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Titulo: “El restablecimiento de Israel en el reino mesiánico” (parte 2).

Autor: Norbert Lieth
  Nº: PE870
Locutor: Gerardo Rodríguez

La elección depende única y exclusivamente de una decisión voluntaria divina y es absolutamente independiente del mérito humano. Cuando Satanás intenta tocar a los escogidos, batalla contra la santa voluntad de Dios, y por eso nunca vencerá.


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“El restablecimiento de Israel en el reino mesiánico” (parte 2).

Estimado amigo, antes de seguir con el estudio bíblico, quiero hacer un breve repaso para refrescar nuestras mentes y no peder “el hilo” del tema que estamos tratando.

Hemos dicho, que el gran opositor de la historia de salvación divina es Satanás. Él quiere impedir por todos los medios el restablecimiento de Israel y la venida del reino mesiánico. Dios quiere sanar y salvar, Satanás quiere herir y aniquilar. Él es quien continuamente acusa, persigue y hasta intenta destruir a Israel y a los creyentes de la Iglesia de Cristo.

Pero también quiero recordar, que el Salmo 66:12 habla acerca de estos períodos de sufrimiento y la salvación que el Señor proveyó: “Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza; pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia.'' Isaías 43:2 también habla al respecto: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.''

La Iglesia de Cristo tiene el mismo oponente que Israel. Los cristianos una y otra vez vuelven a ser acusados. Muchas veces también oímos en nuestros propios corazones la voz del acusador contra nosotros. ¡En esencia no somos mejores que otros, pero tenemos algo mejor!

No podremos vencer estas acusaciones del enemigo ignorándolas ni tampoco desesperando, sino tal como está escrito: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte'' (Apocalipsis 12:11).

Venceremos cualquier tipo de acusación del enemigo contra nosotros

· A través de la sangre de Jesús que ha sido vertida para perdonar

· A través de la Palabra de Dios y sus promesas

· Al colocar nuestra vida conscientemente en las manos de Jesús.

Debemos aprender a dejar que el Señor interceda por nosotros.

Bueno, estimado amigo, ahora sí seguimos con el segundo punto anunciado: 

La injusticia propia de Israel.

Según Zacarías 3:1-10Satanás evidentemente tenía una buena razón al acusar al sumo sacerdote Josué, representante de Israel y de Jerusalén, puesto que el sumo sacerdote realmente vestía ropas sucias. Esta impureza procedía de lapropia justicia de Israel. Con respecto a esto, la Biblia dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento'' (Isaías 64:6). Israel será acusada y presionada, por parte de Satanás, hasta que sea cubierta por la justicia de Jesús cuando Él regrese. A pesar de sus ropas inmundas Josué aún continuaba siendo sumo sacerdote. ¿Por qué? Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables, y Él no se arrepiente de ello (Romanos 11:29).

La garantía del restablecimiento de Israel

La garantía del restablecimiento de Israel consiste en la obra de Jesús, en lo que él haga. Josué es absuelto por el Señor, no porque la acusación haya sido injusta, sino porque sobreabunda el amor y la gracia.

Tres cosas intercederán por la futura redención de Israel y por la seguridad de salvación de los creyentes del nuevo pacto. Estas tienen mayor peso que cualquier acusación.

1. La elección

Existe algo contra lo cual cualquier acusación de Satanás y cualquier acusación propia se estrellará: la elección soberana de Dios.Si Dios elige a alguien, lo hace independientemente de preferencias naturales o méritos humanos. Se describe a Israel como el pueblo más pequeño y se lo considera testarudo (Deuteronomio 7:7; 9:6). Y con todo, Dios lo eligió: “Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra.'' (Deuteronomio 14:2).

Israel no es santo gracias a su propia justicia, sino únicamente por la elección de Dios. Como muestra de ello, se coloca mitra limpia sobre la cabeza de Josué (Zacarías 3:5). En Romanos 11:28-29 podemos observar el alcance de esta elección: “Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.'' Recordemos: A Israel se le considera aquí enemigo del evangelio, pero esta misma postura no puede evitar que Dios deje de sostener a su pueblo.

Todos los ataques del diablo contra Israel, en definitiva, se frustrarán debido a que es el pueblo escogido por Dios. Lo mismo también vale para la verdadera Iglesia de Cristo, compuesta por todos los renacidos. Leamos lo que Romanos 8:33 dice al respecto: “Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.'' Pero también leemos otra cosa, y eso nos hace recordar al sacerdote Josué: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable'' (1 Pedro 2:9). La elección depende única y exclusivamente de una decisión voluntaria divina y es absolutamente independiente del mérito humano. Cuando Satanás intenta tocar a los escogidos, batalla contra la santa voluntad de Dios, y por eso nunca vencerá.

Pero, para que no descansemos en nuestra elección, somos llamados a trabajar en ello y a fortalecerla: “Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo'' (2 Pedro 1:10-11).

2. El tizón arrebatado del incendio

“¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?'' (Zacarías 3:2). El fuego es imagen del juicio. Todo lo que es arrebatado del fuego, también es arrebatado del juicio. ¿Dónde y cómo fue arrebatada Israel – sí, cada persona – del fuego del juicio? En la cruz del Gólgota, en la que Jesús murió en nuestro lugar. El fuego del juicio divino pasó por encima del tizón del Gólgota y por encima de aquél que colgaba en él, para que fuéramos arrebatados de este juicio. Para la Iglesia de Cristo esto ya es una realidad, para Israel aún se tiene que concretar.

En la cruz del Gólgota, Jesús pronuncia dos palabras que hacen alusión a este fuego del juicio divino que tuvo que soportar: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed'' (Juan 19:28). En el Antiguo Testamento leemos al respecto: “Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte'' (Salmo 22:15). La obra de Jesús, la cual consumó sustituyéndonos, nos arrebató como un tizón del juicio de Dios, puesto que aquella persona que cree en Jesús no será condenada. Pero el que no cree, ya está condenado (Juan 3:18). El que cree en él, pasó de muerte a vida (Juan 5:24). Pero el que no cree, permanecerá bajo la ira de Dios, y Dios es fuego consumidor (Deuteronomio 4:24).

Entonces, existe algo que da voces más fuertes que cualquier acusación: La sangre de Cristo, que fue derramada para nuestra redención. La sangre de Abel clamaba al cielo acusando (vea Génesis 4:10), pero la sangre de Jesús habla aún más fuerte “perdonando'': “… a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel'' (Hebreos 12:24). El acusador tiene que gritar, Jesús tan sólo necesita hablar y, aún así, es más fuerte. Israel también experimentará este perdón: “…Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala'' (Zacarías 3:4). “Porque he aquí aquella piedra que puse delante de Josué; sobre esta única piedra hay siete ojos; he aquí yo grabaré su escultura, dice Jehová de los ejércitos, y quitaré el pecado de la tierra en un día'' (versículo 9).

El socorro de Jesús es la garantía para la justicia y santidad de Israel, así como también de la Iglesia. La mitra limpia del sumo sacerdote simboliza la santidad (“santos del Señor'') y las ropas limpias la justicia. Ambas sólo se alcanzan a través de Jesús.

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