El sistema de alarma precoz de Dios 3/4
21 febrero, 2008
Ser o tener
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Título: El sistema de alarma precoz de Dios

Autor: Norbert Lieth PE Nº: 1238

¿Es justo el obrar de Dios? ¿Dónde estaba Dios? Después de una catástrofe se escuchan muchas preguntas del estilo, y también fue así después del Tsunami en diciembre del 2004.

Echarle la culpa a otro, es algo que al ser humano siempre le ha gustado hacer. Cuando los hombres acusan a Dios, quieren encubrir que en realidad son ellos los que están equivocados.

Muy pocos se dan cuenta de que Dios nos está advirtiendo ya desde hace mucho tiempo. Es más, nos está advirtiendo de la catástrofe más grande que está por venir. ¿Quién escuchará?


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¿En qué consiste el mensaje de advertencia?

El desastre sobrevino inesperadamente. ¿Quién hubiera esperado que en una de las incontables, soñadas y hermosas playas, uno repentina e inesperadamente pudiera ser arrebatado junto a su familia por un ola mortal? ¿Quién hubiera esperado que mediante una cosa así le pudieran ser quitados sus propios hijos o sus padres? Se trató de una sacudida que no fue vista por nadie. Más tarde madres y padres buscaban desesperadamente a sus hijos, y los hijos estaban en búsqueda de sus padres. El Señor Jesús advierte de cuando “venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra” (Lc. 21:34-35).

El mundo se unirá política y religiosamente. La catástrofe del Tsunami llevó a una solidaridad y compasión inauditos. Un publicista, sin embargo, preguntó con sarcasmo: “Seamos honestos: ¿Habría sido tan grande la solidaridad si esto no hubiera destrozado lugares turísticos?”

La catástrofe también clamó por un gobierno mundial, e hizo que las religiones más diversas repentinamente fueran una: budistas, hindúes, musulmanes, judíos y cristianos nominales de trasfondo evangélico y católico. Era como si entre ellos jamás hubiera existido diferencia. Un diario muy leído escribió al respecto: “La catástrofe del maremoto ha convertido al mundo en una única congregación de duelo. La gente expresa sus sentimientos en rituales mundanos, como pueden ser observados cada vez más desde la defunción de la Princesa Diana. ¿Será que los medios de comunicación han logrado una globalización de las emociones?”

También mencionaremos aquí algunos extractos de un semanario alemán: “El mundo entero, una sola congregación.” – “Un nuevo orden mundial se ha formado a causa de la compasión por las víctimas: Se piensa en forma global, se sufre en forma global, se ora en forma global.” – “En realidad solamente puede haber una respuesta al Tsunami – planetaria, utópica: La ayuda de emergencia de un gobierno mundial.”

Durante la cremonia de duelo, el pastor Wipf opinó: “La comunidad mundial podría ser siempre así como lo estamos experimentando ahora.” El presidente federal Horst Koehler dijo: “Todos nosotros formamos un conjunto, todos vivimos en un mismo mundo. Ha llegado el tiempo de pensar en la comunión de estados de las naciones.” La catástrofe podría ser una oportunidad para la paz. Paul Virilio se expresó así: “Los impulsos políticos decisivos ya no partirán de revoluciones, sino de catástrofes, que revelarán una situación totalmente nueva.”

Sin embargo, durante todas esas manifestaciones y esos intentos de hallar explicaciones, el mensaje bíblico quedó en el camino. Es más, hasta fue discriminado como sectario, injustificado, despiadado e insensible. El mensaje de la Biblia no fue tolerado, sino desechado y calificado como “moralización brutal”.

Eso nos hace pensar en una catástrofe venidera. Será la más grande que el mundo jamás haya experimentado. A través de la misma repentinamente faltarán no miles o cientos de miles, sino millones y millones de familiares, amigos y conocidos de todas las naciones de la tierra, porque Dios los habrá arrebatado a la eternidad. También Enoc en su tiempo fue buscado por sus familiares, y no fue encontrado: “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (He. 11:5).

