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Autor Norbert Lieth 

1. Ocho puntos acerca de lo que significa la profecía de Daniel 9:25 y 27.

2.  ¿Cuán cerca estamos hoy de esta última septuagésima semana de años y cómo sabemos, en realidad, que el tiempo de la Iglesia de Jesús pronto debe acabarse?

3. ¿La generación que presenciará la restauración de Israel también será la generación  que vivirá la Gran Tribulación y el regreso de Jesús?


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El tiempo está cerca (2ª parte)

La palabra de Dios dice así:

“Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; y volverá a ser edificada con plaza y muro, pero en tiempos angustiosos. Después de las sesenta y dos semanas, el Mesías será quitado y no tendrá nada; y el pueblo de un gobernante que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin, y hasta el fin de la guerra está decretada la desolación”.

Consideremos juntos, en los siguientes ocho puntos, lo que esto significa:

1. El “cronómetro” de Dios para las 70 semanas de años de Israel comenzó a marchar exactamente en el momento en que se publicó en la historia un decreto para volver a construir la ciudad de Jerusalén. Como vamos a ver a continuación, esto ya se cumplió.

2. Hasta que viniera el Ungido – Jesucristo – pasaron otra vez 62 semanas: “…y sesenta y dos semanas…” También esto se cumplió.

3. Luego, “después de las sesenta y dos semanas, el Mesías será quitado y no tendrá nada”, es decir, en total después de 69 semanas de años (7+62), el Mesías sería quitado y no tendría nada. “Quitado” es una alusión a la terrible muerte de cruz de Jesucristo. En aquel entonces no tenía nada más en Israel. También esto se cumplió. En Isaías 53:8-9 leemos acerca del “quitar” al Mesías: “Y respecto a su generación, ¿quién la contará? Porque él fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la transgresión de mi pueblo fue herido. Se dispuso con los impíos su sepultura, y con los ricos estuvo en su muerte. Aunque nunca hizo violencia, ni hubo engaño en su boca.”

4. En Daniel 9:26b seguimos leyendo: “…y el pueblo de un gobernante que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin…” Este “pueblo de un gobernante” es una alusión a los romanos, que destruyeron la ciudad de Jerusalén y el santuario (el Templo) en el año 70 después de Cristo. También esto se cumplió.

5. Mucho tiempo después comenzará la última – aún futura – septuagésima semana de años. Entonces vendrá el mismo gobernante (= anticristo). Ya que en aquel entonces el “pueblo de un gobernante” era el pueblo romano (Imperio Romano), que destruyó a Jerusalén y al Templo, en los tiempos postreros será el Imperio Romano resucitado (es decir: la CE) del cual saldrá el gobernador (= anticristo) mencionado en Daniel 9:27. Esto todavía no se cumplió, pero está en vías de cumplirse.

6. Del anticristo leemos en Daniel 9:27a: “Por una semana él confirmará un pacto con muchos.” Es decir, el líder del Imperio Romano resucitado hará un pacto con Israel, concertando con él un convenio de paz de siete años, y esto en la última, la septuagésima semana de años.

7. “…y en la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Sobre alas de abominaciones vendrá el desolador…” Esto significa que en la mitad de la última semana de años (= 7 años), es decir, después de tres años y medio, el anticristo romperá el pacto que hizo con Israel. ¿Por qué? Porque leemos de este “hombre de pecado” que “se opondrá y se alzará contra todo lo que se llama Dios o que se adora, tanto que se sentará en el templo de Dios haciéndose pasar por Dios” (2 Ts. 2:4). Israel reconocerá en ese momento que el anticristo no es el Mesías y lo rechazará. Entonces habrán llegado los últimos tres años y medio, la verdadera Gran Tribulación, la “abominación desoladora”, de la cual habló también el Señor Jesús en Su sermón sobre los tiempos postreros, por ejemplo, en Mateo 24:15: “Por tanto, cuando veáis establecida en el lugar santo la abominación desoladora, de la cual habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)…”

8. Después de transcurridos estos últimos tres años y medio, se habrán cumplido los 70 semanas de años de Israel, el “cronómetro” se parará, el cielo se abrirá y aparecerá el Señor de gloria para salvar a Israel y aniquilar al anticristo: “…hasta que el aniquilamiento que está decidido venga sobre el desolador” (v. 27b). Acto seguido se cumplirá lo que ya hemos leído e interpretado en el versículo 24.

