio, tú que has leído este mensaje con una conciencia que te acusa – el Señor te dice: “¡Yo te perdono! Caminarás por primera vez o nuevamente a Mi lado.” Pues El te ama con amor infinito.

¿Qué tienes que hacer? En Hebreos 11:5 hemos leído: “Por la fe Enoc fue trasladado.” Fe significa: entrar, tomar, agarrar firmemente. Si quieres alcanzar en poco tiempo algún punto muy lejano de esta tierra, no te sirve saber cuál avión vuela hasta allí y tener el pasaje en tus manos. No, sino que tienes que subir al avión. Solamente así alcanzarás la meta deseada. Y así es también con la salvación y el perdón en Jesucristo. ¿No quieres hoy, ahora, dar tu mano por primera vez o nuevamente a Aquél quien reina sobre cielos y tierra y toda la eternidad, y dejarte guiar por El? ¡Oh, arrodíllate ahora delante de Jesús, el resucitado Héroe victorioso del Gólgota, habla con El, dile todos tus pecados y entrégale enteramente tu corazón y tu vida para el tiempo y la eternidad! El tiempo está cerca – ¡El viene muy pronto! Amén.

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