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Título: El Evangelio de Dios  (1ª Parte)

Autor:  Dave Hunt
Nº PE1439

El evangelio es simple y preciso, no dando margen a interpretaciones erróneas ni concesiones. No puede ser negociado, ni cambiado a gusto de los tiempos y las culturas. No existe otra esperanza para la humanidad, ni ninguna otra manera de ser perdonados y llevados de nuevo a la presencia de Dios, excepto por esta puerta estrecha, y por este camino angosto. Pues el mismo Señor Jesús nos dice que cualquier camino más largo lleva a la destrucción.


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Estimados amigos, vamos a leer las palabras de Marcos 16:15 y Romanos 1:16: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio… porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego».

Pero, vamos a plantearnos la siguiente interrogante: ¿Qué es el evangelio, y de qué nos salva?

Para poder responder esa pregunta, debemos volver al huerto del Edén. Fue allí, donde el amoroso corazón de Dios se juntó con su poder creativo para diseñar el ambiente más perfecto, donde el pecado tuvo su espantoso comienzo.

Pese a estar rodeados por la belleza, satisfechos por la abundancia, y disfrutar la comunión con su Creador y Amigo, nuestros primeros padres cayeron presa de las seductoras mentiras de la serpiente. «»Serán como dioses,’ fue la promesa de Satanás. Pese a que no fue engañado de primera mano (como leemos en 1 Timoteo 2:14), Adán, en lealtad a Eva, se unió a la desobediencia de su esposa y comió del fruto prohibido. Por lo tanto, Romanos 5:12 nos dice: «»como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron’.

La muerte no sólo termina con esta corta vida terrenal, sino que separa al pecado de Dios para siempre. En su infinito preconocimiento, sabiduría, y amor, sin embargo, Dios ya había planeado cómo restauraría la vida y reuniría a la humanidad consigo mismo. Sin dejar de ser Dios, él se haría hombre a través de un nacimiento virginal. Sólo Dios podría ser el Salvador (así está escrito en Isaías 43:11; y 45:21); por lo tanto el Mesías debía ser Dios (como se menciona en Isaías 9:6, por ejemplo. Él moriría por nuestros pecados para pagar la penalidad exigida por su propia justicia perfecta: «»Hondo misterio, el «Inmortal» muere’ declaró el escritor de himnos Charles Wesley. Luego él resucitaría para vivir en aquellos que creyeran en Él y lo recibieran como su Señor y Salvador. El perdón de los pecados y la vida eterna sería un regalo de Su gracia, la única forma en la que el hombre podría recibirlos.

Siglos antes de su encarnación, Dios inspiró a los profetas del Antiguo Testamento para declarar Su eterno e inmutable plan de salvación. Se proveyó de un criterio definido a través del cual el Salvador venidero sería identificado. Jesús y sus apóstoles no inventaron una «»nueva religión.’ El cristianismo cumple los registros de ciertas profecías específicas, y es por consiguiente demostrable a partir de las Escrituras.

Así que no era un nuevo evangelio el que el apóstol Pablo predicaba, sino como dice Romanos 1:1 al 3: «»el evangelio de Dios, que Él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo… ‘ Es por eso que los habitantes de Berea pudieron chequear el mensaje de Pablo en el Antiguo Testamento (como leemos en Hechos 17:11); y él podía citar a los profetas hebreos, los cuales eran leídos en la sinagoga cada sábado, para probar que Jesús era el Mesías prometido (como lo dicen los versículos 2 y 3). Ni Buda, ni Mahoma, ni ningún otro, sólo Jesucristo tiene las credenciales requeridas. El cumplimiento específico de las profecías en la vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret provee pruebas absolutas que Él es el único y verdadero Salvador.

En Hebreos 2:3 se formula una pregunta vital, «»¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?’ La respuesta es inequívoca: No hay escape. La Biblia deja ese hecho solemne muy en claro. El rechazar, agregar, quitar, o pervertir de alguna forma, o aferrarse a un sustituto del «»evangelio de Dios’ es perpetuar la rebelión comenzada por Adán y Eva y quedar eternamente separado de Dios y de Su anunciada salvación.

No es de sorprender que Pablo escribiera en su segunda carta a los corintios, cap. 5, vers. 11: «»Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres…’ Así que nosotros también debemos persuadir a los hombres para que crean en el único evangelio que salva.