Entre la sexagésima novena y la septuagésima semana de años hay un misterio que todavía no les había sido revelado a los profetas del Antiguo Pacto: el tiempo de la Iglesia de Jesús, que Dios intercaló y que ahora ya dura casi 2000 años. Cuando “haya entrado la plenitud de los gentiles” (Rom. 11:25b), entonces tendrá lugar el arrebatamiento de la Iglesia de Jesús y se iniciarán los últimos 7 años, la septuagésima semana de años para Israel.

La pregunta es: 

¿Cuán cerca estamos hoy de esta última septuagésima semana de años y de donde sabemos, en realidad, que el tiempo de la Iglesia de Jesús pronto debe acabarse, que ella será arrebatada y que comenzarán los últimos 7 años, los cuales solamente tienen que ver con Israel?

¡Nadie sabe día ni hora (Mt. 24:36; 25:13)! Pero podemos fiarnos en un cien por ciento en lo que dice la Biblia. Ella hace la distinción entre un período de tiempo y un punto en el tiempo, o sea, un momento (en griego: cairos y cronos). No conocemos el momento del arrebatamiento, ni el día exacto ni la hora. Pero sí conocemos el período, y tenemos que prestar atención a él. El Señor Jesús mismo lo dijo: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, mirad y levantad vuestras cabezas; porque vuestra redención está cerca” (Lc. 21:28). Con respecto a las señales del tiempo, incluso nos dio una muy seria exhortación, diciendo: “Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no podéis discernir las señales de los tiempos” (Mt. 16:3b). Es como el nacimiento de un bebé: Se ignora el momento preciso del nacimiento, pero sí se conoce el período. Un embarazo normal dura nueve meses. Cuando, pues, una mujer está embarazada del noveno mes, nunca su marido le diría: “Todavía hay tiempo, podría ser que demore aún algunos meses hasta que nuestro bebé nazca.” Seguramente que no. Y así también sabemos que nuestro mundo hoy está muy avanzado en su embarazo, y esto con base en una muy clara señal de los tiempos postreros: Israel.

Jesucristo habló con toda claridad de la higuera (= Israel) como la más evidente de todas las señales de los tiempos postreros, mostrando que Su regreso es inminente. En Mateo 24:32-34 dijo: “De la higuera aprended la analogía: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas. De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan.”

En este contexto se discutió mucho sobre lo que el Señor Jesús quiso decir con la palabra “no pasará esta generación”. Ahora bien, no se puede tratar de la generación de aquel entonces en Israel, pues hace mucho que pasó. Y el Señor tampoco puede haber pensado en el pueblo de Israel como tal, ya que es un hecho profético que Israel como pueblo tiene que ser preservado hasta la venida del Señor, de otra manera El no podría salvarlo de su último enemigo acérrimo, el anticristo. Entonces queda solamente una explicación: El Señor habla aquí claramente del final absoluto y de los que lo vivirán. En griego, esta palabra es “genea” y se usa para la generación que vive al mismo tiempo. Significa, pues, que la generación que presenciará la restauración de Israel (“De la higuera aprended la analogía: Cuando su rama ya está tierna y brotan sus hojas…”), también será la generación que vivirá la Gran Tribulación y el regreso de Jesús. Hay un pasaje paralelo al respecto en el Antiguo Testamento, en Ezequiel 36, donde el Señor dice a través del profeta: “El día en que yo os purifique de todas vuestras iniquidades (esto se realizará en Su regreso, Ro. 11:26), haré también que sean habitadas las ciudades y que sean reconstruidas las ruinas…Así ha dicho el Señor Jehovah: Aún he de ser buscado por la casa de Israel para hacerles esto: Multiplicaré los hombres como los rebaños. Como las ovejas consagradas, como las ovejas de Jerusalén en sus festividades, así las ciudades desiertas estarán llenas de rebaños de hombres. Y sabrán que yo soy Jehovah” (v. 33.37-38). ¡Nosotros – nuestra generación actual – presenciamos cómo las ciudades de Israel son reconstruidas y se llenan de hombres y cómo el desierto de Israel ya florece otra vez! ¡Por lo tanto, el regreso de Jesús para el perdón de los pecados de Israel debe estar muy cerca, pues se trata aquí, como podemos ver con nuestros propios ojos, de nuestro tiempo actual!

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