¿No podría ser que el arrebatamiento llegue a ser el impulso para establecer un gobierno mundial (comunidad de estados), en el cual todas las religiones se unan en el imperio del anticristo? ¿Será que nuestro mundo está siendo preparado para la “ayuda de emergencia de un gobierno mundial”, un gobierno mundial, un estado de emergencia que se formará repentinamente después de eso? ¿Será que ya se están realizando las primeras pruebas al respecto? Dicho gobierno querrá tomar todo en sus propias manos, tratando de excluir a Dios.

La verdadera existencia humana no funciona sin Dios. Horst Koehler, el presidente federal alemán, dijo que las playas soñadas serían la imagen de un paraíso de fabricación propia, y las aguas azules del océano, la de la paz entre los pueblos. ¡Pero en la tierra no existe un paraíso sin Dios, ni una paz sin Jesucristo!

Durante la catástrofe del Tsunami prácticamente no murieron animales. Un diario escribió: “Los antílopes, los búfalos indios, los elefantes, no fueron víctimas del Tsunami en ninguna parte. – No hubo un solo elefante muerto, ni siquiera un conejo muerto.” Fue un juicio sobre los seres humanos.

Toda la creación está añorando la salvación: “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Ro. 8.20-22).

Aun no ha terminado. En la fecha exacta, a un año, o sea 12 meses, después del fuerte terremoto en Bam (Irán), sucedió el 26 de diciembre de 2004 el maremoto en el sureste de Asia. El número profético 12 aparece muchas veces en el Apocalipsis de Jesucristo.

La catástrofe del Tsunami aun no fue el fin. ¡No! Esto continuará y empeorará aún más. Tarde o temprano se hará realidad todo aquello que está escrito en el Apocalipsis de Jesucristo, y entonces tendremos el verdadero “Apocalipsis”. En una revista cristiana decía así: “Lo que ocurrió el 26 de diciembre de 2004 con nuestro planeta, es como la sombra de un acontecimiento futuro que el profeta Isaías vio en una visión hace 2700 años atrás.” ¿Y qué fue lo que él vio? Lo que está escrito en Isaías 24:19: “Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida”.

¿Qué buen mensaje se encuentra en la mala noticia?

Todas las catástrofes del pasado, al igual que la del maremoto en las costas de Sumatra, anuncian la segunda venida de Jesucristo. ¡Él viene otra vez! La profecía bíblica se cumple. Nos apresuramos a ir a Su encuentro. El Señor viene otra vez como así lo ha prometido (cp. por ej. Jn. 14:2-3). En Su mensaje del Monte de los Olivos (Mt. 24; Mr. 13; Lc. 21),

Él también habló de señales que anunciarían Su segunda venida. Es totalmente seguro que Él viene otra vez, así como ya lo escribió Pablo a Tito: “… aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).

Lo que estamos experimentando, y experimentaremos aún en un futuro cercano, son los dolores de parto en el proceso de remodelación de nuestra tierra. Jesús domará los poderes de la naturaleza, y la ecología y la topografía del mundo serán transformados. Él traerá justicia y paz entre los pueblos. Y entonces toda persona experimentará lo que Pablo ya les escribió a los cristianos en Roma: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro. 8:18).

Diríjase ahora, hoy mismo, a Jesucristo, y recíbalo en su vida (Jn. 1:12) — ¡quizás no tenga otra oportunidad! ¡No la deje pasar entonces, pues esta decisión es de importancia eterna! De Jesucristo y de Su segunda venida, dice el Salmo 93:1: “Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá.” Pero anteriormente a Su venida, una vez más todo será un caos: “Alzaron los ríos, oh Jehová,

los ríos alzaron su sonido; alzaron los ríos sus ondas. Jehová en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias ondas del mar. Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre” (vs. 3-5).

¡El Señor Jesucristo vuele! Es totalmente seguro que Él viene otra vez, así como ya lo escribió Pablo a Tito: “… aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”.

Aguardemos esta esperanza y testifiquemos a los demás del sistema de alarma precoz de Dios, Su palabra, que es verdad y nos guía en toda la verdad.


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