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Autor: Norbert Lieth

El “día del Señor” describe el juicio de Dios en la tierra, anunciado en el Antiguo Testamento. Y tiene también otros nombres que iremos descubriendo al escuchar el mensaje.


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PE2172 – Estudio Bíblico
El día del Señor (1ª parte)



Estimados amigos, cuando Jesucristo comenzó a presentarse públicamente en Israel, leyó el pasaje de Isaías 61:1 y 2 en la sinagoga de Nazaret. En dicho pasaje, el profeta antiguotestamentario habla del “año de la buena voluntad de Jehová” y del “día de venganza del Dios nuestro”. Es notable como el Señor cita solamente la primera parte, correspondiente al “año de la buena voluntad de Jehová”, dejando de lado la segunda, donde habla del “día de venganza”. ¿Por qué será?

Cuando el Hijo de Dios vino por primera vez a esta tierra, comenzó el “año de la buena voluntad de Jehová”, o sea el “día de salvación”, pero no todavía el “día de venganza del Dios nuestro”. En la dispensación de la gracia, éste día no tiene validez, sino que viene recién al finalizar el día de salvación, cuando haya terminado la dispensación de la gracia, en conexión con los acontecimientos apocalípticos que tienen que ver directamente con la segunda venida del Señor a esta tierra. Y ése es el “día del Señor”.

Es un día de ira

El apóstol Pablo escribe en 1 Ts. 5:2 sobre este día del Señor, o sea día de venganza, diciendo: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche”. Y en 2 Ts. 2:2, escribe: “Que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca”.

El “día del Señor” describe el juicio de Dios en la tierra, anunciado en el Antiguo Testamento (en Sof. 1; Is. 13:6 al 13; Joel 3:4; Am. 5:18; y algunos más). Este día también tiene otros nombres, como por ejemplo “día de ira”; “día de angustia”; “día de oscuridad”; “día de inquisición”; “día de la visitación” (como se menciona en 1 P. 2:12); “el día” (en 2 P. 1:19), o “día del juicio” (en 2 P. 2:9; y 3:7).

En el “día del hombre”, Dios le permite cierta libertad a los seres humanos. Ellos intentan establecer su propio reino y sentarse ellos mismos en el trono, se burlan y blasfeman, y se distancian de toda soberanía de Dios. A causa del “día de salvación”, es que Dios calla a todo esto. Pero, en el “día del Señor”, Dios intervendrá públicamente en los acontecimientos, obrará directamente, no seguirá callando, sino que bramará cuando venga el día del juicio, ese día en el cual Jesucristo regresará en forma visible y comenzará Su soberanía teocrática en la tierra. Hasta ese momento, la situación en la tierra será tal como ya lo expresó Habacuc, en forma de pregunta, en el Antiguo Pacto: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio; ¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él?” (Hab. 1:13).

No obstante, las cosas cambiarán. El “día del hombre” tendrá su fin y el “día del Señor” comenzará, día que los hombres mismos describirán de la siguiente manera, según Ap. 6:17: “Porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”
Será un día de revelación
El “día del Señor” tiene que ver con el tiempo descrito especialmente en el último libro de la Biblia, en el Apocalipsis. Por esta razón, Juan comienza ese libro con las palabras: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”.

El “día” mencionado por Juan no se refiere al domingo (día de resurrección de Jesucristo), sino al “día del Señor” descrito ya en el Antiguo y ahora también en el Nuevo Testamento. En ninguna parte del Nuevo Testamento el día de resurrección es denominado como “día del Señor”, sino predominantemente como “primer día de la semana”. Además, en conexión con la declaración “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor”, Juan agrega la frase “y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”. Esta conexión seguramente no es una coincidencia. La trompeta, en el Antiguo Testamento, a menudo es vista en conexión con el “día del Señor”. “Cercano está el día grande de Jehová… Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto… día de trompeta y de algazara” (así leemos en Sof. 1:14 al 16; y podríamos leer también Joel 2:1 y 15; y 4:16). De ahí, que es de suponer que al apóstol Juan, en el espíritu, le es revelado el tiempo del apocalipsis, revelación que él luego debe escribir, ya que más adelante dice: “Escribe en un libro lo que ves”.

Este día es el que también señala el apóstol Pablo cuando escribe en Ro. 2:5: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios”.

El día del Señor (o día de ira) es el día de la revelación, el día descrito en el último libro de la Biblia (y mencionado en muchos otros pasajes en los libros de Hch.;1 Ts.; Ro.; Col.; Ef.; y 2 P.; por ejemplo). El ser humano ha repudiado el “día de salvación” en Jesucristo, levantándose a sí mismo como dios y amontonando así la maldad… y Dios ha callado, calla, y callará, hasta que llegue el día de la ira y de la revelación.

Será, también, el día de la regeneración
El día del Señor no es sólo un “día de ira”. Es un día de revelación, es decir un día en el cual Jesucristo será revelado y aparecerá para establecer Su reino de justicia en la tierra (Ap. 19 y 20).

La tierra, tal como la vemos en la actualidad, pasará por el fuego del apocalipsis, lo cual transformará el mundo y el cielo, de tal modo que vendrán un “nuevo cielo y una nueva tierra” (como se menciona en 2 P. 3:7). Eso será una “regeneración”. Por eso, el Señor Jesús promete a Sus discípulos en Mt. 19:28, en cuanto al tiempo cuando Él regrese: “De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”.

El gemir de la creación, mencionado por Pablo en Romanos 8:18 en adelante, también señala esta futura regeneración. Toda la creación se encuentra en dolores de parto hasta ahora, y añora la revelación de los hijos de Dios y la liberación de la esclavitud de la mortalidad. Tal como nosotros gemimos en nuestro cuerpo, así la creación entera gime y espera su redención, que para ella vendrá con el “día del Señor”.

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