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Titulo: “El Mesías, esperanza para el futuro” (parten 9).

Autor: Hal Lindsey
  Nº: PE889
Locutor: Gerardo Rodríguez

Sabemos muy bien, estimado oyente, que no es fácil para una persona famosa tocar el “segundo violín”, pero hubo un hombre, de quien profetizaron tanto Isaías como Malaquías, cuyo principal ministerio sería hacer precisamente eso.

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“El Mesías, esperanza para el futuro” (parte 9).

Estimado amigo, en primer lugar, quiero leer con ustedes estas dos profecías mencionadas en la introducción.

Primero, MALAQUIAS 3:1

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Y también ISAIAS 40:3

“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.”

En el Nuevo Testamento leemos de este mensajero, de esta VOZ EN EL DESIERTO en Mateo 3:1- 4: 

“En aquellos días vino Juan el bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas. Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre.”

En el momento en que Malaquías hizo la predicción de la venida del Mesías y de su predecesor, los judíos estaban pasando por tiempos tan duros que habían comenzado a perder la esperanza en la venida del Mesías para librarles. Eso sucedió alrededor del año 400 A.C. cuando los judíos estaban nuevamente en su tierra, después de la cautividad de Babilonia. Pero su adoración a Dios había comenzado a degenerarse en simples rituales externos y una aparente conformidad. En los cuatro capítulos de su libro, Malaquías constantemente exhortó a tener una respuesta fresca ante Dios, nacida de una sincera motivación de amor y arrepentimiento. Las profecías de Malaquías de los dos “mensajeros” futuros de Dios tenían el propósito de estimular y animar al pueblo para fortalecerles y comenzar a esperar, con expectativa, la venida de su libertador venidero.

Después de que Malaquías dejó la escena, siguieron 400 años de silencio en los cuales no hubo más profetas en la tierra. Entretanto, el sistema religioso externo se volvió más detallista y severo y en lugar de producir el resultado deseado, que hubiera “más” piedad en la vida de la gente, parecía llevarlos a una profunda desesperación por nunca llegar a ser el tipo de personas que Dios quería que fueran. En los tiempos de Jesús, la generalidad de los judíos que uno encontraba en la calle no se encontraba particularmente animada acerca de su comunión con Dios. Era tan sólo algo que formaba parte de su rutina diaria, en lo que a su comportamiento se refería. Algunos eran más conscientes que otros al seguir las leyes de su religión, pero muy pocos vivían lo que se podría llamar una gozosa vida espiritual.

¿Verdad que encontramos en esto semejanza a la situación que vivimos hoy en día?

Y, repentinamente, después de 400 años de silencio por parte de Dios, el primo de Jesús, quien llegó a ser conocido como Juan el Bautista, surgió en la escena y comenzó una impactante campaña, llamando a la gente a dejar su hipocresía espiritual y a arrepentirse en preparación para la pronta venida del Mesías y del reino de Dios. El les pidió que aceptaran su bautismo en el río Jordán como una señal de arrepentimiento y una receptividad interna del mensaje de Dios y su mensajero.

Las autoridades religiosas enviaron inmediatamente una delegación para cuestionar a Juan. Ellos pensaron que él podía ser el Mesías, pero cuando le preguntaron si lo era, les dijo que no. El era la única voz profética predicha por Isaías, cuyo trabajo era preparar el camino para la presentación del Mesías.

No es difícil ver por qué Juan y su mensaje no congeniaron con las autoridades religiosas, los fariseos, escribas y saduceos. Ellos fueron uno de sus blancos favoritos, a quienes desprestigió, sin diplomacia alguna, por la fachada irreal de su hueca profesión religiosa. El les advirtió que ningún sistema externo de rituales o buenas obras les ayudaría en lo más mínimo si sus corazones estaban llenos de orgullo e incoherencia, cosas de las cuales eran culpables.

El Otro Mensajero Que Había de Venir

En las dos profecías que estamos considerando aquí, Isaías 40:3 y Malaquías 3:1, hay tres aspectos que son enfatizados.

Primero, un profeta con un fiero mensaje de arrepentimiento vendrá para preparar el camino para la venida del “segundo” mensajero. Este segundo mensajero del cual se habla es llamado por Malaquías “el Señor a quien vosotros buscáis” y no podía referirse a ningún otro fuera de su tan esperado Mesías. También se refiere a él como el “mensajero (ángel) del pacto” (Malaquías 3:1).

El segundo punto enfatiza a aquel cuya venida estaba siendo preparada, no era otro que el mismo Señor Dios. El Señor, hablando a través del profeta Malaquías, dijo: “He aquí, yo envío “Mi” mensajero, el cual preparará el camino delante de “Mí”…” Isaías confirmó este mismo punto cuando escribió: “Voz que clama en el desierto: Preparad camino a “Jehová”; enderezad calzada en la soledad a nuestro “Dios””.

La tercera cosa que se debe notar en Malaquías 3:1 es que luego de que ese mensajero prepare el camino para la venida del Señor y que él venga, este último irá repentinamente a su templo. Ahora, para que el Señor pudiera ir a su templo, debía en primer término haber un templo allí para que él fuera.

Me parece importante mencionar que muchas personas a lo largo de la historia han relacionado la profecía de Malaquías de un predecesor con otra profecía que él también hizo: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” (Malaquías 4:5). A partir de esto concluyeron que cualquier predecesor que anunciara la venida del Mesías tendría que ser Elías mismo. Si recuerdan bien, los interrogadores religiosos de Juan el Bautista le preguntaron si él era Elías y el dijo: “No”.

Los discípulos de Jesús le hicieron una pregunta similar acerca de Elías: “…Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron también con él todo lo que quisieron” (Mateo 17:10-12).

Observen que Jesús dice específicamente que Elías viene (futuro) y restaurará todas las cosas. Pero también enfatizó que Elías “ya había venido” y no fue reconocido en su rol como el predecesor del Mesías. Lo que él quiso decir con esto fue que Juan el Bautista, quien anunció la venida de Jesús con tanto poder y convicción, era un tipo de Elías y que fue tenido en cuenta por Dios como el cumplimiento de la profecía de Malaquías que Elías vendría antes del gran día del Señor. Jesús dijo a sus discípulos: “Y si queréis recibirlo, él (Juan el Bautista) es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:14).

Un Caso de Presciencia Divina

Este aparente problema es de fácil solución. Basta darse cuenta que Dios ya sabía que Israel rechazaría al Mesías en su rol como el Siervo del Señor, que sufriría por los pecados de la gente. Sin embargo, él envió a Juan como una “especie” de Elías para preparar el camino para el reino y para el rey Mesías. Si hubieran aceptado a Jesús como Mesías, el reino de Dios hubiera sido una realidad y Juan hubiera calificado como Elías.

Debe aclararse, sin embargo, que Elías, en persona, aún está por venir. Al ser Jesús rechazado como Mesías cuando vino, hace veinte siglos atrás, vendrá nuevamente, esta vez como un juez firme y rey conquistador que derribará toda injusticia y establecerá el reino de Dios en esta tierra. Elías será, personalmente, el heraldo de esta venida y ése es el día en el que los hombres de Israel “mirarán a quien traspasaron” (Zacarías 12:10) y se darán cuenta que él es la misma persona que rechazaron como su Mesías hace 2000 años.

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