El «»evangelio de vuestra salvación’ (declara Efesios 1:13) «»por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos’ (como lo confirma 1 Corintios 15:2) es sencillo y preciso, no dando lugar a malos entendidos o a que se trance con el mismo. En los vers. 3 y 4 leemos: «»Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras’.

Este «»evangelio eterno’ (mencionado en Apocalipsis 14:6) fue prometido «»antes de los tiempos de los siglos’ (según 2 Timoteo 1:9; y Tito 1:2) y no puede cambiar con el tiempo o la cultura. No existe ninguna otra esperanza para la humanidad, ni otra forma de ser perdonado y llevado nuevamente a Dios, excepto a través de esta «»puerta estrecha’ y este «»camino angosto’ (del cual habla Mateo 7:13 y 14). Cualquier otro camino más ancho conduce a la destrucción según lo que Jesús mismo dijo.

El único verdadero «»evangelio de la gracia de Dios,’ el cual Dios ofrece como nuestra «única» salvación, tiene tres elementos básicos: El primero es Cristo, Dios pleno y perfecto, y a la vez hombre sin pecado, todo en una Persona (si fuera menos no podría ser nuestro Salvador). El segundo somos nosotros, los seres humanos, pecadores sin esperanza que ya hemos sido condenados a la muerte eterna (pues de lo contrario no necesitaríamos ser salvos). Y el tercero es lo que logró la muerte de Cristo, el pago de toda la pena por nuestros pecados (cualquier intento nuestro por pagarla «de cualquier forma» es como rechazar el regalo de la salvación que Dios ofrece).

En Marcos 16:15 vemos que Cristo nos ha ordenado que prediquemos «»el evangelio a toda criatura’. ¿Qué respuesta es la que se requiere? En los vers. 30 y 31 de Hechos 16, se nos da tanto la desesperada pregunta como la sencilla respuesta: «»¿Qué debo hacer para ser salvo?… Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo’. Ni la religión, ni los ritos, ni las buenas obras nos sirven, Dios nos llama sencillamente a «creer». «»Porque por gracia sois salvos por medio de la fe’ (dice Efesios 2:8), (y Juan 3:16 añade) «»para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’.

Únicamente el evangelio salva a aquellos que lo creen. Nada más puede salvar. Por lo tanto, debemos predicar el evangelio. En 1 Corintios 9:16 leemos que Pablo dijo: «»¡ay de mí si no anunciare el evangelio’. Los llamados sentimentales a «»venir a Jesús’ o a «»tomar una decisión por Cristo’ no sirven de nada, si el evangelio no es explicado y creído con claridad.

Muchos son atraídos a Cristo debido a Su admirable carácter, noble martirio, o debido a que cambia vidas. Si eso es todo lo que pueden ver en Cristo, dichos convertidos no han creído en el «evangelio» y, por tanto, no son salvos. Ésta es la solemne enseñanza de la Escritura, en Juan 3:36.

Pablo dijo, en Romanos 1:16, que «»el evangelio de Cristo… es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree’. Él también lo llamó «»el evangelio…por el cual asimismo… sois salvos’ (en 1 Corintios 15:1,2); y «»el evangelio de vuestra salvación’ (en Efesios 1:13). Claramente, por estas y otras escrituras, la salvación viene «únicamente» a través del «creer el evangelio». En Marcos 16:15 leemos que Cristo le dijo a sus discípulos: «»id por todo el mundo, y predicad el evangelio’, un evangelio que la Biblia define en forma precisa.

La salvación viene en los términos de Dios y por Su gracia, y no debemos transar ni con Dios ni con ningún otro. «»El Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo’ (así lo dice 1 Juan 4:14). La salvación es una obra de Dios y Su Hijo. O creemos en ella o la rechazamos. No «»dialogamos’ sobre ella.

En varios pasajes, como Marcos 1:1; Romanos 1:16; y 15:19; y 1 Corintios 9:12, también es llamado «»el evangelio de Cristo’. Él es el Salvador, y la salvación es Su obra, no la nuestra, como los ángeles dijeron en Lucas 2:11: «»Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor’.

Pablo habla específicamente en 1 Corintios 15:3 y 4 del evangelio que salva: «»Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras’. Y en Juan 10:9 leemos que Cristo dijo: «»Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo’.

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